San Pedro Sula, Cortés. Domingo, 3 de diciembre. Foto crédito: autora.
11
de Diciembre, 2017
Después
de más que dos semanas de las elecciones, Honduras aún no tiene un presidente electo
oficialmente reconocido. En este texto, se habla de las elecciones y sus
secuelas, enfocándose en la energía de resiliencia y resistencia de los jóvenes
hondureños y las protestas y represiones que han surgido desde las elecciones.
Se subraya cómo las carreteras y casetas de cobro son sitios importantes de
tensión y destrucción. La autora actualmente está haciendo trabajo de campo
para su doctorado en Honduras, enfocada en las experiencias de las personas
deportadas en el valle de Sula, pero los resultados inesperados de las
elecciones y sus secuelas han tomado, momentáneamente, el centro del escenario.
«La
única cosa que nos ofrece Juan Orlando es El Pozo», me dice Irvin Daniel [i].
Por El Pozo se refiere a las nuevas cárceles —estilo
«supermax»— que han construido en Honduras.
Una semana después de las elecciones,
Irvin Daniel me explica por qué tanta gente está tan en contra de la reelección
del presidente actual Juan Orlando Hernández (conocido como JOH). A sus 24
años, Irvin Daniel habla de su vida como una lucha diaria. Vive en Villanueva,
en las afueras de San Pedro Sula, donde su familia ha construido una casa sobre
tierra que antes se ubicaba en las vías ferroviarias. Irvin ha sido deportado
dos veces de México. Está intentando terminar la secundaria y busca trabajo
constantemente. En el último año asesinaron a su tío y a dos primos, uno de
ellos después de haber efectuado su petición para asilo que fue rechazado por
Estados Unidos. Como lo ve Irvin y mucha otra gente los últimos cuatro años de
Orlando sólo han hecho la vida más dura para la gente joven que viven en las
zonas marginadas.
San Pedro Sula, Cortés. Domingo, 3 de diciembre. Foto crédito: autora.
La Elección
A
las cuatro de la tarde del día 26 de noviembre cerraron las mesas de votaciones
en Honduras. Sin embargo, por la noche, no había aún resultados. Esto fue doblemente
inusual: por una parte, es la primera vez que cierran los centros de votación
tan temprano, y por otra, normalmente ya para las 11 de la noche los votos han
sido contados declarándose al ganador.
Con
más o menos 50% del voto reportado, Salvador Nasralla, del partido de oposición,
conocido como la Alianza de Oposición (integrado por varios partidos políticos)
iba ganando por 5 puntos porcentuales. Estadísticamente, parecía asegurarse el
gane de la Alianza. Sin embargo, esta misma noche, Juan Orlando se auto declara
como ganador. Cabe mencionar que el instituto encargado del conteo de votos, el
Tribunal Supremo Electoral (TSE), está conformado por personas —afines— puestas
por Orlando. El TSE continúa posponiendo un anuncio final oficial, citando
variadas y muchas veces raras razones. En algún momento, el TSE anuncia que la
tecnología electoral (el sistema) se cayó y tuvieron que reiniciarla. Después
el TSE dijo que muchos de los votos de las zonas donde domina la Alianza tenía
irregularidades y se requería un escrutinio aparte. Improbable y dudosamente,
en la semana siguiente, el TSE dio nueva información preliminar indicando que
ahora Orlando iba ganando por 1.5%, con el conteo final pendiente.
Hoy,
dos semanas después de cuando los hondureños votaron, siguen sin tener un
resultado oficial.
Mientras
la declaración del TSE sigue pendiente, su divulgación y aprobación parece cada
vez menos relevante. El hecho de haber estado posponiendo durante tanto tiempo los
resultados se ha generado mucha confusión que no ha servido sino para aumentar
el sentimiento de indignación popular a razón de que Orlando y el Partido
Nacional —partido gobernante— están cometiendo fraude para mantenerse en la
presidencia.
Mientras,
la gente está manifestándose en las calles exigiendo que el voto popular sea
respetado y lo admita y ceda Orlando. Después de dos días de manifestaciones
masivas, que incluía la quema de las casetas de cobro de peaje, bloqueo de carreteras
y saqueo de tiendas, el gobierno dictó un «toque de queda» a nivel nacional,
suspendiendo las garantías constitucionales prohibiendo que la gente salga de
sus casas entre las 6 de la tarde y las 6 de la mañana. [ii]
Los militares y los policías han contestado
a los manifestantes intensificando con mayor violencia la represión. Al menos
14 personas han sido asesinadas por las fuerzas de seguridad desde las
elecciones y 844 personas están actualmente detenidas. [iii]
San Pedro Sula, Cortés. Domingo, 3 de diciembre. Foto crédito: autora.
