martes, 14 de mayo de 2013

Dos poemas de Otoniel Guevara.


Foto de Otoniel Guevara


Búsqueda infinita
Para Amílcar Colocho,
Que me enseñó a encontrar

Una palabra frágil y valiente,
que suene hermosa en todos los idiomas,
que sepa bien en todos los banquetes,
que se responda en todos los suburbios,
que resplandezca furiosa entre los dientes,
que reverdezca todos los desiertos,
una palabra que bese como un hijo
que regresa de la muerte y del olvido,
una palabra frutal como los peces,
una palabra brutal como un amigo,
una palabra armada de unicornios,
una palabra de medidas exactas,
una palabra de amor en los cadalsos,
una palabra que no tenga voz alta,
una palabra que disipe tormentas,
una palabra que guíe a los descalzos,
una palabra de índole siniestra,
una palabra que llore con el alma,
una palabra que suene a uno mismo,
una palara
que no resuma nada.


Himno de amor.

Yo escribo el poema contra todos:
porque todos vacacionan en la playa,
porque todos sobreviven con un sueldo,
porque todos han matado lo que amaban,
porque todos sucumbieron ante el precio,
porque todos ignoraron La Poesía,
porque todos consultaron a su médico,
porque todos se abrazaban en la iglesia,
porque todos frivolizan el misterio,
porque todos cantan ebrios en los bares,
porque todos se reciclan en el miedo,
porque todos amnistiaron al tirano,
porque todos han votado contra el sueño,
porque todos crucifican la decencia,
porque todos tienen dedos en las manos,
porque todos mortifican la inocencia,
porque todos son muy serios muy muy serios
porque todos todos todos
están muertos.

Para mi entrañable hermano Imreh Andras, 
con quien compartimos el mismo idioma.


Otoniel Guevara (El Salvador,  1967)