Unir
el espejo roto.
Ulises
Juárez Polanco sobre el proceso de edición de la antología del nuevo cuento
centroamericano y dominicano.
Siempre
me ha llamado la atención cómo la literatura, que nace en la soledad del
escritor, puede generar cambios reales en los lectores, y por ende, en la
sociedad: incitar no sólo a la reflexión, pero también a la acción desde el
arte y la literatura.
En
noviembre de 2012, durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, un
grupo de intelectuales e instituciones se reunieron para dar inicio a lo que en
febrero del año siguiente sería Centroamérica cuenta, el primer encuentro
centroamericano de narradores, convocado por el escritor Sergio Ramírez y
Carátula, revista cultural centroamericana, gracias al generoso apoyo del
Goethe Institut Mexiko y de las embajadas de Francia y Alemania en Nicaragua,
un encuentro que comparte los principios de Carátula, de proyectar apertura
hacia las múltiples manifestaciones de la cultura centroamericana,
latinoamericana y universal, y de impulsar el reconocimiento de las diferentes
literaturas centroamericanas hacia fuera y dentro de las propias fronteras
centroamericanas que, a menudo, hacen que autores y libros queden con “país por
cárcel”, es decir, completamente aislados.
Este
primer encuentro en 2013, hecho en el contexto de la Feria Internacional del
Libro Centroamericano organizada por la Cámara Nicaragüense del Libro y de su
presidenta, Salvadora Navas, fue también un nuevo punto de encuentro de
personas e instituciones, como el Goethe Institut, y de editores
centroamericanos, franceses y alemanes, entusiasmados todos por apoyar una
cartera de posibles proyectos para potenciar la literatura y el arte de la
región centroamericana. De más se sabe que, a pesar de la incuestionable
calidad de narradores y poetas centroamericanos, pocos logran trascender las
fronteras locales de sus países, ya no digamos de la región centroamericana.
Así
nació Un espejo roto. Antología del nuevo cuento de Centroamérica y República
Dominicana (Centroamérica: Grupo de Editoriales Independientes de
Centroamérica, GEICA, 2014) cuya primera presentación oficial tomó lugar el
pasado lunes 25 de agosto en la Feria Internacional del Libro de Costa Rica,
una recopilación de casi 300 páginas en la que 27 autores nacidos a partir de
1970 (con tres excepciones), dan una muestra de qué y cómo se están escribiendo
en la región.
Pese
al cuestionamiento de algunos, las antologías literarias son un vehículo
efectivo para dar a conocer a los lectores muestras representativas ya sea de
un país, una región, una temática o cualquier otro criterio antológico con que
se trabaje.
Un
espejo roto… es el resultado de más de un año de intenso trabajo, en la que
Sergio Ramírez y un grupo de asesores perfiló una muestra de narrativa
centroamericana no sólo para el lector centroamericano, pero también para el
lector alemán y europeo. Doy fe de esto, más que en la calidad de autor incluido,
como parte del equipo que apoyó la investigación y lectura de más de medio
centenar de autores. Así, surge una antología con dos ediciones, que salen al
mercado prácticamente al mismo tiempo. Un espejo roto…, publicado a través de
GEICA, otro proyecto de unión centroamericana de la que creo vale la destacar:
seis editoriales centroamericanas que se unen en esta publicación en español; y
Zwischen Süd und Nord. Neue Erzähler aus Mittelamerika [Entre sur y norte.
Nuevos narradores de Centroamérica], publicada en Zúrich, por Unionsverlag, que
será presentada en octubre de este año en Frankfort y Berlín.
La
selección a cargo de Sergio Ramírez partió de guías básicas:
1.
Autores de Centroamérica y República Dominicana, independiente del país en que
actualmente residan.
2.
Tres autores por país (que al final fueron cuatro, a excepción de El Salvador),
que tengan indiscutible calidad literaria, nacidos a partir de 1970 o, en casos
excepcionales, a partir de 1964, es decir, si bien la intención es reunir a autores
de 40 años o menos, en algunos casos hubo excepciones meritorias: Mauricio
Orellana Suárez (1965) de El Salvador; Jessica Clark Cohen (1969) de Costa
Rica; y Juan Dicent (1969) de República Dominicana.