Irvin Daniel —y otros jóvenes como él—
están en las primeras líneas de estas protestas. La gente de su edad era muy joven
cuando, en 2009, un golpe de Estado removió al presidente Manuel Zelaya Rosales,
elegido democráticamente. Desde su desahucio, el Partido Nacional ha estado en
poder del país. Irvin Daniel ha experimentado ocho años, la mayoría de su vida
de adulto, debajo del mandato de un solo partido.
En
los Estados Unidos una presidencia de ocho años es común, pero en Honduras la Constitución
prohíbe claramente la reelección. El golpe en contra de Zelaya fue justificado
precisamente porque él estaba planeando hacer un referéndum para medir el interés
del pueblo en cambiar la constitución para permitir la reelección. Orlando no
ha ido por este camino; en su lugar, cambió los jueces de la Corte Suprema de
Justicia del país, haciendo injerencia en otro poder del Estado. Como
consecuencia, los nuevos jueces decidieron que al prohibir la reelección se
violan los derechos humanos de un individuo: así se abrió camino para que Orlando
pudiera volver a ser candidato para la presidencia, aunque la constitución en
sí sigue sin cambiarse y prohibiendo la relección. Sin importar lo legal, la
idea que una sola persona pueda continuar como presidente más de un periodo no
le parece bien a una gran parte de la ciudadanía hondureña, quien,
históricamente, ha vivido debajo de regímenes militares casi igual de frecuente
como regímenes civiles. Con frecuencia se habla de la reelección como
dictadura.
La
López
En
el Sector de la López Arellano, la región más poblada de la tercera ciudad más
grande de Honduras, Choloma, los residentes se han estado organizando para este
momento desde el golpe de 2009. Carlos, uno de los organizadores de La López,
dice que están listos para resistir cualquiera represión que esté por venir.
Pregunté a unos jóvenes que estaban cuidando el bloqueo de la carretera en
frente de la zona de Carlos, ¿qué es lo que harían si se declara Orlando como
ganador? Me respondieron que eso implicaría guerra. Un adolescente con una
camiseta cubriendo la mayor parte de su cara me dice que están listos para
levantarse en armas de ser necesario. No aceptarán cuatro años más de la misma
represión, marginalización y violencia.
La
violencia en La López es notable. Algunas partes de la sociedad han alabado a
Orlando por haber iniciado una disminución significante en la tasa de
homicidios del país [iv],
pero estos avances en la seguridad se han experimentado de una manera
desigual. En barrios como La López, los homicidios siguen siendo
frecuentes, mientras otras formas de violencia e inseguridad acontecen. Choloma
ha visto un incremento de homicidios en el año pasado. Mientras los militares
patrullan actualmente para reforzar el toque de queda por todo el país, en
barrios como La López la presencia de autoridades militarizadas tiene una larga
historia. En las zonas urbanas y pobres de las ciudades del país, la Policía
Militar (PMOP, una nueva fuerza iniciada por Orlando) es una presencia común. Y
la represión que representa —especialmente para hombres jóvenes y pobres— no es
nada nuevo.
Sector López Arellano, Choloma, Cortés. Viernes, 1 de diciembre. Dos miembros del equipo del bloqueo. Uno presenta el casquillo de la bala que se encontró en el suelo. Foto crédito: autora.
La
noche antes de cuando visité a Carlos y su equipo los militares dispersaron una
protesta en la carretera. Para hacerlo, los militares lanzaron gas lacrimógeno
y dispararon balas a la gente para vaciar la calle. Cuando los manifestantes
regresaron a su barrio, las autoridades los persiguieron, tirando todavía mientras
los manifestantes buscaban refugio dentro de sus casas. Los chavos me muestran
los huecos que dejaron las balas. Encuentro y recojo el casquillo de una bala.
Focos
de Resistencia
El mismo día, en La López, cuando
militares dispararon a adolescentes no armados que corrían para sus casas,
otros manifestantes quemaron la caseta de cobro de peaje camino a Villanueva, en
el lado sur del valle de Sula. Vale resaltar que los manifestantes han dejado
inoperables todas las casetas de peaje a través del valle. Hasta la fecha ni
una ha vuelto a funcionar.
