A
Edouard Veniaminovitch Savenko, alias Limonov (1943), lo conocemos
gracias la aclamación del libro del escritor francés Emmanuel
Carrère titulado simplemente Limonov.
Desde su publicación en 2011, ha vendido cientos de miles de
ejemplares en el mundo debido a que su objeto de estudio es este
escritor ruso tan multifacético.
Sin
embargo, el Limonov de Carrère es, hasta cierto punto, una creación
artística; hay un Limonov real y diferente, o al menos así lo
refiere él mismo en esta entrevista, la cual tradujimos casi
en su mayoría del francés. Le entrevista fue llevada a cabo por el
periodista Axel Gyldén en el invierno de 2011-2012 en París, justo
después de la publicación del libro de Carrère, y fue tomada
del sitio
oficial del
escritor ruso en idioma francés (donde pueden encontrar más
detalles de su obra y vida).
A
comienzos de la década de 1990, usted desapareció de los medios
franceses y fue exiliado de los ambientes literarios parisinos debido
a su apoyo pro-serbio en Yugoslavia. Pero, de pronto, el libro de
Emmanuel Carrère ha hecho de usted un fenómeno literario. ¡Vaya
resurrección!
Lo
veo como una victoria, una revancha y asimismo como una venganza. El
mundo solemne de las letras francesas me veía por encima del hombro
desde hacía veinte años y ahora me le impongo una vez más como el
héroe de una novela muy popular. No solo es agradable, sino también
demuestra que sigo interesándole a los franceses. La lógica es
esta: Francia es una gran nación literaria y yo, yo soy un gran
escritor comparable a Céline o a Jean Genet. Y, lo mejor de todo
esto, es que me impose de nuevo sin tener que renegar de mí mismo.
No me doblegué, no cedí ni puse una rodilla en tierra. El libro de
Carrère es un reconocimiento de mi persona en su totalidad. Tienen
que aceptarme tal y como soy. Soy un poco como Bakunin, el teórico
del anarquismo y quien dio las bases del socialismo libertario, cuya
notoriedad incluso exasperaba al mismo Marx hasta que no le quedó de
otra más que constatar la importancia de Bakunin, quien era
reconocido en el mundo entero. Y parece que, de acuerdo a Le
Canard enchaîné [periódico satírico], Nicolás Sarkozy
ha recomendado a su equipo que se lea Limonov de
Carrère. “Quiero entender a la Rusia”, dijo, “no hay que
olvidar que este país es 46 veces más grande que Francia”. Es
también una buen indicio de mi popularidad, la cual evaluo en dos
extremos: la mitad de la gente me odia y la otra mitad me admira. Y
el meollo de todo esto es que no busco la admiración ni me preocupa
el odio de algunas personas.
No
todo mundo es admirador de Edouard Limonov. Los jurados del Premio
Gouncourt en el 2011 eliminaron su nombre con el pretexto de que
usted sería particularmente antipático…
No
me sorprende. He leído comentarios adversos de Didier Decoin, la
Secretaria General de la Academia Goncourt. Su opinión refleja el
tipo de pensamiento en voga en Francia, un país ideológicamente
anticuado y arcaico donde los intelectuales se resguardan en dogmas
trasnochados; viven en la época del estalinismo y del nazismo, no
comprenden nada de la modernidad. De cualquier forma, los premios
literarios son una mierda. Mira el Premio Nobel, siempre
desapercibido de la realidad. Solamente un puñado de genios lo han
ganado mientras que un centenar de escritores mediocres son premiados
con él. ¿Quién, por ejemplo, se acordará de Tomas Tranströmer,
laureado en el 2011? El Premio Goncourt es mucho peor. El librito de
Carrère es, al parecer, muy superior a L’Art française de
la guerre de Alexis Jenni, a quien no he leído, y, por esa
misma razón, se lo dieron. Sin embargo, es verdad que la mayoría de
los premiados con el Goncourt pasan a mejor vida apenas los premian.
