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martes, 9 de junio de 2015

El libro que vendrá. Maurice Blanchot.



“Sólo importa el libro, tal como es, fuera de los rótulos, prosa, poesía, novela, testimonio, bajo los cuales se resiste a ser ubicado y a los cuales niega el poder de fijarle un lugar y determinar su forma. Un libro ya no pertenece a un género; todo libro depende exclusivamente de la literatura, como si esta poseyese por anticipado, en su generalidad, los secretos y las fórmulas, únicos en conceder a lo que se escribe, realidad de libro” 
 
(Maurice Blanchot, El libro que vendrá).
 
 

viernes, 15 de marzo de 2013

El gusto del secreto. Jacques Derrida




¿Por qué escribir? Siempre tengo la sensación, al mismo tiempo muy modesta e hiperbólicamente presuntuosa, de no tener qué decir. No pienso que tenga en mí algo interesante que me autorizaría a decir: “He aquí el libro que yo mismo proyecté, sin que nadie me lo pidiera”. ¡Cuánta vanidad se requiere para decir: “He aquí lo que pienso, lo que escribo, y que merece ser publicado y lanzado al mundo”; y cuánta serenidad para decidir publicar algo, enviar un mensaje a la humanidad! Para esas cosas siempre tengo una suerte de sonrisa escéptica e impaciente. Lo que en parte me exime de esa sospecha de vanidad es que me pidieron que viniera, me plantearon una pregunta, y entonces me siento menos ridículo, menos presuntuoso, porque respondí educadamente a una ocasión, a una invitación. Desde luego, esta modestia no fingida es compatible con una suerte de hiperbólica presunción, como si en definitiva cualquier cosa que dijera fuera interesante. Habrá una ocasión, se dirá que hablé, y será signado o signante, hará historia, hará acontecimientos; no será interesante porqué habré develado una verdad, sino porque habrá habido una performance. Todos estos textos son performances performativas, y basta una performance así para que la filosofía de la historia encuentro su límite: la filosofía de la historia dice aquello que fue, aquello que es y aquello que será; no da cabida a la performance. No bien se da un performativo, y algo acontece gracias al discurso y en el discurso, la filosofía de la historia queda menoscabada. 

Jacques Derrida y Maurizio Ferraris, El gusto del secreto, pp. 88-89. 

jueves, 8 de noviembre de 2012

El abecedario de Gilles Deleuze





B

Claire Parnet:

Bueno, entonces pasemos a la «B». Y la «B» es algo particular, trata de la bebida. Y es que tú has bebido y luego dejaste de hacerlo, y me gustaría saber, cuando bebías, qué significaba beber. ¿Significaba placer, qué era?

Gilles Deleuze:

Sí, he bebido mucho, mucho, luego lo dejé. ¿Qué significaba? No resulta difícil. Creo que habría que preguntar a otras personas que han bebido mucho, preguntar a alcohólicos acerca de todo esto. Yo creo que beber es una cuestión de cantidad –y esa es la razón de que no tenga equivalente con la comida, por más tragones que haya. A mí comer siempre me ha dado asco, no es para mí, pero la bebida es una cuestión... Ya sé que uno no bebe cualquier cosa, que cada bebedor tiene su bebida favorita, pero la razón estriba en que en ese marco él discierne la cantidad. Se trata de una cuestión de cantidad –¿qué significa eso? Se suele hacer mucha burla de los drogadictos o de los alcohólicos porque no dejan de decir: «Entérate, yo controlo, paro de beber cuando quiero». Se suele hacer burla de ellos, porque no se comprende lo que quieren decir. Yo tengo recuerdos muy nítidos, veía eso perfectamente, y creo que todas las personas que beben lo comprenden: cuando uno bebe, a lo que quiere llegar es al último vaso. Beber es, literalmente, hacer todo lo posible para acceder al último vaso. Eso es lo que interesa.

Claire Parnet:

¿Y siempre es el límite?

