Portada de Katastrophé
Un viejo, tras treinta años de espera, recibe por fin la visita anhelada. Más tarde, el mismo viejo, recibe otra visita, esta vez inesperada. La conversación que sostienen estos dos viejos asusta al primer visitante. Todo parece girar alrededor de la música de Gustav Mahler y la repetición incansable de la Cuarta sinfonía refuerza esta idea. Más adelante, múltiples sucesos temporales convivirán en un mismo plano espacial. De ésta y otras historias está compuesto Katastrophé, hipnótico puzzle literario dotado de una dosis reflexiva sobre la conciencia de la escritura y la lectura, en una atmósfera humorística en donde por momentos se privilegia al cine, a la música, y se opta por las relaciones personales -como la amistad- por sobre la literatura.
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«Un universo compuesto de tres partes que nos susurra: “En este país nada es posible, tanto en la vida como en la literatura”, a través de la voz de un escritor que se nos antoja joven, desencantado, lleno de experiencias marginales y referencias post-modernas: libros, autores, medios visuales, cine. Mundos virtuales que conviven en espacios fantásticos y reales. Un retrato completamente urbano y globalizado, con la feroz individualidad que concede la existencia en una ciudad considerada como una de las más violentas del mundo.»
«Una escritura de la aparente vivencia y la vivencia posible. Los únicos inobjetables hilos conductores a veces son el alcohol y las mujeres, dúo de puertas y cerrojos para la amistad y los bohemios pretenciosos, para la música de chupadero y la escucha de sinfonías redundantes, para las ausencias amorosas y los fastidios literarios. Los personajes vislumbran tales destinos sólo a través de renuncias medulares.»