miércoles, 28 de diciembre de 2011

Pero el tiempo. Vladimír Holan



Pero el tiempo

"¿Qué hay en tu corazón?", me preguntó la vida.
Era una pregunta tan brusca,
buscaba tan poca excusa,
que quise responder: ¡Nada!

Pero el tiempo (que en pie junto a una columna de piedra
obligó hace mucho a sentarse a todas las catedrales)
me dijo: "¡Mentiroso, ese lugar que en ti
han ocupado las mujeres
sólo en el infierno permanece vacío!"


jueves, 15 de diciembre de 2011

Siglo XXI. Luis Eduardo Aute.


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Letra:

Siglo XX, cambalache, problemático y febril
anunció Santos Discépolo, un poeta del 2000
y profeta en aquel tango que cantó a la corrupción
que gobierna las cloacas de la humana condición.
Siglo XXI, el Hombre ha muerto ¡Viva el Capital!
no será aquel cambalache donde todo daba igual...
para entonces no serán lo mismo un sabio que un traidor,
el más Judas será el que se suba al podio de Honor,
La mentira será Ley y el simulacro, institución,
el cohecho por derecho y por la santa comisión...
el chorizo ira embutido en su Mercedes oficial
y el trilero montará su atril en Trilateral.
El camello del futuro no será aquel criminal
que vendía matarratas cuando aun era ilegal...
para entonces será el Presidente de "Coca-Control"
en su rama de entertainment: "sexo, droga y rock'n'roll".
Trepa, trepa por tu chepa, el trepa llegará a ser VIP
y la sanguijuela chupa que le chupará hasta el RIP...
el gusano, con los restos, se pondrá como un cebón
y, bien gordo, será deglutido por el tiburón.
Y llegó el Fin de la Historia y Al Capone va a ser rey
de quien la sufrió en sus carnes y aún la arrastra como un buey...
"Dios murió" predijo Nietzsche pero aquí está el Totus Dei
que enterró al Demonio Rojo que aprendió a decir: "Okay",
todo por comprarse unos vaqueros made in USA.
Me diréis y con razón que yo también soy un ladrón,
que la música y la letra de este fraude de canción
son un plagio de Bob Dylan y del gran Discepolín...
es verdad pero, ¡cojones!, quien desprecia ese botín
que a Dios le plagió Merlín
y al Diablo, Marilyn
y a Picasso, el Arlequín
y a Espartaco, Bakunín
y a la Esfinge, Rin Tin Tin,
y el principio es siempre el fin,
en fin...

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Afri- Spaans. Nuevo disco de Marta Gómez.

Haciendo un paréntesis en su carrera, la colombiana Marta Gómez acaba de editar el CD Afri-Spaans, un compilado de canciones sudafricanas que ella misma ha adaptado y canta en español.

Un curioso disco que sigue la estela de Afri-Frans y Afri-Frans 2, un proyecto concebido por el pianista y productor surafricano Matthys Maree, en el que se adaptaban los éxitos surafricanos al francés y eran interpretadas en esa ocasión por la cantante Myra Maud.


Canciones:

1.Una canción para ti (Jannie du Toit)
2.Si es que aún piensas en mí (Deutscher - Loose - Toerien)
3.Victoriabaai (Lucas Maree)
4.Toma mi canción (Peter Maffay - Michael Kunze)
5.Tus ojos de gitano (Anna Davel - Koos Kombuis)
6.Para ti (Christa Steyn)
7.Para siempre, África (Johannes Kerkorrel)
8.Atrapa el sol (Valiant Swart)
9.Ami (Lize Beekman)
10.Esta sangre (Theuns Jordaan)
11.En el medio de los trenes (Richard Van Der Westhuizen - Lochner De Kock)
12.Si puedes seguirme (Koos Du Plessis)
13.Vyfster (Lloyd Ross)
14.Nkosi (Popular sudafricana)

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Oye "Toma mi canción":

Letra:

Todo me cambia de color sin tus ojos,
todo parece oscurecer si no estás cerca de mí,
siempre pensé vivir contigo a mi lado,
siempre, y no luché quizás demasiado por tu amor.

Siento que el mundo se detiene a mis pasos,
siento que el cielo de repente, se cae cerca de mí,
nunca soñé querer así sin medida,
nunca, y sin embargo amé demasiado y tú a mí.

Toma mi canción,
puedes olvidar?
Siente mi dolor,
puedes perdonar?


Sabes que cambio de color sin tus ojos,
sabes que el cielo de repente se cae, cerca de mí,
sabes que amé vivir contigo a mi lado,
sabes que no luché quizás demasiado, por tu amor.