Es
inútil preguntarse sobre la naturaleza humana, es vindicativa,
revanchista y envidiosa. En Rusia las cosas son iguales, porque una
parte de la intelligentsia me
detesta. A veces, los demás de mi generación me envidian porque yo
soy famoso y ellos no. Es una historia tan vieja como el mundo; los
escritores cristianos ya escribieron suficiente sobre el poder del
sentimiento de la envidia.
De
cualquier forma, usted tiene una gran deuda con Carrère y su libro,
las ventas rozan la cifra record de 300 mil ejemplares.
¿300
mil? Mucho mejor para él. Pero, sabe algo, en mi país la difusión
de algunos de mis libros han rebasado los millones, notablementeLe
poète russe préfère les grands nègres y Oscar et
les femmes. Es justo que mencione el éxito de las ventas, lo
reconozco. Es verdad que el éxito de Carrère me ha ayudado, pero yo
también he ayudado a él. Nuestra pareja es similar a la de Régis
Debray y el Che Guevara. Sin los franceses, quienes introdujeron al
revolucionario al público europeo, Guevara no hubiera tenido
probablemente la misma aura. Lo mismo Jesucristo: sin la traición de
Judas, el hubiera sido, tal vez, olvidado en la historia. Yo sé como
funcionan las cosas; la imagen de la Sibila que guía a Eneas hacia
las flamas, en la Eneida de Virgilio… hacen falta
dos para penetrar en el infierno. Todo esto es bueno, porque Francia
se interesa de nuevo en mi obra, la cual está compuesta por más de
cincuenta libros. Le poète russe se ha agotado y no
ha sido reeditado. En Amazon, su costo rebasa los 300 euros. La
verdad sea dicha, yo estimo que su verdadero valor debería ser
alrededor de 3 mil, tal vez 30 mil euros, pero bueno. Será reeditado
muy pronto, supongo, y varios de mis libros, ahora inéditos en
Francia, serán traducidos también.
¿Cuál
de todas sus vidas prefiere? ¿La de bribón, poeta, vagabundo,
ayudante de cámara, escritor, soldado, político?
Pero,
si no he tenido más que una sola vida. Emmanuel Carrère concibe
todas estas secuencias como las piezas de un mosaico inverosímil.
Según yo, él tiene coherencia con algunas raras excepciones. Los
periodistas franceses me han preguntado si el Limonov de la novela
coincide con el original; yo me rehúso a responderles. Un día, a lo
mejor, diré lo que realmente pienso del libro de Carrère. Él ha
leído todos mis libros, todos mis artículos y me entrevistó
durante quince días. De cualquier forma, ha hecho un buen trabajo,
incluso aunque un escritor ruso habría hecho probablemente un
retrato diferente. Carrère me describe como un tipo frío y es
divertido porque, en mi opinión, él lo es bastante más; es
reservado, firme, inhibido. Entre nosotros hay una gran diferencia.
En cuanto a mí, yo no tengo miedo de presentarme tal cual soy con
mis defectos. Él quiere tener una apariencia aceptable. Le falta
madurar un poco. Está bien no ser perfecto, tener imperfecciones. Yo
siempre pienso que tengo mucho que decir. El tiempo que viví en
París, en el Marais, yo quería que alguien me escuchara. Ahora,
tengo una oportunidad una vez más de explicarme para que los
franceses sepan quien soy. Algunos dicen que soy un antihéroe o un
cabrón. Es falso. Soy, al contrario, un caballero agradable digno de
respeto. Sólo hace falta tiempo para que comprendan mis
motivaciones.
Hasta
ahora, toda la vida política rusa del siglo xxi ha estado dominada
por Vladimir Putin. A pesar de la aversión que le inspira,
¿admitiría que el maestro de Kremlin es un político hábil?
