martes, 31 de diciembre de 2013

Es porque existes (Aleluya No 6 y Aleluya No 7). Luis Eduardo Aute




Aleluya No 6

Letra:

Si aún surge del desaliento
el aire de una canción,
si todavía algún príncipe duda
entre el trono del rey o la ley del talión,
si aún arde el último clavo
que despidió el hormigón,
si todavía hay alguna bandera
que tenga por patria ninguna nación...
ay, amor, es porque existes,
aleluya, aleluya...

Si aún tienen rabo las nubes
que duermen en el desván,
si todavía hay quien sepa que "escrúpulo"
no es un parásito del alacrán,
si aún son los besos de Circe
la causa del talismán,
si todavía es el fruto del árbol
del bien y del mal un atávico imán...
ay, amor, es porque existes,
aleluya, aleluya...

Si aún se persigna un suicida
antes del salto mortal,
si todavía la carne de la soledad
se perfuma con flores del mal,
si aún no ha domado la Bestia
el alma del animal,
si todavía aletea algún pájaro dulce
entre tantas estatuas de sal...
ay, amor, es porque existes,
aleluya, aleluya...

Si aún no soporta el vampiro
no verse en su identidad,
si todavía hay quien tenga el honor
de ser cómplice del crimen de la verdad,
si aún no han aislado el genoma
del clon de la Trinidad,
si todavía es un vals lo que bailan,
ingrávidas, las fuerzas de gravedad...
ay, amor, es porque existes,
aleluya, aleluya...


Aleluya No 7



Letra: 

Si aún vuelve, al fin de la noche,
un rayo de claridad,
si aún no ha callado la Música
de un corazón sin edad,
si aún es el cuerpo un delito
y no una casualidad,
si aún no revela la célula
quién dicta su voluntad,
amor, es porque existes,
es porque existes.

Si aún crece alguna marea
que no vomite alquitrán,
si aún iluminan luciérnagas
el sueño de Peter Pan,
si aún canta alguna sirena
bajo el mar de Leviatán
si aún gesta alguna crisálida
la sepultura de Adán,
amor, es porque existes,
es porque existes.

Si aún rompe algún crucifijo
la paz de la catedral,
si aún se desnuda el espíritu
en el encuentro carnal,
si aún no perdió la balanza
su fiel a la vertical.
si aún huye la Vía láctea
hacia el Principio Final.
amor, es porque existes
es porque existes.

lunes, 30 de diciembre de 2013

La Grande Bellezza. Paolo Sorrentino



“Termina siempre así, con la muerte. Pero antes, hubo vida. Escondida debajo el bla, bla, bla, bla, bla. Y todo sedimentado bajo los murmullos y el ruido. El silencio y el sentimiento, la emoción y el miedo. Los demacrados, caprichosos destellos de belleza. Y luego la desgraciada miseria y el hombre miserable. Todo sepultado bajo la cubierta de la vergüenza de estar en el mundo. Bla, bla, bla, bla, bla, bla. Más allá, está el más allá. Yo no me ocupo del más allá. Por tanto, que esta novela dé comienzo. En el fondo, es solo un truco. Sí, es solo un truco.” 


jueves, 19 de diciembre de 2013

Jordi Carrión presentado por Ricardo Piglia.


Ricardo Piglia dialoga con Jorge Carrión acerca de su libro Librerías, finalista del Premio Ensayo Herralde 2013. 


miércoles, 18 de diciembre de 2013

El túnel. Ernesto Sabato.

Fotograma de La aventura (1960)


"Es curioso, pero vivir consiste en construir futuros recuerdos; ahora mismo, aquí frente al mar, sé que estoy preparando recuerdos minuciosos, que alguna vez me traerán la melancolía y la desesperanza."

martes, 17 de diciembre de 2013

Metamorphosis. Philip Glass

Álbum completo. 

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Premio Europeo Hibueras de Poesía 2013

José González, Moisés Inestroza y Gustavo Campos
Premiación de los ganadores del Premio Europeo Hibueras de Poesía 2013. 

Notas en los periódicos y otros medios:

El Heraldo
La Prensa
HRI DIGITAL
Boletín Universitario de la UNAH





martes, 10 de diciembre de 2013

Ámate. Pandas con Alzheimer





"Ámate" es un minimusical que aboga por la comunicación intrafamiliar, la educación sexual y reproductiva, el auto-amor, y la legalización de las PAE. Este audiovisual animado es uno de los proyectos seleccionados de la convocatoria [Mi cuerpo es mío] del Fondo Centroamericano de Mujeres. 

viernes, 6 de diciembre de 2013

Es como si esta vida no hubiera existido. León Tolstoi





“Yo estaba limpiando la pieza, al dar la vuelta, me acerqué al diván y no podía acordarme si lo había limpiado o no. Como esos movimientos son habituales e inconscientes no podía acordarme y tenía la impresión de que ya era imposible hacerlo. Por lo tanto, si he limpiado y me he olvidado, es decir, si he actuado inconscientemente, es exactamente como si no lo hubiera hecho. Si alguien consciente me hubiera visto, se podría restituir el gesto. Pero nadie lo ha visto o sí lo ha visto inconscientemente, si toda la vida compleja de tanta gente se desarrolla inconscientemente, es como si esta vida no hubiera existido". 

(Nota del diario de L. Tolstoi)

miércoles, 4 de diciembre de 2013

No More Home, No More Love. Soko



Letra:


No more home
I downgrade on the couch again.
I swear I'll make myself tiny
Just have a suitcase and guitar with me.

No more home
Much more worries
It was fun for just a second
To be a vagabond musician
But I could use some security now.

I just can't recall
How I did it before
You're way stronger
When you're younger
Just have to learn it all again.

No more love
I've been fired from my caretaker job
I'm always the one who loves the most
And I suffer even more.

And I just can't recall
How I did it before
Love is much bigger
When you're younger
Just have to learn it all again.

Just have to learn it all again.

martes, 3 de diciembre de 2013

Into Dust. Mazzy Star







Letra:

Still falling
Breathless and on again
Inside today
Inside me today
Around broken in two
Til your eyes share into dust
Like two strangers turning into dust
Til my hand shook with the weight of fear
I could possibly be fading
Or have something more to gain
I could feel myself growing colder
I could feel myself under your fate
Under your fate
It was you, breathless and torn
I could feel my eyes turning into dust
Into strangers, turning into dust
Turning into dust
Turning into dust

jueves, 28 de noviembre de 2013

Prólogo a Música para camaleones. Truman Capote

Truman Capote. Foto: Carl Van Vechten


Mi vida —como artista, por lo menos— puede ser proyectada en un gráfico con la misma precisión que una fiebre, registrándose altos y bajos, ciclos específicamente definidos.