Cancioneros.com

martes, 13 de diciembre de 2011

Sobre antologías del F. C. E.



Había escrito un artículo en relación a las dos antologías del Fondo de Cultura Económica publicadas recientemente y presentadas en el Festival Internacional del Libro en Guadalajara, pero ahora considero que no tiene ningún fin publicarlo. Así que lo mejor será dar vuelta a la página y evitar que siga expandiéndose esa polémica que se ha tejido en torno a ellas y a las entrevistas hechas por mi amigo Carlos Rodríguez a tres escritores de San Pedro Sula, incluyéndome entre los entrevistados.

Lo que sí publicaré es un fragmento del prólogo de la antología de cuento Puertos abiertos:

Hay un cambio generacional de consecuencias profundas, y el viejo reclamo de Yolando Oreamuno ha quedado resuelto, porque la literatura que iba a dar, por un lado, al realismo costumbrista, y por el otro, al realismo socialista, o a la contradicción entre hombre y naturaleza, ya no existe más. No hay anacronismos. Las búsquedas ahora son múltiples, como el lector podrá advertir, y la escritura salta por encima de las casillas tradicionales. Por tanto, los temas son cada vez más diversos, se atienen menos a esquemas prestablecidos y no se ven forzados por los alineamientos.

De quienes aparecieron en la antología de 1973, quedan en ésta sólo unos pocos: Eduardo Bähr y Julio Escoto, de Honduras; Ernesto Cardenal, Fernando Silva (1927) y Sergio Ramírez (1942), de Nicaragua; Samuel Rovinski (1932), de Costa Rica, y Pedro Rivera (1939), de Panamá.

Ésta es, por tanto, una antología del siglo XXI, y nos permite ver el cuento centroamericano lejos ya de sus viejas fronteras. En cada uno de los autores elegidos, una selección necesariamente rigurosa, hemos buscado, antes que nada, la excelencia de la individualidad creadora que se basa en los recursos del lenguaje y la imaginación; es decir, como en toda buena antología, la calidad de la expresión literaria. Y a través de la manifestación de todas estas individualidades, un conjunto en el que necesariamente dominan los escritores nacidos a partir de los años sesenta, podemos advertir los sustratos que nos ayudan a identificar la realidad social contemporánea de Centroamérica en su compleja diversidad.

Los narradores de esta antología nos cuentan historias de seres imaginarios, pero que provienen del mundo real, y pertenecen a una atmósfera donde las vidas privadas son constantemente intervenidas por la vida pública. Es decir, las historias corren siempre por el cauce de la Historia. Porque la literatura no deja de ser nunca una emanación imaginativa de la realidad, que se presenta siempre como un escenario donde las variaciones son dinámicas y curren no pocas veces de manera sorpresiva.

("Inventado realidades", prólogo de Sergio Ramírez)


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¿Qué significa aparecer en una antología?

Cuando le llega la noticia a un escritor de que ha sido incluido en una antología de una editorial prestigiosa, pucha, cualquiera se alegra. Pero una vez publicada, la emoción desaparece y nada más queda la obligación de seguir escribiendo. Y toca nuevamente darle vuelta a la página. Y digo esto porque en lo personal es lo que me ha pasado. Tuve la suerte o privilegio de ser incluido en la antología de poesía centroamericana Puertas abiertas (2011) y sigo siendo el mismo de antes. Nada en mí ha cambiado. Mi rutina es la misma: leer y escribir.

En este mes la Revista Caravelle le dedicará un número a la poesía hondureña. Salen incluidos varios poetas de la zona norte y del resto del país. Una vez publicada, ejemplar en mano, tocará darle vuelta a la página y seguir leyendo y escribiendo. No dejaré de ser el mismo y tampoco mis amigos que salen incluidos en ella. El 2012 será otro año. Habrán otras oportunidades y nuevas exigencias personales en relación a lo profesional.

También he sido invitado a participar en un catálogo-antología del habla hispana que elabora un reconocido escritor y crítico catalán. Y esta inclusión me emociona muchísimo, pero después pasará lo de siempre: darle vuelta a la página. Seguiré viviendo en la misma ciudad, tendré las mismas responsabilidades -o quizás más- y nada cambiará en mi vida cotidiana. Y tocará seguir leyendo y escribiendo.