Gilles Deleuze:

¿Es el límite? Es complicado. Te lo diré con otras palabras: un alcohólico es alguien que no deja de dejar de beber, esto es, que no deja de llegar al último vaso. ¿Qué quiere decir esto? En cierto modo, sabes, es como aquella fórmula tan hermosa de Péguy: «el último nenúfar no repite al primero».

Claire Parnet:

Claro, la primera vez...

Gilles Deleuze:

Es el último nenúfar el que repite a todos lo demás y al último. El primer vaso repite al último, el último es el que importa. Entonces, ¿que significa el último vaso para un alcohólico? Bueno, éste se levanta por la mañana (supongamos que es un alcohólico de mañana –los hay de todos los tipos) y no deja de estar pendiente del momento en que habrá de llegar al último vaso. No son ni el primero, ni el segundo, ni el tercero lo que le interesa, sino que –hay algo de avispado y astuto en un alcohólico, y el último vaso quiere decir lo siguiente: él evalúa, hay una evaluación, él evalúa lo que puede soportar sin desplomarse. Varía mucho en función de cada persona, así que él evalúa el último vaso y luego todos los demás. Ésta será su manera de seguir –esperando el último. ¿Y qué significa el último? Significa que ese día ya no aguanta más bebida. Es el último que le permitiría empezar de nuevo al día siguiente, porque si llega al último que, por el contrario, excede su poder, si supera el último que queda bajo su poder para llegar al último que excede su poder, se desploma. Llegado ese momento, está perdido. Ingresa en el hospital, o bien es preciso que cambie de hábito, es preciso que cambie de agenciamiento. Así que cuando dice: «el último vaso, no es el último, es el avant-dernière [penúltimo]». Va en busca del penúltimo. Dicho de otra manera, hay una palabra maravillosa para el avant-dernière, creo que es pénultième [penúltimo].

Claire Parnet:

Sí.

Gilles Deleuze:

No busca la última copa, busca la penúltima.

Claire Parnet:

No el último, porque el último faltaría a su componenda, mientras que la penúltima es la última antes de empezar de nuevo al día siguiente. Así, pues, para mí el alcohólico es aquél que no deja de decir: «Venga». Es lo que se escucha en los cafés. Son tan alegres las cuadrillas de alcohólicos; en los cafés uno no deja de escucharles, y está aquél que dice: «Venga». Se trata de la última, y la última varía según cada cual.

Claire Parnet:

Y es aquél...

Gilles Deleuze:

Y la última es la penúltima.

Claire Parnet:

Y es aquél que dice: «mañana lo dejo», y entonces si...

Gilles Deleuze:

¿«Mañana lo dejo»? No, no dice «mañana lo dejo». Dice: «Lo dejo por hoy para empezar de nuevo mañana».

Claire Parnet:

Y entonces si beber es dejar de beber sin descanso, ¿cómo deja uno de beber por completo –porque tú dejaste de beber por completo?

Gilles Deleuze:

Es muy peligroso, muy peligroso –la cosa va deprisa. Michaux lo ha dicho todo (a mi juicio los problemas de drogas y los problemas de alcohol no están tan separados). Michaux lo ha dicho todo al respecto: llega un momento en el que la cosa se vuelve muy peligrosa, porque aquí también hay una cresta. Cuando hablaba de la cresta entre el lenguaje y el silencio, o el lenguaje y la animalidad – hay una cresta, un desfiladero muy estrecho. Está muy bien beber, drogarse. Uno puede siempre hacer lo que quiera si ello no le impide trabajar, si es un excitante; además es normal ofrecer algo del propio cuerpo en sacrificio, todo un aspecto  muy sacrificial. En las actitudes de beber, de drogarse, ¿por qué uno ofrece su cuerpo en sacrificio? Sin duda, porque hay algo demasiado fuerte, que uno no podría soportar sin el alcohol. El problema no es aguantar el alcohol, sino más bien que uno cree que necesita, que uno cree ver; lo que uno cree experimentar, cree pensar y que hace que uno experimente la necesidad, para poder soportarlo, para dominarlo, de una ayuda: alcohol, droga, etc.