Carretera de San Pedro Sula a Villanueva, Cortés. Jueves, 30 de noviembre. Manifestación y la caseta de cobro en llamas. Foto crédito: autora.
Esto
tiene su componente simbólico: las casetas de cobro (peajes en Honduras)
son un foco para el desasosiego. Representan un modelo particular de negocio
extractivo que se ha apoyado por el Partido Nacional desde que llegaron al
poder después del desahucio de Zelaya. En un intento para atraer inversión
privada, una gran parte de los recursos del país ha sido concesionada a
compañías privadas —muchas veces extranjeras—. Los fondos de varias de las
casetas de cobro van directamente a compañías privadas, ni al estado ni al
pueblo. A cambio, se supone que la compañía debe preservar en buenas
condiciones la carretera, pero esta parte del trato no siempre se cumple.
Además, el cobro es exagerado para la mayoría de la población que vive en
pobreza. También, el tráfico se amontona de una manera insoportable mientras por
los cuatro carriles se baja la velocidad para que los vehículos pasen por las
casetas. La quema de las casetas, entonces, es un acto de resistencia
simbólica cuyo reclamo es al estado y a sus políticas de privatización exigiendo
la libertad de circulación.
En
las semanas antes de las elecciones, casi todas las personas con quien hablaba
apoyaban a la Alianza, con solo dos excepciones: dos individuos empleados por
el gobierno. Pero mientras la gente manifestaba su preferencia para la Alianza,
estos declaraban, a su vez, su convicción de que el Partido Nacional iba a cometer
fraude para mantenerse en el poder. A pesar de este cinismo manifiesto, la
población salió a votar en números muy altos, incluyendo gente joven como Irvin
Daniel y los muchachos de La López.
Moviéndome por el valle de Sula, se
escuchan con frecuencia gritos de «¡Fuera JOH!». Bajo «toque de queda», por sus
ventanas, la gente pone en alto volumen la canción que se ha convertido en un
himno: “JOH, es para fuera que vas.” A modo de protesta, las personas salen de
sus casas pegando a sartenes y ollas al ritmo de la canción, desafiando el «toque
de queda» y a la vez al gobierno del Partido Nacional.
[i] Este nombre y todos los nombres usados en este ensayo son pseudónimos.
[ii] Después de cuatro días, el horario del «toque de queda» fue reduciéndose, poco a poco, especialmente después de un reporte de Amnistía Internacional que condenó la suspensión de los derechos humanos. Si antes el horario comprendía 12 horas, de 6 de la tarde a 6 de la mañana, este pasó a las 8 de la noche, luego a las 10 de la noche, siendo, finalmente, suspendido completamente.
[iii] Después de cuatro noches del «toque de queda», un batallón de los policías, los Cobras (Fuerzas especiales de la Policía Nacional) iniciaron una huelga de un día, adjudicándose su papel apolítico y que no querían ser usados como herramientas de represión por medio del gobierno. Fue una cosa fuerte e inesperada, pero limitada en su impacto.
[iv] También los jóvenes universitarios están jugando un papel importante en las manifestaciones actuales. Hace poco ellos encabezaron un movimiento fuerte que buscaba justicia en la educación universitaria pública, haciendo huelgas y logrando ver la destitución de la rectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Ellos sufrieron alta represión en su lucha, la cual, dicen varios, los ha preparado bien para aguantar cualquiera represión que viene en estos momentos pos-electorales.
[v] Hay cierta duda si las estadísticas que se reportan durante el tiempo de Orlando son completamente precisas. Por ejemplo, un cambio en la manera por la cual se mantiene las cifras de homicidios —requiriendo una autopsia y un reporte de Dirección General de Medicina Forense— podrían sub-contar (omitir) homicidios en un país donde solo hay tres ciudades que cuentan con una oficina Forense y donde la tradición requiere un entierro de los restos de los cuerpos con la mayor prontitud.
Amelia Frank-Vitale es un estudiante de posgrado haciendo su doctorado
en antropología social en la Universidad de Michigan. Agradece a Gustavo Campos, poeta y escritor hondureño, por su colaboración en redactar la versión de este texto en español.
Versión en inglés y español: Youthcirculations.com
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