El verdadero fruto ha sido casi siempre fruto del desencanto. Los grandes maestros de la narrativa contemporánea, como Joyce, Proust, Virginia Woolf, Kafka, Faulkner y Camus, lo demuestran con creces.
Por lo tanto, no debe
sorprendernos que el título del primer libro de relatos de María Eugenia Ramos
sea Una cierta nostalgia y que sus
páginas estén recorridas, precisamente, por un sentido de extrañamiento,
inconformidad y búsqueda de una armonía perdida.
Conocíamos a María Eugenia como
poeta y ahora se nos revela como narradora. En realidad, son distintas facetas
de una labor estéticamente homogénea. Su oficio lírico le brinda un buen
sedimento a su narrativa, por la propensión del poeta a filtrar los contenidos
y esencializar las formas.
En un ensayo de Julio Cortázar
titulado “Paseo por el cuento” 1 , el gran escritor explica cómo
concibe esta especie narrativa. Aclara que casi todos sus cuentos “pertenecen
al género fantástico por falta de mejor nombre, y se oponen a ese falso
realismo que consiste en creer que todas las cosas pueden describirse y
explicarse…”.
Este principio cortazariano se
aplica a los cuentos de María Eugenia, en los que la irrealidad está casi
permanentemente al acecho, invadiendo lo cotidiano y dándole un carácter
misterioso e inquietante. Como en los relatos de Cortázar, el paso del plano
real al irreal se da imperceptiblemente, sin fisuras ni sobresaltos, quizás por
la conciencia de que tal frontera es imprecisa.
Ese salto a lo sobrenatural obedece,
en todos los casos, a condicionantes de orden psicosocial. Las diferentes
historias, protagonizadas mayoritariamente por mujeres, presentan casi siempre
un conflicto psicológico ligado a situaciones de insatisfacción vital, soledad
y desamparo extremo. Así sucede, por ejemplo en “La partida”, relato lleno de enigmáticas
sugerencias y símbolos sutiles que trata sobre el fin de una relación amorosa. Una
circunstancia similar se aborda en el cuento titulado “Cuando se llevaron la
noche”, donde se muestra un proceso de enajenación provocado por desajustes
emocionales, en los que también intervienen la soledad y la incomunicación en
la pareja.
Otros dos relatos que ensamblan
con gran habilidad los planos real y fantástico e incorporan con eficacia
elemento onírico son “El viaje” y “El círculo”. En ambos, el conflicto se
origina nuevamente en la frustración existencial de una mujer.
Volviendo a los planteamientos de Cortázar, el
autor argentino sostiene que una condición imprescindible en los cuentos bien
logrados en su cualidad de ser “aglutinantes de una realidad infinitamente más
vasta que la de su mera anécdota”, su “apertura de lo pequeño hacia lo grande. De
lo individual y circunscrito a la esencia misma de la condición humana”. Y esto
también se cumple en los relatos de Una cierta nostalgia, que profundizan en
el drama de la existencia y se abren a ricas interpretaciones desde distintos ángulos;
entre ellos, el histórico-social, psicológico, filosófico e ideológico.
Un aspecto digno de resaltar es,
en relación con la perspectiva histórica e ideológica, la dignidad ética y estética
con que la autora aborda el tema, aún lacerante, de la sangrienta represión que
abatió a Honduras y Latinoamérica en las
últimas décadas del siglo XX. Este enfoque se aprecia en los tres primero
cuentos: “El vuelo del abejorro”, “Para elegir la muerte” y “Domingo por la
noche”.
En cuanto al relato que da el título
al libro y cierra el volumen, se trata de un monólogo con implicaciones simbólicas ricas y densas. Es
posible relacionar al protagonista, como se ha hecho, con la figura de
Francisco Morazán, y también con cualquier otro mártir de las causas populares.
En el aspecto técnico, María Eugenia denota
una gran solvencia. Sus cuentos poseen intensidad, es decir, poder de
concentración y reducción de la materia narrativa a sus elementos
significativos esenciales, y también tensión, esa cualidad que constituye quizás
la prueba de fuego en este género: la capacidad de mantener al lector en vilo
hasta la última línea.
El estilo es conciso y lacónico y
se halla impregnado de poesía. La vena lírica de María Eugenia aflora en el tono
y el ritmo de la prosa, así como en oportunas metáforas y eficaces
comparaciones, sin caer jamás en excesos retóricos.
El libro Una cierta nostalgia evidencia, en síntesis, una destreza en el
oficio narrativo que enaltece no sólo a la autora, sino a la literatura
hondureña en general, al constituirse en una de sus voces más frescas y estéticamente
responsables.
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San Pedro Sula, 22 de marzo de 2001
Rolla, Sara. (2006). Revista de la Academia Hondureña de la
Lengua, 4, 61-64
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