Gilles Deleuze:

En efecto, la frontera es muy sencilla: beber, drogarse, se supone que prácticamente hace posible algo demasiado fuerte, aunque después haya que pagarlo, ya sabemos –pero que en todo caso estará ligado a lo siguiente: trabajar, trabajar. Por lo demás, es evidente que cuando todo se da la vuelta y beber impide trabajar, cuando la droga se convierte en una manera de no trabajar, estamos ante el peligro absoluto. Aquello ya no tiene ningún interés, y al mismo tiempo uno se da cuenta cada vez más de que, mientras que uno consideraba necesarios el alcohol o la droga, estos no lo son en absoluto, es decir, tal vez haya que pasar por ahí para darse cuenta de que todo lo que uno creía que podía hacer gracias a la droga o el alcohol, lo podía hacer sin ellos. Siento mucha admiración por la manera en que Michaux dice: «ahora, se ha convertido en... todo esto...». Y lo deja. Lo mío tiene menos mérito, porque yo dejé de beber por motivos de respiración, de salud, etc. Pero es evidente que hay que dejarlo o prescindir de ello. La única justificación mínima posible es que ayude a trabajar, aunque después haya que pagarlo físicamente, pero cuanto más tiempo continúa uno bebiendo, más piensa que no ayuda a trabajar, así que...

Claire Parnet:

Pero, por una parte, como Michaux, uno tiene que haberse drogado mucho, haber bebido mucho para poder prescindir de ello en un estado...

Gilles Deleuze:


Claire Parnet:

...semejante. Y por otra parte, tú dices: cuando uno bebe, ello no ha de impedirte trabajar, pero ello se debe a que uno ha vislumbrado algo que la bebida ayudaba a soportar.

Gilles Deleuze:

Pues sí.

Claire Parnet:

Y ese algo algo es la vida, y entonces ahí se plantea, evidentemente, la cuestión que tanto te gusta acerca de los escritores.

Gilles Deleuze:

Sí, es la vida.

Claire Parnet:

¿Es la vida?

Gilles Deleuze:

Hay algo demasiado fuerte en la vida, no es en absoluto algo necesariamente aterrador, es algo demasiado fuerte, algo demasiado potente en la vida. Entonces, uno cree de manera algo estúpida que bebiendo puede ponerse al nivel de aquello más potente. Si examinas todo el linaje de los estadounidenses, de los grandes estadounidenses...

Claire Parnet:

De Fitzgerald a...

Gilles Deleuze:

De Fitzgerald a uno de los que más admiro, Thomas Wolfe. Se trata de toda una serie de alcohólicos, lo que al mismo tiempo les permite y sin duda les ayuda a percibir algo demasiado grande para ellos.

Claire Parnet:

Sí, pero, ello se debe también a que advirtieron algo de la potencia de la vida que no todo el mundo puede advertir, a que ellos sintieron algo de la potencia de la vida...

Gilles Deleuze:

Eso es. Evidentemente, no será el alcohol el que te lo hará sentir...

Claire Parnet:

...que había una potencia de la vida demasiado fuerte para ellos, pero que sólo ellos pueden advertir.

Gilles Deleuze:

Completamente de acuerdo, completamente de acuerdo.

Claire Parnet:

¿Y con Lowry sucede otro tanto?

Gilles Deleuze:

Completamente de acuerdo, claro, hicieron su obra y, en fin, ¿qué fue el alcohol para ellos? Bueno, se la jugaron pensando, con razón o sin ella, que aquello les ayudaba. En mi caso, tengo la impresión de que ello me ayudaba a hacer conceptos –es curioso–, a hacer conceptos filosóficos. Luego me di cuenta de que ya no me ayudaba o me ponía en peligro, o de que ya no tenía ganas de trabajar si había bebido. En ese momento hay que renunciar, vaya. Es así de sencillo.

