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miércoles, 2 de diciembre de 2015

Novedades de fin de año.







Esas noticias que restauran espíritus maltrechos.

Hoy recibí dos agradables sorpresas: 

1.- Por la mañana una amiga, estudiante de Letras de la UES, me comentó su sorpresa al darse cuenta de que en la Universidad de El Salvador estaban estudiando Los inacabados (Premio Europeo Hibueras 2006) como parte de la clase de Literatura Salvadoreña y Centroamericana. Además hubo una pregunta sobre la obra en su examen final: "Explique brevemente la técnica de Los inacabados de Gustavo Campos". También se estudió sobre los nuevos aportes que este libro hace a la narrativa centroamericana. Esta noticia me encantó porque en mi país pocas personas la han leído, y dos o tres personas la han reseñado, entre ellos Hernán Antonio Bermúdez y Jorge Martínez, el primero con una reseña y el segundo con un ensayo. También vale acotar que me sorprende aún más debido a que al final solo 300 ejemplares se publicaron en 2010. Y lo que causa más satisfacción es que no fue una lectura impuesta como solemos hacer en nuestro país. Pensé que el libro había muerto en Honduras.

2.- Hoy me llegó el libro "Óscar Acosta: Lucidez creativa", en homenaje al poeta, narrador, diplomático y gran ser humano como lo fue él, el cual se presentó recientemente en Tegucigalpa y que tuvo por instituciones involucradas la UNAH, Fundación para el Museo Del Hombre Hondureño, esfuerzo a cargo de los compiladores Hernán Antonio Bermúdez y Carlos López Contreras, de la Secretaría de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional.
 
En él aparecen 21 autores -poetas, narradores, críticos de literatura, ensayistas, profesores universitarios-: Leonel Alvarado, Héctor M. Leyva, Rigoberto Paredes, Hernán Antonio Bermúdez, Sara Rolla, Eduardo Bähr, José Antonio Funes, José González, Rafael Leiva Vivas, Roberto Flores Bermúdez, Giovanni Rodríguez, Rolando Kattán, Gustavo Campos, Rafael Heliodoro Valle, Arturo Mejía Nieto, Pablo Antonio Cuadra, Ramón Oquelí, Julio Escoto, Helen Umaña, Luis Jíménez Martos y Segisfredo Infante.
 
Agradezco la oportunidad que se me dio de participar. Más que merecido el homenaje al poeta Acosta. Además, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras decidió que este año académico llevara su nombre.

martes, 17 de marzo de 2015

UNA CARTA DESDE TEGUCIGALPA. Hernán Antonio Bermúdez









UNA CARTA DESDE TEGUCIGALPA

                      Por Hernán Antonio Bermúdez

“Ya no esperamos más de lo que nos ha sido dado”               
Mark Strand


  “Una carta desde Tegucigalpa” es el título de un poema incluido en el libro Casi Invisible del canadiense Mark Strand, fallecido en noviembre del 2014. Allí el poeta afirma que “En los viejos tiempos, mis pensamientos se encendían como pequeñas chispas en la casi oscuridad de la conciencia y yo los transcribía”.

   Traigo esas líneas a colación tras haber leído Irreverencias y reverencias de Rigoberto Paredes, recientemente publicado bajo el sello editorial Paradiso. Se trata de un poemario de impecable factura, con la calidad poética a que nos tiene acostumbrados dicho autor. 

  Pues ciertamente allí pareciera que el poeta Paredes hubiese “transcrito” sus pensamientos que reverberan como chispas vivas capaces de enardecer el texto. De la oscuridad, de la inerte indiferencia, extrae panegíricos ardorosos a poetas, artistas y pensadores (a Darío, a Alfonso Guillén Zelaya, a Clementina Suárez, a Juan Ramón Molina, a Alejandra Pizarnik, a Drumond de Andrade, a Holderlin, a Van Gogh, a Cioran, entre otros). Pero si bien el poeta se deleita en la confección de esos laureles a los integrantes de su panteón, como buen maestro de la expresión poética, echa a rodar una brutal vivacidad de epítetos con un estilo infatigablemente animado.

  Así, al aludir a las glorias literarias de Darío en el extranjero, deplora que “todo eso para venir a morir en un catre de León/entre sábanas puercas, / Chayo y las moscas” (p. 14).

  Y es que detrás del “memorial de agravios”, que es el reverso inevitable de la celebración del talento y la brillantez, Rigoberto Paredes consigue crear un mundo propio, un lenguaje tan identificable y peculiar que el lector no puede menos que rendirse ante la idiosincrasia de esa voz poética. 

  En Irreverencias y reverencias el lenguaje literario crea su propio diapasón, su cadencia irrepetible, con sus sonidos y timbres incanjeables. Sorna, sarcasmo e ironía son los “compañeros de viaje” consabidos, que el autor maneja con destreza de espadachín, tal y como lo ha sabido demostrar en libros anteriores.

  Pues bien, “perdido/entre los callejones de Tegucigalpa” (p. 19), “…en estos despeñaderos” (p. 21), “…entre muros de hojalata” (p. 36), en medio de la infamia, y pese a todo, “¿Quién dijo que un paisaje estepario/es más inquietante que una mujer semidesnuda?” (p. 55).  Y, como siempre, “…ella ciertamente es caso aparte/con sus piernas cruzadas/y sus pechos a punto de soltar amarras. /Aquí me quedaré, soñándola despierto, / como un fauno en brama y de malsano juicio” (p. 55).

  La carga erótica impregna el poema, y éste merced a su propio ímpetu, absorbe al lector y vivifica su experiencia. La sutileza de significados se condensa en el llamado irresistible del Garden Bar:
“Y cómo no amar lo que se tiene/por un rato/ en el suelo, en un catre, en caro lecho, / cómo dejar de hacer, cómo dejarlas/solas, a merced del olvido./Vengan a mí las doncellas del Garden,/ aquel del farolillo anémico en la entrada.”(p. 49)

  En definitiva, larga vida al “arcano deleite de dos cuerpos” (p. 59), que, en el caso de Irreverencias y reverencias se funda en el privilegio de escribir teniendo “sentada la belleza en las rodillas” (p. 11).

             Tegucigalpa, 3 de marzo del 2015

lunes, 17 de septiembre de 2012

Foto de la Presentación de libros en la UNAH


De izquierda a derecha: Dr. Héctor Miguel Leyva, Jessica Sánchez, Rigoberto Paredes, Magdiel Midence, Ludwing Varela, Miguel Acosta. 

La foto corresponde a la presentación de los libros de los escritores: Magdiel Midence, Ludwing Varela y Gustavo Campos.