Hace un año, en noviembre del 2016, se
publicó en El Salvador (proyecto editorial “La Chifurnia”) el cuadernillo de
poesía Mar del destiempo de José Luis Quesada.
Como en sus poemarios recientes El
hombre que regresa (2015) y Crónica del túnel y sus inmediaciones
(2016), ambos publicados en Costa Rica, Quesada despliega una escritura única
en su género, pues edifica un universo en sí mismo, como un pequeño reino entre colinas (p. 3), donde el lector puede
deambular, reingresar, abandonar e incluso extraviarse a voluntad.
Versado como pocos en su oficio (su primer
poemario propio data de 1974), José Luis Quesada hace gala de una admirable
soltura en la forma, pese a las curvas a menudo apretadas de su producción poética: ¿Qué
caso tiene ahora lamentarnos, / malheridos por la nostalgia/ de nuestras mutuas
pérdidas/ en el mar del destiempo? (p.5).
El autor
escribe, como siempre, según sus inclinaciones personales, se instala en El
mar del destiempo como quien está en el centro de su querencia, y es
ahí cuando le es dable descorrer un
instante el velo de las cosas (p. 3).
La nota predominante es su desenvoltura
literaria: el poeta Quesada se embarca en tramas verbales en las que las
palabras, dóciles, se someten por entero a sus designios, como sólo él es capaz
de idear. Así, su vocabulario rampante constituye esa materia prodigiosa (p. 7) con la que dota a su obra de una
coherencia arquitectónica, acaso única en la poesía centroamericana.
Y eso lo consigue con un manejo expresivo que
suele ser austero, que incurre incluso en lo que en el mundo anglo-sajón
denominan understatement, vale decir,
la actitud de contención (y de auto-ironía) que conduce a atenuar los énfasis,
a bajarle el tono a las afirmaciones.
De manera que en Mar del destiempo vuelve
a fluir el virtuosismo de una pluma que sabe …apreciar/ el prodigio/ de las buenas palabras (p. 8), y de allí
emerge inclusive la angustia de nuestra sociedad, como se pone de relieve en
ese poema “emblemático” que es “Cada día”: ¿Por
qué mueren tantos? / ¿Por qué en este país a diario mueren tantos? / (…)
Pareciera que aquí ya nadie es inocente (p. 9).
Pero fuera de aludir a los males y pestes del
mundo circundante, en el que estamos atados a la inmovilidad de la desesperación (p. 18), la voz del poeta
alcanza las cotas más altas de creatividad al rendir el tributo que cuadra a los/ amores imposibles (p. 22), pues como
afirma al final de Mar del destiempo:
El amor tiene que ser
discretamente invisible. / Nunca me descubriré ante ti, / pero un vislumbre de
mis ojos te llegará en las noches (p. 22).
José Luis Quesada, inimitable maestro de
varias camadas de poetas, pone en claro, pese a la brevedad de este
cuadernillo, el rigor y la riqueza de su quehacer literario.
Tegucigalpa,
13 de noviembre del 2017