Claire Parnet:

Y esa es más bien una tradición estadounidense, porque no se conocen muchos escritores franceses que confiesen su inclinación por el alcohol, y además cuesta mucho –hay algo que forma parte de la escritura...

Gilles Deleuze:

Debe haberlo, sí...

Claire Parnet:

... en Estados Unidos... y el alcohol

Gilles Deleuze:

Sí, pero los escritores franceses no tienen la misma visión de la escritura. No sé si los escritores estadounidenses me han marcado tanto –es una cuestión de visión, se trata de visiones. Aquí se considera que la filosofía, la escritura, en cierto modo es una cuestión... –la verdad, siendo modesto: ver algo que los demás no ven. No es ésta, en absoluto, la concepción francesa de la literatura –eso sí, ten en cuenta que ha habido muchos alcohólicos también en Francia.

Claire Parnet:

Pero en Francia los alcohólicos dejan más bien de escribir, tienen muchas dificultades, en fin, las que ya sabemos. Pero tampoco se conocen muchos filósofos que hayan confesado su inclinación a la bebida.

Gilles Deleuze:

Ah, Verlaine, que vivía en la rue Nollet, justo al lado de aquí.

Claire Parnet:

Sí, bueno, si exceptuamos a Rimbaud y a Verlaine

Gilles Deleuze:

A uno se le encoge el corazón, porque cuando emboco la rue Nollet, me digo: bueno, sin duda éste era el recorrido de Verlaine para ir al café a beber su absenta; parece que vivía en un apartamento lastimoso, y ello mientras...

Claire Parnet:

Los poetas, sí, se tiene mayor constancia de la relación entre los poetas y el alcohol.

Gilles Deleuze:

Uno de los más grandes poetas franceses, allí, vagabundeando por la rue Nollet, es una maravilla...

Claire Parnet:

Al bar de los amigos...

Gilles Deleuze:

Sí, sin duda...         

Claire Parnet:

En fin, se sabe que entre los poetas ha habido más etílicos. Bueno, hemos terminado con el alcohol.

Gilles Deleuze:

«B». Sí. Hemos terminado con la «B». ¿Vamos muy rápido, no?

Claire Parnet:

Pasamos entonces a la «C». La «C» es larga.



Vídeo de la conferencia 
relacionado a la letra B



miércoles, 4 de julio de 2012

El desarrollo no puede ser en contra de la felicidad



Un franco, hermoso, extraordinario y nada retórico discurso del presidente uruguayo José Mujica. 
Lo oigo una y otra vez y no puedo dejar de pensar en sus palabras. 
"El primer elemento del medio ambiente se llama La felicidad." Pocas veces podemos asistir a este tipo de declaración consciente de nuestra verdadera búsqueda como seres humanos. 