3.
Si bien la temática era libre, se hizo la selección final en base a textos que
retrataran la realidad cotidiana y los grandes temas en Centroamérica: la
migración, la situación de seguridad ciudadana, la pobreza, la violencia, las
contradicciones entre tradición y modernidad, el aislamiento, el narcotráfico,
las relaciones entre los distintos países de la región y sus gentes e historias
recientes, etcétera.
Finalmente,
se apostó por rostros nuevos, que pudiendo ser conocidos en sus respectivos
países, no hayan tenido difusión en Centroamérica y menos en Europa. Partiendo
de estas guías, se preparó un primer borrador con más de 50 autores y al menos
dos cuentos de cada autor, de la que finalmente se hizo una selección final de
27 autores. Una vez que se tuvo este segundo borrador, se preparó un tercer manuscrito
con cuatro cuentos, los dos ya leídos y dos adicionales que se les pidió
directamente a cada autor, bajo la solicitud de “aquellos dos cuentos que mejor
reflejen sus búsquedas y experimentos literarios”. Entre estos cuatro cuentos
se escogió el cuento final.
Finalmente,
el manuscrito final tomó en consideración sugerencias del editor de
Unionsverlag y de Lutz Kliche, asesor editorial y gran amigo del Goethe
Institut, de Centroamérica cuenta y de GEICA, sobre cómo mejorar la antología
de cara al lector alemán, habiendo hecho en algunos casos nuevas lecturas y
nuevas selecciones de cuentos. Después de meses en este proceso de lectura y
selección, el resultado final fue trabajado por GEICA para la edición en
español, y por Unionsverlag para su traducción y publicación en alemán. Un
verdadero banquete literario, que además incluye una breve reflexión de cada
autor sobre qué significa escribir desde Centroamérica o Dominicanana, o ser un
escritor de estos países. Este proceso editorial comenzó exactamente a finales
de agosto del año pasado.
Creemos
que al fomentar y proyectar a estos autores centroamericanos en nuestra región
y en los países de habla alemana, estamos también aportando a la integración
cultural centroamericana y a la proyección cultural de Centroamérica.
¿Pero
por qué “un espejo roto”? El título de la antología lo explica Sergio Ramírez
en el prólogo de la misma, al recordar que
"…los
países de Centroamérica parecen distantes entre sí a pesar de su vecindad
geográfica, y de que tienen un pasado común que se remonta a los tiempos
precolombinos; esta historia siguió siendo común a lo largo de la colonia, y
aún lo fue para el tiempo de la independencia de 1821, antes de la catástrofe
de la enconada separación que puso fin al proyecto de la República Federal
encabezado por el general Francisco Morazán, quien terminó fusilado en 1842 por
querer una Centroamérica unida.
Somos
desde entonces pedazos de un espejo roto. Países marginales y desvalidos,
divididos por prejuicios mezquinos. (…).Pero aunque se trata de un espejo roto
sigue siendo un espejo común."
Centroamérica
es un espejo roto, pero un espejo común, y de esto dan fe los autores de esta
antología, quienes no sólo están narrando el presente, pero la mayoría de ellos
(una casualidad fortuita) también están trabajando activamente como gestores
culturales (desde revistas, editoriales, escuelas de escrituras, cátedras
universitarias, etcétera) para romper estas fronteras entre nuestros países,
que impiden no únicamente que un lector de Nicaragua pueda leer lo más reciente
de Guatemala, sino que además, nos aísla de los lectores de otras latitudes
como México, Sudamérica o España. Más que a los políticos locales, es a los
escritores a quienes les compete unir el espejo roto. Como comenta la escritora
salvadoreña Vanessa Núñez Handal, Centroamérica como región dice muchas cosas,
siempre las ha dicho, pero la ausencia de un eco efectivo en otras latitudes no
es sinónimo de silencio o de desolación, sino necesidad de calibrar la caja de
resonancia. Un espejo roto... es parte de esos esfuerzos.