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Por último, agradezco mucho a Sergio Ramírez y a Ulises Juárez Polanco por haberme incluido en Puertas abiertas. Antología de la poesía centroamericana.





martes, 6 de diciembre de 2011

Pisoteado. Henri Michaux



PISOTEADO

Cuando lo hubieron pisoteado durante diez años;
"Después de todo, dijeron, tenía algunas cualidades,
A partir de hoy, se prohíbe a todos pisotearlo"
Se fue levantando poco a poco, porque tenía realmente cualidades.
Pero un domingo, como al pueblo le gusta mucho la juerga, se le permitió que lo pisoteara una vez más.
Y fue en tal forma aplastado ese solo domingo, o tal vez ya había perdido esa costumbre, que se sintió más miserable que nunca.
"Después de todo, dijeron, no tenía tantas cualidades"


lunes, 5 de diciembre de 2011

Un hombre apacible. Henri Michaux.

Fotograma del documental Henri Michaux (1899- 1984). Alain Jaubert.
Imágenes de Michaux.


Extendiendo las manos fuera del lecho, Plume se sorprendió al no encontrar la pared. “Vaya, pensó, se la habrán comido las hormigas...”, y se durmió de nuevo. Poco después, su mujer lo agarró y lo sacudió: “Mira, dijo, ¡holgazán!, mientras te dedicabas a dormir nos han robado la casa”. En efecto, un cielo intacto se extendía por todas partes. “¡Bah!, el mal ya está hecho”, pensó. Poco después, comenzó a oírse un ruido. Era un tren que se les echaba encima a toda velocidad. “Parece tener prisa, pensó, llegará antes que nosotros”, y se durmió de nuevo. En seguida, el frío lo despertó. Estaba todo empapado en sangre. Varios pedazos de su mujer yacían a su lado. “Con la sangre, pensó, siempre surgen cantidad de cosas desagradables; si ese tren pudiera no haber pasado, yo sería muy feliz. Pero como ya pasó...”, y se durmió de nuevo.

“Veamos, decía el juez, cómo explica usted que su mujer se haya herido a tal punto que la han encontrado repartida en ocho pedazos, sin que usted, que estaba a su lado, haya podido hacer un gesto para impedírselo, sin haberse siquiera dado cuenta. Ése es el misterio. Todo el asunto está ahí dentro”. “Por ese camino no puedo ayudarlo”, pensó Plume, y se durmió de nuevo. “La ejecución tendrá lugar mañana. Acusado, ¿tiene algo que añadir?” “Excúseme, dijo, no he seguido el asunto”. Y se durmió de nuevo.

Un certain Plume, 1930.

El inolvidable Cronopio.


Simpatiquísimo, eh?

Julio Cortázar juega a la Guerra. Las imágenes fueron captadas por Carol Dunlop en París a mediados de la década de 1980, utilizando la cámara de 8mm de Cortázar. Estas imágenes, cortesía de Aurora Bernárdez, fueron utilizadas en el filme de Eduardo Montes-Bradley "Cortázar: Apuntes para un documental" (Argentina, 2002).

domingo, 4 de diciembre de 2011

Sobre el poder y los intelectuales. Enrique Jaramillo Levi


Por Enrique Jaramillo Levi

El poder vuelve estúpidos a los hombres, decía Nietzsche; y no pocas veces déspotas, si es que antes no lo eran ya en ciernes en su vida doméstica, añado yo. La experiencia histórica del mundo indica que disfrutar del poder y mantener la conciencia íntegra son cosas casi excluyentes. Sólo conozco un caso en contrario, fuera de toda duda: el de Nelson Mandela (1918) en Sudáfrica. Premio Nobel de la Paz en 1993, su inmensa sabiduría popular como estadista, ecuanimidad, patriotismo y poder de conciliación lograron resolver en buena medida los problemas raciales de su país, sin concesiones al odio, a la corrupción ni a los intereses de determinados grupos tradicionales de poder. Sin duda un ejemplo para los mandatarios del mundo.

Y es que el poder suele operar como una suerte de narcótico; y toda oposición a sus desplantes, funciona como un acto de higiene mental, de interior purificación, de libertad suprema, como leí recientemente en algún sitio. Por otra parte, los auténticos intelectuales, quienes se supone tienen una preparación integral óptima, deberían ser siempre una voz crítica, cuestionadora de la sociedad en general, y del poder en particular. Un contrapeso necesario, más allá de la política, que suele ser coyuntural y oportunista. Al igual que debe serlo la llamada “sociedad civil” bien entendida y mejor representada. Esta actitud y expectativas, por supuesto, son o deberían ser parte cotidiana del funcionamiento correcto de una verdadera democracia.
El problema que a menudo impide expresarse a los posibles críticos del poder, aparte de la indiferencia no pocas veces generalizada, es que el poder tiene formas muy puntuales de amedrentar a sus posibles críticos, para lo cual puede valerse tanto de la corrupción como de la intimidación, según sea el caso; y a veces, en casos extremos, de la violencia y la represión. Y ya se sabe que no hay nada tan paralizante como el miedo. Es capaz de propiciar, poco a poco, una sociedad robótica, incapaz de pensar, y mucho menos de actuar.