"Autoridades presentes de todas las latitudes y organismos. Muchas gracias. Nuestro agradecimiento al pueblo del Brasil y a su señora presidenta. Muchas gracias a la buena fe que seguramente han manifestados todos los oradores que me precedieron.
Que expresamos la íntima voluntad como gobernantes de acompañar todos los acuerdos que esta nuestra pobre humanidad pueda suscribir.
Sin embargo permítasenos hacernos algunas preguntas en voz alta. Toda la tarde se ha estado hablando del desarrollo sustentable, de sacar a inmensas masas de la pobreza, ¿que es lo que aletea en nuestras cabezas?
El modelo de desarrollo de consumo, es el actual de las sociedades ricas. Me hago esta pregunta, ¿que le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de auto por familia que tienen los alemanes, cuanto oxigeno nos quedaría para poder respirar?
Más claro, el mundo tiene los elementos hoy materiales como para hacer posible que 7,000,  8,000 millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro  que tienen las más opulentas sociedades occidentales.
Será posible? O tendremos que darnos algún día otro tipo de discusión. Porque hemos creado una civilizaciones en la que estamos, hija del mercado, hija de la competencia, que ha deparado progreso material portentoso y explosivo.
Pero lo que fue la economía del mercado a creado sociedades del mercado.
Y nos ha deparado esta globalización, que significa mirar por todo el planeta.
Estamos gobernando la globalización o la globalización nos gobierna a nosotros. Es posible hablar de solidaridad y de que estamos todos juntos en una economía que esta basada en la competencia despiadada. Hasta donde llega nuestra fraternidad.
Nada de esto lo digo para negar la importancia de este evento, no, es por el contrario, el desafio que tenemos por delante es de una magnitud de carácter colosal y la gran crisis actual no es ecológica sino política, el hombre no gobierna hoy. La fuerza que ha desatado, sino que la fuerza que ha desatado los gobiernan al hombre.
La vida, porque no venimos al planeta para desarrollarnos en términos generales. Venimos a la vida intentando ser felices. Porque la vida es corta y se nos va y ningún bien vale como la vida y esto es elemental.
Pero si la vida se me va a escapar trabajando y trabajando para consumir un plus, y la sociedad de consumo es el motor. Porque en definitiva si se paraliza el consumo o se detiene, se detiene la economía y si se detiene la economía que es el fantasma del estancamiento para cada uno de nosotros. Pero ese hiperconsumo a su vez es el que esta agrediendo al planeta y tienen que generar ese hiperconsumo cosa que no es poco, porque hay que vender mucho. Y una lamparita eléctrica no puede durar más de mil horas prendidas, pero hay lamparitas electricas que pueden durar 100 mil, 200 mil horas, pero esas no se pueden hacer porque el problema es el mercado, porque tenemos que trabajar y tenemos que tener una civilización de uso y tire y estamos en un círculo viciosos.
Estos son problemas de carácter político que nos están diciendo la necesidad de empezar a luchar por otra cultura.
No se trata de plantearnos volver al hombre de las cavernas, ni tener algún monumento del atraso. Es que no podemos indefinidamente continuar gobernados por el mercado, sino que tengamos que gobernar al mercado, por ello digo que el problema es de carácter político.
Y en mi humilde manera de pensar. Porque nuestros viejos pensadores definían, Epicuro, Seneca y los Aymara: Pobre no es el que tiene poco, sino que verdaderamente pobre es el que necesita infinitamente mucho y desea y desea y desea más y más. Esta es la clave de carácter cultural; entonces, quiero saludar el esfuerzo y los acuerdos que se hacen. Y los voy a acompañar como gobernante, porque se que alguna de las cosas de la que estoy diciendo rechinan, pero tenemos que darnos cuenta.
La crisis del agua, la crisis de la agresión al medio ambiente. No es una causa, la causa es el modelo de civilización que hemos montado, y lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir.
¿Por qué? Pertenezco a un pequeño país muy bien dotado de recursos naturales para vivir. En mi pais hay 3 millones de habitantes, un poco más, 3 millones 200, pero hay unas  13 millones de vacas que son  que son de las mejores del mundo, unas 8 o 10 millones de ovejas estupendas, mi país es exportador de comida, de lácteos, de carne, es una penillanura, casi el 90% de su territorio  es aprovechable.
Mis compañeros trabajadores lucharon mucho por las 8 horas de trabajo, ahora el que consiguiendo 6 horas, pero el que consigue 6 horas se consigue dos trabajos, por lo tanto trabaja mucho mas que antes, ¿por qué? porque tiene que pagar una cantidad de cuotas, la motito que compró, el autito que compró y paga cuotas y paga cuotas, es cuando quiera acordar es un viejo reumático como yo y se le fue la vida y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el destino de la vida humana? Estas cosas son muy elementales, el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad, tiene que ser a favor de la felicidad humana, a favor del amor, arriba de la tierra, de las relaciones humanas, de cuidar a los hijos, de tener amigos, de tener lo elemental, porque precisamente que eso es el tesoro más importante que tiene, cuando luchamos por el medio ambiente el primer elemento del medio ambiente se llama La Felicidad Humana.

Gracias."