Comencé a escribir a los ocho años, inesperadamente, sin la inspiración de un modelo. No conocía a nadie que escribiera. En realidad, apenas si conocía a alguien que leyera. El hecho era que sólo cuatro cosas me interesaban: leer, ir al cine, zapatear y dibujar. Luego, un día, empecé a escribir, sin saber que me había encadenado, de por vida, a un amo noble pero despiadado. Cuando Dios nos ofrece un don, al mismo tiempo nos entrega un látigo, y éste sólo tiene por finalidad la autoflagelación.

Pero, naturalmente, yo no lo sabía. Yo escribía historias de aventuras, novelas policiales, escenas cómicas, cuentos que me habían narrado ex esclavos y veteranos de la Guerra Civil. Me divertía muchísimo, al principio. Dejé de divertirme cuando descubrí la diferencia entre escribir bien y mal, y luego hice un descubrimiento más alarmante aun: la diferencia entre escribir muy bien y el verdadero arte. Una diferencia sutil, pero feroz. Después de eso, cayó el látigo.

Así como algunas personas practican el piano o el violín cuatro y cinco horas diarias, yo practicaba con mis lapiceras y papeles. Sin embargo, no mostraba a nadie lo que hacía. Si alguien me preguntaba en qué estaba ocupado todo ese tiempo, les decía que con mis tareas escolares. En realidad, nunca hacía tareas escolares. Las literarias me mantenían totalmente ocupado: se trataba de mi aprendizaje en el altar de la técnica, del oficio, de las endiabladas complicaciones de la división en párrafos, la puntuación, el empleo del diálogo, para no mencionar el gran diseño total, el gran arco que exige comienzo, medio y final. Había que aprender, y de tantas fuentes: no sólo de los libros, sino de la música, de la pintura, de la mera observación cotidiana.

En realidad, lo más interesante que escribí en ese tiempo fueron las simples observaciones cotidianas que asentaba en mi diario. Descripciones de un vecino. Largas transcripciones literales de conversaciones oídas. Chismes locales. Un tipo de reportaje, un estilo de “ver” y “oír” que más adelante influiría seriamente en mí, aunque entonces no me daba cuenta, pues todo lo “formal” que escribía, lo que pulía y pasaba cuidadosamente a máquina, era más o menos ficticio.

Ya a los diecisiete años era un escritor consumado. De ser pianista, ése hubiera sido el momento propicio para el primer concierto en público. Siendo escritor, decidí que era el momento de publicar. Envié cuentos a las principales publicaciones literarias, y a las revistas de distribución nacional, que en aquellos días publicaban los cuentos de mayor “calidad”, como Story, The New Yorker, Harper’s Bazaar, Mademoiselle, Harper’s, Atlantic Monthly.Mis cuentos aparecieron, puntualmente, en las mismas.

Luego, en 1948, publiqué una novela: Otras voces, otros ámbitos. Fue bien recibida por la crítica, y resultó un best seller. También, debido a una exótica fotografía de su autor en la contratapa, fue el comienzo de una cierta notoriedad que me ha perseguido todos estos años. En realidad, muchas personas han atribuido el éxito comercial de la novela a la foto. Otros restaron importancia al libro, como si se tratara de un extraño accidente: “Sorprendente que alguien tan joven pueda escribir tan bien”. ¿Sorprendente? ¡Sólo hacía catorce años que escribía, día tras día! En general, la novela fue una conclusión satisfactoria del primer ciclo de mi desarrollo.

Una novela corta, Desayuno en Tiffany’s, concluyó el segundo ciclo en 1958. Durante los diez años intermedios, experimenté con casi todos los estilos y formas literarios, intentando dominar una variedad de técnicas, lograr un virtuosismo tan fuerte y flexible como la red de un pescador. Por supuesto, fracasé en varias de las áreas que ensayé, pero es verdad que uno aprende más del fracaso que del éxito. Así fue en mi caso, y más adelante pude aplicar con gran provecho lo que aprendí. De todos modos, durante esa década de exploración escribí colecciones de cuentos cortos (Un árbol nocturno, Recuerdo de Navidad), ensayos y retratos (Color local, Observaciones, la obra contenida en Los perros ladran), obras de teatro (El arpa de hierba, Casa de flores), libretos para películas (Beat the Devil, The Innocents), y una enormidad de reportajes reales, la mayoría para The New Yorker.

En realidad, desde el punto de vista de mi destino creativo, lo más interesante que hice durante toda esta segunda fase apareció primero enThe New Yorker como una serie de artículos, y posteriormente en un libro titulado Se oyen las musas. El tema era el primer intercambio cultural entre la Unión Soviética y los Estados Unidos: una gira hecha por Rusia, en 1955, por una serie de negros norteamericanos que representaban Porgy and Bess.Concebí toda la aventura como una breve novela cómica “verídica”, la primera de todas.

Unos años antes, Lillian Ross había publicado Picture, su historia de la filmación de una película, The Red Badge of Courage. Con sus rápidos cortes, las escenas retrospectivas o anticipatorias, era, en sí, como una película, y mientras la leía me preguntaba qué pasaría si la autora abandonara su dura disciplina lineal de reportaje directo y tratara el material como si fuera una novela: ¿ganaría, o perdería el libro? Decidí ver qué pasaba, cuando se me presentara el tema apropiado. Porgy and Bess en Rusia, en pleno invierno, me pareció apropiado.

Se oyen las musas recibió críticas excelentes; incluso fue elogiada por medios generalmente poco benévolos conmigo. Aun así, no llamó especialmente la atención, y las ventas fueron moderadas. Sin embargo, el libro fue un acontecimiento importante para mí: mientras lo escribía, me di cuenta de que podía haber hallado solución a lo que siempre había sido mi mayor dilema creativo.

Desde hacía muchos años me sentía atraído hacia el periodismo como una forma de arte en sí mismo, por dos razones: primero, porque me parecía que nada verdaderamente innovador se había producido en la prosa, o en la literatura en general, desde la década de 1920, y segundo porque el periodismo como arte era casi terreno virgen, por la sencilla razón de que muy pocos escritores se dedicaban al periodismo y, cuando lo hacían, escribían ensayos de viaje o autobiografías. Se oyen las musas me hizo pensar de una manera totalmente distinta. Yo quería escribir una novela periodística, algo en mayor escala que tuviera la verosimilitud de los hechos reales, la cualidad de inmediato de una película cinematográfica, la profundidad y libertad de la prosa y la precisión de la poesía.

