Maurice Blanchot
escribía, hace ya diez años: “Sólo importa el libro, tal como
es, fuera
de los rótulos, prosa, poesía, novela, testimonio, bajo
los cuales se resiste a ser ubicado
y a los cuales niega el poder de
fijarle un lugar y determinar su forma. Un libro ya no
pertenece a
un género; todo libro depende exclusivamente de la literatura, como
si esta
poseyese por anticipado, en su generalidad, los secretos y
las fórmulas, únicos en
conceder a lo que se escribe, realidad de
libro” (El libro que vendrá, págs, 243-244).
¿Por qué
entonces volver a plantear problemas perimidos? Gérard Genette
respondió
acertadamente: “El discurso literario se produce y
desarrolla según estructuras que ni
siquiera puede transgredir por
la sencilla razón de que las encuentra, aún hoy, en el
campo de su
lenguaje y de su escritura”. (Figures II, pág. 15).
T. Todorov, Introducción a la literatura fantástica, 1980.