Putin
no es un político, es un administrador, siempre lo ha sido. Cuando,
en los años de 1980, él era un pequeño coronel de la KGB en
Dresde, en Alemania del Este, no hacía el trabajo de un oficial,
sino de un burócrata que cada día debe encontrar la mejor manera de
pasar el tiempo. ¿Y por qué? Porque la Stasi [policía secreta
alemana] era muy eficiente y no necesitaba gente de la KGB. Después,
Putin trabajó como funcionario adjunto a Anatoli Sobchack, el
alcalde de Leningrado —rebautizado San Petersburgo en 1991 bajo su
mandato—. En realidad, la carrera de Putin no es la de un político
que debe pugnar por un lugar en el seno de un partido y que enfrenta
luchas internas. Él nunca ha sufrido una competencia. Entró a la
política por una puerta secreta como un colado, cuando Boris
Elstine, ya viejo, lo designó como su sucesor. Entonces, después de
sus dos mandatos (2000-2008), Putin se ha comportado como un playboy,
perezoso y superficial, le gusta disfrutar los atributos materiales
del poder. Recuerde la tragedia del submarino Koursk en el 2000: ni
siquiera tuvo la cortesía política para interrumpir sus vacaciones
en Sochi para manifestar su solidaridad y compasión con los
familiares de las víctimas. Es un imbécil.
¿Es
Vladimir Putin un dictador?
Sí,
pero no es uno del siglo XX, sino un dictador del siglo XXI y por eso
es diferente. Stalin gobernaba por la violencia y el terror; Putin
por la mentira absoluta. La televisión miente, la justicia miente,
nuestros funcionarios políticos mienten, los partidos políticos son
falsos y las elecciones son un simulacro de la democracia. Putin ha
construido una villa Potemkine donde nada es verdad.
En
su opinión, ¿cuál es el lugar de Rusia a escala internacional hoy
en día?
¡A
la altura de la bota de los Estados Unidos! Mire el comportamiento de
Putin el 12 de septiembre de 2001, al siguiente día de la tragedia
de los atentados terroristas en Manhattan. Lloriqueó, fue un mar de
lágrimas. Está bien expresar su humanidad, pero ¿qué significó
eso? La concesión a los Estados Unidos del usufructo de nuestras
bases militares en Asia central, así nomás, sin contrapartida. En
pocas palabras, se ha entregado Asia a los estadounidenses.
Comete
un error, porque Occidente le tiene miedo a Putin…
¡Qué
buena broma! Occidente no le tiene miedo a nadie. Los dirigentes
europeos son caníbales, siempre están listos para aplastar al resto
del mundo.
¿Europa tiene miedo de Putin? Pero si es la Europa que
ha aterrorizado al planeta durante dos milenios. Y, en este punto,
los musulmanes tienen razón. Europa es una fuerza destructiva y sus
dirigentes son caníbales. En cuanto a Rusia, ella jamás, jamás,
jamás ha agredido a Occidente. Napoleón fue quien vino a nosotros,
lo mismo Hitler: el apetito de los europeos no tiene fondo.
Cuando
veo las “fotos familiares” de los consejos de ministros europeos,
no puedo evitar pensar en su voracidad de conquistadores, se le ve en
sus feos rostros. Parecen gente que ha bebido alcohol durante
generaciones enteras, con el aliento podrido. Con esas caras, esos
ojos, se pueden devorar niños todos los días. Mire a los
holandeses, son sádicos. Siempre escuálidos, muy agresivos. No
olvide que su número de participantes fue grande en los rangos de la
policía de Hitler. Ahora apoyan las campañas militares de Estados
Unidos y de Gran Bretaña. Son aficionados a la destrucción, diría.
Siempre están listos para prestar ayuda a los estadounidenses.
Viniendo
de un admirador del imperialismo soviético, la crítica contra el
imperialismo europeo es un tanto sorprendente…
Hasta
donde sé, no fueron los soviéticos quienes colonizaron las dos
Américas, África, India o la Indochina, fueron los europeos.
¿Cómo
le gustaría morir?
Siendo
asesinado, eso sería más digno. Es mejor que morir de un ataque de
hemorroides.
¿Qué
le gustaría que se dijera de usted? ¿Cómo le gustaría que fuera
su funeral?
Me
da igual. Sin embargo, me gustaría que las personas se interesaran
en mi vida y en mi obra después de mi muerte. Ya advertí a mis
amigos del partido, nada de embalsamiento. Y, si alguno viese que me
erigen una estatua, que la destruya con un martillo neumático.
¿Qué
le gustaría heredar a las nuevas generaciones?
La
idea de que es posible ser un héroe en el siglo XXI.
Traducción
de Francisco Serratos.
Fuente: Blogindie