Sólo en 1959 un misterioso instinto dirigió mis pasos hacia el tema —un oscuro caso de asesinato en una región aislada de Kansas— y finalmente, en 1966, pude publicar el resultado: A sangre fría.

En un cuento de Henry James, creo que The Middle Years, el protagonista, que es un escritor en las sombras de la madurez, se lamenta: “Vivimos en la oscuridad, hacemos lo que podemos; el resto es la locura del arte”. Dice esto, más o menos. De todos modos, James habla con toda franqueza, nos dice la verdad. Lo más oscuro de la oscuridad, lo peor de la locura, es el inexorable riesgo que entraña. Los escritores, al menos los que están dispuestos a correr verdaderos riesgos, los que se aventuran a todo, tienen mucho en común con otra raza de solitarios: los que se ganan la vida jugando al billar y a los naipes. Muchos pensaron que estaba loco al pasar seis años recorriendo las llanuras de Kansas; otros rechazaron mi concepción de la “novela verídica”, decretándola indigna de un escritor “serio”. Norman Mailer la describió como “un fracaso de la imaginación”, queriendo decir, supongo, que un novelista debería escribir sobre algo imaginario y no sobre algo real.

Sí, fue como jugar al póker con apuestas altísimas. Durante seis largos años, en que sentí los nervios desquiciados, no supe si tenía o no un libro. Fueron largos veranos y helados inviernos, pero yo seguía firme ante la mesa de juego, jugando la mano lo mejor posible. Luego, resultó que sí tenía un libro. Varios críticos se quejaron de que “la novela no ficticia” era un término para llamar la atención, un fraude, y que no había nada de nuevo ni original en lo que yo había hecho. Otros, sin embargo, opinaron de manera distinta. Se dieron cuenta del valor de mi experimento y pronto lo pusieron en práctica. Nadie fue más rápido que Norman Mailer, que ganó mucho dinero y obtuvo muchos premios con sus novelas no ficticias (Los Ejércitos de la noche, Of a Fire on the Moon, La Canción del Verdugo), si bien ha tenido mucho cuidado en no describirlas nunca como “novelas verídicas”. No importa: es un buen escritor y un gran tipo, y estoy agradecido por haber podido hacerle un pequeño favor.

La zigzagueante línea en el gráfico de mi reputación como escritor alcanzó una altura saludable, y allí la dejé un tiempo antes de pasar a mi cuarto ciclo, que supongo será el último. Durante cuatro años, aproximadamente entre 1968 y 1972, me dediqué a leer, seleccionar, corregir y clasificar mis propias cartas, las de otras personas, mis diarios (que contienen descripciones detalladas de cientos de escenas y conversaciones) correspondientes al período 1943-1965.Tenía la intención de utilizar gran parte de ese material en un libro que planeaba desde hacía años: una variante de la novela verídica. Lo titulé Answered Prayers (Plegarias escuchadas), que es una cita de Santa Teresa, quien dijo: “Se derraman más lágrimas por plegarias escuchadas que no escuchadas”. Comencé a trabajar en este libro en 1972, escribiendo primero el último capítulo (siempre es bueno saber adónde va uno). Luego escribí el primero, “Monstruos no malcriados”, después el quinto, “Un severo insulto al cerebro”, a continuación el séptimo, “La côte basque”. Proseguí de esta forma, escribiendo distintos capítulos fuera de secuencia. Pude hacerlo porque el argumento —o argumentos, más bien— era verídico, y todos los personajes, reales. No era difícil recordarlo todo, pues no había inventado nada. Sin embargo, no fue mi intención escribir un roman à clef, ese género en que los hechos se disfrazan de ficción. Mis intenciones eran lo opuesto: quitar los disfraces, no fabricarlos.

En 1975 y 1976 publiqué cuatro capítulos del libro en la revista Esquire. Esto causó enojo en ciertos círculos, en los que se tuvo la sensación de que yo estaba traicionando confidencias, maltratando a amigos y/o a enemigos. No quiero discutir esto; se trata de política social y no de mérito artístico. Diré solamente que todo lo que tiene el escritor para trabajar es el material que ha reunido como resultado de su propio esfuerzo y de sus observaciones, y no se le puede negar el derecho de usarlo. Se podrá condenar su uso, pero no negárselo.

No obstante, interrumpí Answered Prayers en septiembre de 1977, hecho que nada tuvo que ver con la reacción pública recibida por las partes ya publicadas. La interrupción se debió a que yo estaba pasando un momento terrible: atravesaba una crisis creativa y personal al mismo tiempo. Como la faz personal no estaba relacionada, excepto muy tangencialmente, con la creativa, sólo es necesario referirme al caos creativo.

A pesar de que fue un verdadero tormento, ahora me alegro de que haya ocurrido. Después de todo, alteró mi concepción total de la literatura, mi actitud hacia el arte, la vida, el equilibrio entre ambos y mi comprensión de la diferencia entre lo verdadero y lo realmente verdadero.

Por empezar, creo que la mayoría de los escritores, incluso los mejores, recargan las tintas. Yo prefiero aligerarlas, usar un estilo simple y cristalino como un arroyo de campo. Descubrí que mi estilo se volvía demasiado denso, que me llevaba tres páginas conseguir efectos que debería lograr en un solo párrafo. Volví a leer y a releer todo lo que había escrito en Answered Prayers, y empecé a tener dudas, no acerca del material o de mi enfoque, sino de la textura del estilo. Releí A sangre fría y tuve la misma reacción: en muchas partes el estilo no era tan bueno como debería ser, y no liberaba todo el potencial. Lentamente, con una alarma que iba en aumento, volví a leer cada palabra publicada en mi vida, y llegué a la conclusión de que nunca, ni una sola vez en mi carrera de escritor, había explotado toda la energía ni toda la excitación estética contenidas en el material. Me di cuenta de que, hasta en las mejores partes, trabajaba con la mitad, e incluso un tercio, de las posibilidades que tenía. ¿Por qué?

