Fotograma: Domicilio Conyugal- François Truffaut
El destino de la memoria
[ese órgano poroso] no es
olvido; es la infidelidad. Colados en el
recuerdo de
otro, somos otro. Ensimismados en un objeto no sabemos
que es otro quien se nos ha colado en forma
de objeto. Y cuando en
busca de un viejo amor desandamos el trayecto [exactamente el mismo],
encontramos otra cosa [pero no nos damos cuenta], y como sólo puede
existir aquello que volverá a repetirse [es ley], a veces dudo de si
realmente hemos caminado
ese camino [por deducción: algún camino,
todos los
caminos]. Y si un perro se muere lo que lloramos es
haber
conocido la verdad que aún no nos ha llegado.
Y las manzanas nunca
caen de la misma forma [tampoco los párpados; por eso soñamos]. Y
si todo esto
no es cierto, o no existe el hombre, o no existe el
poema, o ningún hombre ha escrito jamás un poema. Pero no te
escribía para esto [que también], sino
para decirte que ayer
encontré una carta tuya en la
que me decías, «acabo de llegar y
ya sé que me vestirás con tus besos». Un día, en alguna
infidelidad de la memoria, habrá sido verdad.
Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus (Alfaguara, 2012)