La respuesta, que me fue revelada después de meses de meditación, era sencilla pero no muy satisfactoria. No hizo nada, por cierto, para disminuir mi depresión. Por el contrario, la empeoró. La respuesta creaba un problema aparentemente insoluble y, si no podía solucionarlo, mejor era dejar de escribir. El problema era el siguiente: ¿cómo puede un escritor combinar con buen resultado dentro de una sola forma —digamos el cuento— todo lo que sabe de todas las otras formas literarias? Pues a esto se debía el que mi obra estuviera, a menudo, iluminada insuficientemente: el voltaje existía, pero al restringirme a las técnicas de la forma en la que escribía en ese momento, no utilizaba todo lo que sabía del arte de escribir, todo lo que había aprendido de libretos, obras de teatro, reportajes, poesías, cuentos,nouvelles, novelas. Un escritor debía tener a su disposición, sobre su paleta, todos los colores, todas las habilidades para poderlos combinar y, cuando fuera apropiado, aplicar simultáneamente. La pregunta era: ¿cómo?

Retomé Answered Prayers. Descarté un capítulo y volví a escribir otros dos. Mejor, decididamente, mucho mejor. Pero la verdad era que debía volver al jardín de infantes. Allí estaba, otra vez, frente a una mesa de juego, aunque excitado, pues me sentía iluminado por un sol invisible. Aun así, mis primeros experimentos fueron torpes. Me veía como a un niño con una caja de lápices de colores.

Desde el punto de vista técnico, la mayor dificultad que tuve al escribir A sangre fría fue no participar. Por lo general, el periodista tiene que entrar en la obra como personaje, como observador testigo, si es que quiere mantener el libro dentro del plano de lo verosímil. Yo sentía que era esencial, para el tono aparentemente objetivo del libro, que el autor permaneciera ausente. En realidad, en todos mis reportajes, siempre intenté mantenerme lo más invisible que fuera posible.

Ahora, sin embargo, me coloqué en el centro del escenario y empecé a reconstruir, de una manera severa y mínima, conversaciones cotidianas con personas comunes: el encargado de mi edificio, un masajista en el gimnasio, un viejo compañero de escuela, mi dentista. Después de escribir cientos de páginas sencillas, llegué a conseguir un estilo. Había descubierto un marco dentro del cual podía asimilar todo lo que sabía del arte de escribir.

Más tarde, utilizando una versión modificada de esta técnica, escribí una nouvelle verídica (Féretros tallados a mano) y una cantidad de cuentos. El resultado es el presente volumen, Música para camaleones.


¿Cómo ha afectado todo esto al resto de mi obra en preparación, Answered Prayers? Considerablemente. Mientras tanto, heme aquí solo, sumido en mi oscura locura, completamente solo con mi mazo de naipes y, por supuesto, con el látigo que Dios me dio.

viernes, 8 de noviembre de 2013

ACTA DEL JURADO CALIFICADOR DEL PREMIO EUROPEO HIBUERAS (31/10/2013)



Reunidos a los doce días del mes de octubre de de 2013 a las 17:00 horas, en las instalaciones del Centro Cultural de España en Tegucigalpa, los miembros del jurado calificador del Premio Europeo Hibueras 2013, séptima edición poesía, hemos resuelto por unanimidad:

Primero: Felicitar a los organizadores por esta convocatoria que ha logrado sumar 42 obras presentadas en este concurso.

Segundo: Otorgar el primer premio a la obra Memorias de Atahualpa, presentada bajo el seudónimo de Nautilus ww, por su exquisita unidad y sentido épico, característica poco común en la literatura hondureña, y la búsqueda del largo aliento en las multiplicaciones de los instantes. A consideración del jurado este libro enriquece de manera significativa el panorama actual de la literatura hondureña. 


Tercero: Otorgar el segundo premio a la obra Tríptico del iris de Narciso, presentada bajo el seudónimo de Joaquín Arce, por reflejar una madurez expresiva que utiliza el metalenguaje y la ironía en el marco de una propuesta estética contemporánea.


Cuarto: Otorgar el tercer premio al poemario Canto en agraz, presentado bajo el seudónimo de Alejandro Versé, por su lirismo contemplativo y la persistente búsqueda de los elementos tradicionales de la poesía.


Quinto: A requerimiento del jurado, el Comité Organizador ha develado las placas que se encontraban bajo custodia, revelando que los seudónimos Nautilus wwJoaquín Arce y Alejandro Versé corresponden a los autores José Dolores González ParedesGustavo Simón Salgado Campos y Moisés Alejandro Inestroza Murillo, respectivamente.



Y para constancia suscribimos

·         Gabriel Vallecillo
·         María Eugenia Ramos
·         Rolando Kattán




Nota del comité organizador: pendiente confirmación del lugar y fecha de la premiación.




Para leer los ganadores de los certámenes anteriores: CCET- AECID




lunes, 4 de noviembre de 2013

Los siete mensajeros. Dino Buzzati.

Dino Buzzati (1906-1972)


"Una nueva esperanza me empujará mañana aún más adelante, hacia esas montañas inexplorables que las sombras de la noche están ocultando. Una vez más levantaré mí campamento, mientras Domenico desaparezca en el horizonte, por la parte opuesta, para llevar a la lejanísima ciudad mi mensaje inútil." 


Fragmento de "Los siete mensajeros". 

domingo, 3 de noviembre de 2013

“Premio Europeo Hibueras 2013 de Poesía”


Mario Gallardo, José González, Gustavo Campos (Foto: Gerardo Torres, 2008).



El comité organizador del Premio Europeo Hibueras, integrado por las Embajadas de Alemania, España, Francia e Italia y la Delegación de la Unión Europea en Honduras, ya dio a conocer a los ganadores de la 7ª edición del Premio, en cuya ocasión la rama es la de poesía. Desconozco quién se acreditó el tercer lugar, pero dejo a continuación el acta del jurado referente a los dos primeros lugares: 

  •  1.- José Dolores González
Primer Premio al poemario Memorias de Atahualpa, presentado bajo el pseudónimo de Nautilus ww, por su exquisita unidad y vocación al canto épico, característica poco común en la literatura hondureña, la búsqueda del largo aliento en las multiplicaciones de los instantes.


  • 2.- Gustavo Campos 
Segundo Premio al poemario Tríptico del Iris de Narciso, presentado bajo el pseudónimo de Joaquín Arce, por su sentido reflexivo, con un lenguaje que por sí mismo se vuelve metáfora. Es un libro desenfadado con muchos reflejos de frescura y sinceridad.

miércoles, 30 de octubre de 2013

La pluma. Tomasso Landolfi

La pluma


TODOS SABEN QUE LAS PLUMASal igual que los encendedores y como cualquier otro objeto de uso, necesitan reposo; por consecuencia, cuando el poeta constató que su pluma ya no escribía como debería escribir, no se sorprendió demasiado y la dejó a un lado, tomándole prestada, por el momento, una pluma a la dueña de la pensión. Pero tampoco ésta escribía, pese a que había sido tratada con muchos miramientos y que había sido secundada en sus supuestos caprichos de pluma mediante oportunas inclinaciones o presiones; lo que indujo al poeta a regresar con un espíritu más conciliatorio con la primera pluma, la cual, sin embargo, continuaba reticente. Finalmente, luego de varios intentos y de haber sido paciente durante varios días (con grave perjuicio a la prepotente inspiración), se decidió a comprar una pluma nueva. La propia dueña de la pensión le anticipó el dinero necesario, y el poeta se dirigió a la mejor tienda de la ciudad, eligió la mejor y la más costosa y, seguro de que ya nada estorbaría la libre expansión de sus sentimientos, se encaminó triunfante a casa. 

    Regresó, se sentó ante el escritorio, comenzó sin titubeos un soneto, es decir, escribió el título del soneto, el primer verso, una parte del segundo y... y aquí la pluma nueva y perfecta se negó a su vez a escribir. ¿Eh, cómo es posible, si hace apenas un rato había escrito impecablemente y con prontitud las largas líneas y las cortas frases de prueba? La cosa era singular: una sospecha atravesó la mente del poeta, por lo que creyó pertinente considerar con mayor cuidado el comportamiento de estas plumas; en particular de esta última, cuya misma excelencia excluía la hipótesis de un accidente ocasional.

    No era precisamente que se negara a escribir; más bien era que, pese a haber sido alimentada con tinta, cuidadosamente limpiada, etcétera, llegado a un cierto punto languidecía, dejando en la hoja una huella cada vez más pálida, hasta volverse muda, o ciega, en resumen, hasta que ya no dejaba huella alguna. Para ser más claros, en realidad parecía que algo de lo que el poeta iba escribiendo no le gustaba, y que por eso se negaba a ejecutar su obra.

    En palabras aún más sencillas, el poeta entendió que la pluma lo juzgaba, así como quizá lo habían juzgado las anteriores, por eso era su huelga. Así que resultaba inútil buscar más plumas renuentes, daba lo mismo; y aunque lo aceptaba a regañadientes, deploraba que, si las plumas eran a tal punto evolucionadas y conscientes, no se pudiese pactar con ninguna de ellas. Y por otra parte, al poeta se le ocurrió pensar que, a lo mejor, de ellos dos, a quien le asistía la razón era precisamente a la pluma; quizá a través de este medio el dios Apolo intentaba convocarlo al orden... Pero vamos a ver, ¿a qué orden?, es decir, ¿cuáles eran sus faltas o pecados en cuanto poeta? ¿Quizá encontraban —el dios y, por poder, la pluma— que su estilo era demasiado pomposo o, por el contrario, demasiado pudibundo? ¿Albergaban dudas sobre la sinceridad de sus sentimientos? ¿Desaprobaban la elección misma de sus temas? ¿Estimaban poco musical su verso y su prosa numerosa? Preguntas que regresaban, luego, como si fuesen una: ¿qué era lo que la pluma quería de él? Era urgente entenderlo, tanto para la salud de su poesía como de la poesía en general, y el poeta se dedicó a esto con empeño; es necesario, se repetía a sí mismo, ir avanzando de prueba en prueba; quizá a través de eliminaciones sucesivas se podrían adivinar las intenciones de la pluma y obtener de ella, finalmente, su aprobación.

    Ahora bien, durante algún tiempo siguió esta suerte de contienda con alternada suerte: en ocasiones le parecía que había podido amansar a la ministra y adversaria (en el sentido en que ella lo dejaba escribir tres o cuatro líneas sin languidecer), pero inmediatamente después la desesperante situación se restablecía, y la pluma, siempre menos partícipe, cada vez cediendo menos de sí misma o de su propia tinta o de su propia sangre, terminaba arañando infructuosamente la hoja. De todo esto, por lo demás, no se pretende dar noticia; será suficiente con saber que llegó el día en que el poeta, cansado de tanto sube y baja y de tantas derrotas, se dispuso a realizar un experimento, según él, definitivo.

    El poeta se dijo a sí mismo: ¿Es o no es el amor el sentimiento más noble y universal? Y se respondió: Sin duda alguna. Por lo cual, continuó dialogando consigo mismo, sobre dicho incipit, al menos, la pelandusca de mi pluma no encontrará nada que objetar; si yo hablo de mi amor, se le escuchará rechinar. Y sin embargo no, añadió honestamente, si mi amor no fuese genuino, sino cualquier otro sentimiento simulado o literario, ella tendría toda la razón del mundo para fruncir la boca. Pues bien, pongamos atención: ¿yo amo realmente, es real esa distinguida doncella que he puesto en la cumbre de mis pensamientos y mis esperanzas? Sí, amo con toda mi alma y la distinguida doncella está en la cumbre, creyó responderse... ¡Oh! Bueno, lo elevado del tema y la sinceridad no son suficientes, de acuerdo; pero seguirán siendo dos puntos a mi favor, y ya pensaremos después en el resto.

    Vamos, vamos, a la obra; y escribió con buen garbo el título de la composición: Mi amor. Y la pluma siguió dócilmente el movimiento de su mano, socorriéndolo con una perfecta erogación de tinta (como la llaman); al final los caracteres, intensos, bien legibles, casi resplandecían sobre la página blanca. Pero, entiéndase, éstas no eran más que escaramuzas; los adversarios parecían estudiarse, y el poeta tenía la mala impresión de que la pluma lo espiaba con aire burlón, como diciéndole: ¡Diantres!, a tu servicio. Un bellísimo título: ya luego se verá en lo que acaba.
    La composición, largamente meditada y sufrida, y terminada parte por parte en la mente del poeta, sonaba así: «Mi amor es semejante al viento de la noche; que en un principio apenas y te roza con su ola fugitiva y se va más allá hacia desconocidas metas, y que detrás de ti se cierra como el agua detrás del navío, pero luego, poco a poco, casi curioso de ti, se envuelve y se revuelve, te ciñe, penetra y fuerza.

    »Así, querida, yo te asedio, e irrumpo en la cerrada ciudadela que custodian tus dioses, y quiero hacer en ella el lugar de mi reposo.

    »Sobresalta y asusta a tu corazón el viento de mi violencia; pero se aquieta de inmediato. No se rinde, se aquieta: él reconoce la fuerza y la dulzura del nuevo regimiento.
    »Ya no de otros, sino de mí, tú quisieras ser súbdita y reina». 

    Escribió, resoplando y regocijándose a la vez, y ni siquiera advirtió que esta vez la pluma, voluntariamente, lo había asistido, sin errores; él ahora pensaba en otra cosa, no en celebrar su triunfo sobre la obstinada. Se echó hacia atrás contra el respaldo de la silla, encendió otro cigarrillo, consideró con los ojos entrecerrados la oscura, ordenada multitud de líneas. Se sentía exhausto, pero feliz: lo que quiera que fuesen, aquellas distendidas líneas que habían salido de lo profundo de su alma correspondían exactamente a su pasión y a su forma de pasión, estaba seguro de ello... Cierto, podía encontrarse allí una sobreposición y una confusión tal de imágenes, o cualquier otra cosa de imperfecto; pero había tiempo para corregir, retocar, para mejorar el dictado... Volvió a meter la cabeza en los sudados papeles, se puso a releer lo escrito.

    Y esto fue lo que leyó aterrorizado: «Quisiera celebrar mi amor. Pero, ¡gran Dios!, ¿qué puedo decirles acerca de él? Si él es sincero, excluye las palabras o las hace, de cualquier manera, inútiles; si no lo es, ¿ante quién y para el provecho de quién lo fingiría?

    »Pero por lo menos puedo preguntarme precisamente sobre esta hoja de papel, en el silencio de la noche, si él es realmente sincero. Ah, cuestión vana entre todas: todo sentimiento es sincero y ninguno lo es hasta el fondo; ninguno es, o quizá puede ser, puro. Y, además, ¿qué aportaría una indagación semejante, o cómo me dejaría la certeza de saber que mi corazón miente?
    »¿Acaso pienso en la gloria? ¿Cuando, muerto yo, alguien juzgue que he dispuesto bien sobre la página blanca negras palabras? ¡Ah!, ¿y cómo gozaría de lo que no puedo gozar ahora y no podré, insensible despojo, gozar jamás?

    »Negras palabras, y oscuras. En vano yo me esfuerzo en suscitar en ellas una luz; en vano busco penetrarlas y establecer en ellas una correspondencia con una realidad de cualquier orden; ellas no le responden más que a la nada; buenos tiempos, cuando imaginaba para ellas una patria celeste revelada... A veces, en ciertas temporadas, las buenas avellanas que vienen de los montes salen hueras a causa de un gorgojo secreto que ellas guardan: ávido muchacho, yo me encontraba con las manos repletas de cáscaras, nada más que cáscaras... A dicha suerte me preparo hoy, si insisto.
    »No es que yo sea un mal poeta; a lo mejor y hasta soy bueno, daría igual el resultado último. Y, concluyendo, no me queda más que cambiar de oficio... No sé: mi padre me dejó algunos centavos, la farmacia de aquí en la esquina está en venta... ¡Oh!, ¿tienen que ser farmacias? ¿No se podría, de casualidad, escoger un oficio un poco más poético?... ¡Tonterías! Debo armarme de valor y empezar a prevenir: o será demasiado tarde y me pasaré toda mi vida divirtiéndome con cascarones vacíos».


TRADUCCIÓN DE MARÍA TERESA MENESES



domingo, 13 de octubre de 2013

Separador de Los inacabados. 2010

Se hizo un mismo diseño con varios fragmentos del libro Los inacabados. 30 en total. No tenía copia del diseño, pero alguien me hizo llegar esta imagen escaneada. !Qué bien! Ya hay archivo.
¿Esa es una imagen de "Los huidobrianos"?
En el dibujo aparecen: Ricardo tomé, el creador de los colochos de Nidia Bonilla, con su súper bacha de mota, a la par Carlos Rodríguez, quien tiene más labios que Bubba, el fundador de Bubba Gump, al centro Nidia Bonilla, la colocha, por aquél entonces única mujer admitida en el grupo de amigos, en la parte superior izquierda Giovanni Rodríguez, con mirada de súpersayayin, y a su par Gustavo Campos, vuestro servidor. 
Dibujo elaborado en una semana santa de 2005. 


martes, 27 de agosto de 2013

Actividades poéticas en las dos últimas semanas.

Lectura + Conversatorio 
con poetas y narradores antologados 
en las antologías centroamericanas 
de poesía y cuento del Fondo de Cultura Económica de México
Estarán en mesa: María Eugenia Ramos, Rebeca Becerra, Mayra Oyuela, 
Fabricio Estrada y Eduardo Bähr.
Tegucigalpa, Honduras



Miércoles 28 de agosto de 2013.
San Salvador, El Salvador
Presentación del libro de Susana Reyes.
Poetas invitados: Magdiel Midence y Gustavo Campos

Del 18 al 24 de agosto de 2013 se celebró 
el Primer Festival Internacional de Poesía de Occidente. 
Este es uno de los cuatro festivales a desarrollar en el transcurso del 2013
y que durante 10 años tuvo el nombre de 
"El turno del ofendido".
Las lecturas se realizaron en colegios, universidades e instituciones culturales municipales
en Chalchuapa, Ahuachapán, Santa Ana y San Salvador.  

lunes, 26 de agosto de 2013

Defensa de la poesía. Percy Bysshe Shelley

Trazo. Xul Solar


…porque la mente en el momento de la creación es como carbón apagado que una invisible influencia, como viento inconstante, despierta a transitoria brillantez; este poder surge del interior como el olor de una flor que se marchita, que decae y cambia según se desarrolla, y las partes conscientes de nuestra naturaleza no pueden profetizas ni su proximidad ni su alejamiento. Aun cuando esa influencia pueda persistir en su pureza y fuerza de origen, es imposible predecir la magnitud de sus resultados.


martes, 13 de agosto de 2013

Los dos amigos de Bourbonne. Denis Diderot



"Después de todo hay tres clases de cuentos… Hay bastantes más, me diréis… Sea, pero yo distingo el cuento del estilo de los de Homero, de Virgilio, de Tasso. Lo llamo cuento maravilloso. En él se exagera la naturaleza; la verdad aparece hipotética: y si el narrador ha respetado el módulo elegido, si todo responde a ese módulo, y si en la acción y el diálogo ha obtenido el grado de perfección que comportaba el género de su obra, no se le puede pedir más. Cuando se entra en su poema, se pisa una tierra desconocida, donde nada ocurre de la misma forma que donde vivís, pero donde todo sucede en gran escala, igual que a vuestro alrededor en pequeña. Existe el cuento cómico como los de La Fontaine, Vergier, Ariosto, Hamilton, en el que el narrador no se propone ni la imitación de la naturaleza, ni la verdad, ni la ilusión; se lanza a espacios imaginarios. Decidle a este: “Sed alegre, ingenioso, ameno, original, incluso extravagante, de acuerdo; pero seducidme con los detalles; que el encanto de la forma no me haga ver la inverosimilitud del fondo; y si el narrador cumple lo que le exigís, lo habrá hecho todo. Existe, por último, el cuento realista, tal como puede leerse en las obras de Scarron, de Cervantes, de Marmontel…”

-¡Al diablo con el cuento y con el cuentista realista! No es más que un embustero vulgar y frío. ..

-Sí, si no sabe su oficio. Este tipo de escritor se propone engañarnos; se sienta al arrimo del fuego de vuestra chimenea; tiene por objeto la verdad rigurosa; quiere ser creído; quiere interesar, conmover, apasionar, dar escalofríos y hacer correr las lágrimas; efecto que no se logra sin elocuencia y sin poesía. Pero la elocuencia es una especie de mentira, y no hay nada tan contrario a la ilusión como la poesía; tanto una como otra exageran, supervaloran, amplifican, inspiran desconfianza: ¿qué hará, pues, este narrador para engañarnos? Esto. Sembrará su relato de pequeñas circunstancias tan ligadas al argumento, rasgos tan sencillos, tan naturales, y sin embargo tan difíciles de imaginar, que os veréis obligados a deciros a vosotros mismos: “A fe mía que esto es cierto; estas cosas no se inventan”. De esta forma, se salvará de la exageración de la elocuencia y de la poesía; la verdad de la naturaleza ocultará el prestigio del arte; y podrá cumplir dos condiciones que parecen contradictorias: ser al mismo tiempo realista y poético, verídico y mentiroso.

Un ejemplo tomado de otro arte quizás haga más evidente lo que quiero deciros. Un pintor pinta una cabeza en el lienzo. Todos sus rasgos son decididos, grandes y regulares; se trata del conjunto más perfecto y más infrecuente. Siento, al mirarlo, respeto, admiración, sobrecogimiento. Busco el modelo en la naturaleza y no lo encuentro; en comparación con esta cabeza todo es endeble, pequeño y mezquino; es una cabeza ideal; tengo esa impresión, lo confieso. Pero si el artista me hace notar en la frente de esta cabeza una ligera cicatriz, una verruga en una de las sienes, un corte imperceptible en el labio inferior, inmediatamente esta cabeza deja de ser el ideal que era, y se convierte en un retrato; una señal de viruela junto al ojo o al lado de la nariz, y este rostro de mujer deja de ser el de Venus; es el retrato de alguna de mis vecinas. Así pues, yo diría a nuestros narradores realistas o históricos: de acuerdo, son bellas vuestras figuras; pero les falta la verruga en la sien, el corte del labio, la señal de viruela al lado de la nariz,  que las harían verdaderas; y, como decía mi amigo el actor Caillot: “Un poco de polvo sobre mis zapatos, y no salgo de mi camerino; vuelvo del campo”.

Atque ita mentitur, sic veris
falsa remiscet,
Primo ne medium , medio ne discrepet imum*

(Horacio. De Art. Poet., ver. 151.)

¡Y viene tan bien un poco de moral después de un poco de poética! Félix era un pordiosero que no tenía donde caerse muerto; Oliverio era otro pordiosero que no tenía donde caerse muerto: se puede decir otro tanto del carbonero, de la carbonera, y de los restantes personajes de este cuento; concluiréis que apenas puede haber amistades completas y sólidas salvo entre hombres que no tienen donde caerse muertos. Un hombre es entonces toda la fortuna de su amigo y su amigo toda la suya. De ahí se deduce toda la verdad de la experiencia: que la desdicha estrecha los lazos de la amistad; y que hay materia para añadir un párrafo más a la próxima edición del libro De l’sprit.  


*Y así finge [Homero], combina sin cesar lo falso y lo verdadero, de tal forma que no existe ningún desacuerdo entre el principio y la mitad, la mitad y el fin." 


Fragmento de "Los dos amigos de Bourbonne". 
Esto no es cuento; 1974.

martes, 6 de agosto de 2013

Historias extraordinarias "Toby Dammit". Fellini.



Señoras y señores, nos acompaña durante unos minutos: Toby Dammit.

-Señor Dammit, creo que nunca había estado en Italia.
-No.
-¿Y qué le ha hecho decidirse a visitarnos?
-El Ferrari que me prometieron.
-¿Toma LSD u otras drogas?
 -Todas las drogas.
-¿Por qué señor Dammit?
-Para volver a ser normal.
-¿Qué le gusta más en la vida?
-Eh, pues no lo sé.
-¿Y qué es lo que más extraña?
-A mi público.
-Me da la impresión de que no tiene usted público, Sr. Dammit, ¿es eso cierto?

Abucheos de él mismo y risa estúpida y aplausos de la entrevistadora.

-¿Cómo explica el éxito de las críticas que ha tenido su Hamlet?
-Es evidente que los críticos no han entendido nada.
-¿Tuvo usted una infancia triste?
-No, mi madre se reía siempre cuando me pegaba, pero no era culpa suya, bebía mucho.
-Dicen que no soporta que le critiquen, que tiene un temperamento violento, violento y hasta colérico.
-Si repite eso, vigile su narizota.
-¿Se considera un neurótico?
-Es mi única cualidad.
-¿Qué es lo que no funciona en su vida, Sr. Dammit?

-Soy feliz y eso es lo que me desespera.

1968.

miércoles, 31 de julio de 2013

Always On My Mind. Willie Nelson




"Always On My Mind"



Maybe I didn't love you
Quite as often as I could have
And maybe I didn't treat you
Quite as good as I should have
If I made you feel second best
Girl I'm sorry I was blind

You were always on my mind
You were always on my mind

And maybe I didn't hold you
All those lonely, lonely times
And I guess I never told you
I'm so happy that you're mine
Little things I should have said and done
I just never took the time

But you were always on my mind
You were always on my mind

Tell me
tell me that your sweet love hasn't died
And give me
Give me one more chance
To keep you satisfied
I'll keep you satisfied

[Instrumental Interlude]

Little things I should have said and done
I just never took the time

But you were always on my mind
You were always on my mind
You were always on my mind


Traducción:

Tal vez no te he tratado
Tan bien como debería
Tal vez no te he amado
Tanto como debería
Cosas pequeñas que tendría que haber dicho y hecho
Simplemente nunca me tomé el tiempo

Siempre estuviste en mi mente
Siempre estuviste en mi mente

Tal vez nunca te abracé
Todos esos momentos tan solitarios
Y supongo que nunca te dije
Que estaba feliz de que fueras mía
Si te hice sentir así
Chica, siento mucho haber estado tan ciego

Siempre estuviste en mi mente
Siempre estuviste en mi mente

Dime, dime que tu dulce amor no ha muerto
Dame, dame otra oportunidad
Para mantenerte satisfecha, satisfecha

Cosas pequeñas que tendría que haber dicho y hecho
Simplemente nunca me tomé el tiempo
Siempre estuviste en mi mente
Siempre estás en mi mente
Siempre estás en mi mente

Tal vez no te he tratado
Tan bien como debería
Tal vez no te he amado
Tanto como debería

Tal vez nunca te abracé
Todos esos momentos tan solitarios
Y supongo que nunca te dije




martes, 9 de julio de 2013

III Festival Internacional de Poesía "El turno del disidente". Tegucigalpa, M.D.C.

Afiche oficial

Afiche librería


PROGRAMA

Miércoles 10 de julio      

9:00 a.m. Inauguración. Biblioteca Nacional "Juan Ramón Molina".
2:00 p.m. Universidad Nacional Pedagógica "Francisco Morazán" (UPNFM)

6:00 p.m. Embajada de El Salvador.

Jueves 11 de julio
9:00 a.m. Colegios privados: Roble y Santa Mónica.
2:00 p.m. Colegios públicos: Instituto Jesús Aguilar Paz e Instituto Central. 
6:00 p.m. Embajada de México. 
 Viernes 12 de julio
9:00 a.m. Universidad José Cecilio del Valle.
2:00 p.m. Librería de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH)
6:00 p.m. Clausura. Fundación para el Museo del Hombre Hondureño (FMHH)
Sábado 13 de julio

9:00 a.m. Paseo a El Picacho. Lectura entre los poetas participantes en el Mirador o bajo el Cristo.

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Para mayor información entre a: 


"Escrito en un block de lluvia". Jorge Pimentel




La convulsión de su rostro quebraba los espejos 
en aquel cuarto del hotel Colón en Lima. 
A pocos pasos yaciendo en la majestad de cierta luz, 
que otorgaba otoño a la lluvia, un diario de la tarde abierto y desbaratado. 
Ya sin fuerzas después del primer intento por desordenar 
el cauce de las aguas en tu vientre, la ropa, nuestras prendas 
se derretían en una sillita tapizada con dibujos que representaban 
cacerías de liebres al amanecer, mientras ¡schisss! iban germinando, 
girasoles, campos inmensos donde reposaban tus ojos adormilados. 
Diste de beber a un mormón ya una troupe de circo abandonada 
por su manager crazy. Entonces, sí, tu cabellera era una hoja azul. 
Y emprendí el más largo extenso camino con un ábaco bajo el brazo 
e innumerables páginas en blanco para ser escritas. 
El Amordazado pudo expandir su nombre a los vientos y corrió hacia los árboles 
regocijándose ante 
el destello violáceo que emitía un durazno cubierto con gotas de rocío. 
El Amordazado se internó en los caminos y seguramente 
dos relámpagos oportunos caerán sobre él y lo veremos. 
Me desangraba, mis escamas esparcidas en aquel cuarto de hotel. 
Y comencé a oír la música arrancada de un sistro profundo, mientras tus pezones, 
dilatándose, interferían la entrada de los botes y barcazas al puerto. 
Y El Optimista lanzó sus redes al mar, y no te encontró. 
Fuiste expuesta a la puntería de un Arcabucero algo obeso 
y a la sapiencia de un Ballestero Otomana antes y después
junto a viejos encapuchados alumbrándose con antorchas. 
y tú, inmensa como un mástil, ibas empujada por vientos cada vez más fuertes, imposibles. 
«Si existe el sol debe ser aterrador», dijo entonces El Sabio. 
y un trozo de cielo flotaba como un ramaje pálido en tus entrañas. 
y vimos luceros y cuatro proyectiles de esos dieron una visión espléndida. 
El Sindicado de no cuerdo y muy repelente, iluminó su dentadura. Luego de hacer 
diversos movimientos con manos y pies -dijo- «agótala primero, tras de ti corren, 
tras de ti están corriendo». A lo que yo asentí nombrando ¡los condenados!, 
Y se me sombreó medio pómulo y ya no pude ocultarme. 
Un invierno atroz cayó sobre mí, mientras oía tus gritos de devoción 
hacia el vuelo circular y en picada del pez martín. 
«Eso fue suficiente», consignó mi relator y llenó mis papeles con una palabra: AMOR. 
Y fui obsesionado con esas lecturas que mi relator puso en mí. 
Y ya quería saber que había detrás de tus ojos. 
«Sé real a través de un lenguaje que te posibilite ir más allá», 
asentó El Utopista antes de evaporarse. 
Y clamé por ti y bebí una sola vez y cogí líquenes y una pepa de eucalipto. 
«Vuelve a ella, ponte en sus piernas como un lince encima de un promontorio» 
asentó El Homicida con los hombros encogidos exhalando niebla. 
Y exclamó: «si la vida no fuese la muerte, qué seríamos». 
Y ya no alcancé a oír más bellezas y emprendí el regreso. 
Y todos empezaron a correr en diversas direcciones, 
Y en la confusión olvidaron una pluma de ganso e intenté conservarla, y no hubo silencio. 
Y comencé a repetir sobre el valle inmenso de la vastedad de los relatores, tu nombre.
Y mis ojos se enturbiaron y una luz diluía tu rostro. 
Le daba una extraña forma que'yo reconocí. 
Venías detrás de un anciano relator completamente desnuda cruzando 
un campo de flores amarillas, y El Anciano afirmó: 
"con una palabra de ternura podrás conquistar el futuro», 
mientras los relatores leían frases escritas ya por mí y que había olvidado. 
Una de ellas decía: "entonces sí, tu cabellera era una hoja azul», 
otra "la convulsión de tu rostro quebraba los espejos» y una tercera 
«tú, inmensa como un mástil» y el relator me corrigió, «esa fue la segunda 
fase, nunca se dio la tercera», «faltó equilibrio», El Anciano dijo: 
«vuélvase lentamente», y acotó: «ésta será tu obra, perfecciónala». 
Y te tuve frente a mí. 
«Eso fue suficiente», consignaron las diJetantes voces de los acuciosos. 
A lo que mi relator, a una observación mía, 
extrajo un block de lluvia y escribió: 


«más allá del planeta» 
«más allá del planeta»