Grandes escritores universales han escrito magistrales obras que son críticas incisivas a distintos aspectos del poder cuando éste rebasa sus límites y se vuelve contra los ciudadanos cercenándoles sus libertades. La gran literatura, como reflejo e interpretación de la realidad, siempre ha estado presente en la expresión artística de tales temas. Me refiero a novelistas y ensayistas como los franceses Voltaire (1694-1778), Montesquieu (1689-1755) y Diderot (1713-1784); el checo Franz Kafka (1883-1924); los ingleses Aldous Huxley (1894-1963), George Orwell (1903-1950) y Graham Greene (1904-1991); el ruso Alexander Solyenitzin (1918-2008); los norteamericanos Ray Bradbury (1920) y Kurt Vonnegut Jr. (1922-2007); el español Ramón María del Valle Inclán (1866-1936); el guatemalteco Miguel Ángel Asturias (1899-1974); el portugués José Saramago (1922-2010); el paraguayo Augusto Roa Bastos (1917-2005); los mexicanos Martín Luis Guzmán (1887-1976) y Carlos Fuentes (1928) y el peruano Mario Vargas Llosa (1936), para sólo mencionar algunos.


Pero resulta que la cobertura que otorga la publicación de un libro crítico a un gobierno o a un sistema -una novela o una colección de cuentos, poemas o ensayos- es limitada y, a menudo, diferida. Si bien el libro puede tener un resultado de mayor profundidad y duración en el ánimo de los lectores, suele ser menos efectivo en la práctica debido a su inmediatez masiva -no todo el mundo compra y lee libros-, que es lo que se requiere para calar significativamente en la opinión pública y señalarle fallas o defectos a un mal gobierno. Por otra parte, no cabe duda que los artículos de opinión, así como los debates en programas televisivos y radiales, requieren en cambio mayor decisión y valor frente al poder, puesto que sus resultados son más inmediatos al leerlos, verlos o escucharlos mucha gente de inmediato; y sus posibles consecuencias represivas también lo son, si el gobierno de turno no ejerce la tolerancia implícita en el derecho de expresión que toda persona tiene en una sociedad genuinamente democrática.


Por supuesto, no se necesita ser un intelectual para opinar, ya que cualquier persona debe poder expresar sus criterios en un régimen de libertades, aunque no todos hablen o escriban bien. Pero lo cierto es que los intelectuales suelen estar mejor preparados para expresar argumentos sólidos y defenderlos con razonamientos aceptables. Esto, asumiendo que no estén a sueldo del gobierno, como también ocurre; o que no tenga cola que le pisen, como no es raro que pase con la mayor parte de los seres humanos, dado que nadie es perfecto. Porque en tal caso permanecerá convenientemente callado, aunque a la sociedad y al país de los lleve candanga.
Duele decirlo, pero la verdad de las cosas es que lamentablemente la mayor parte de los intelectuales permanecen en silencio ante los desplantes del poder, dedicado cada quien a sus propios asuntos, metido en su torre de marfil, temeroso o indiferente. Es cuando el reino de la impunidad se instala, se consolida y, lentamente o de golpe, termina por regir imperturbable el destino de los pueblos.


Panamá, 13 de octubre de 2011

viernes, 2 de diciembre de 2011

Los ojos bien abiertos. Julien Gracq

Saul Steinberg


‎"Se trata sobre todo de poseer la facultad de unir un enorme coeficiente emotivo con algunas imágenes capaces de electrizar a las demás."


Fragmento de Julien Gracq

Diferencias entre discusión y polémica. M. Foucault.



Una cita para los anónimos


"Me gustan las discusiones y cuando me hacen preguntas intento responderlas. Es verdad que no me gusta meterme en polémicas. Si abro un libro y veo que el autor acusa al adversario de “izquierdismo infantil” lo cierro de inmediato. Esa no es mi manera de hacer las cosas; no pertenezco al mundo de las personas que proceden así. Insisto en esta diferencia como algo esencial: es toda una moralidad lo que está en juego, la moralidad que se preocupa por la búsqueda de la verdad y la relación con el otro.

En el juego serio de las preguntas y las respuestas, en el trabajo de elucidación recíproca, los derechos de cada persona son, en cierto sentido, inmanentes en la discusión. Dependen solo de la situación del diálogo. La persona que hace preguntas simplemente ejerce un derecho que le ha sido otorgado: el derecho de permanecer en la duda, de percibir una contradicción, requiriendo más información, enfatizando diferentes postulados, señalando los razonamientos inconsistentes, etc. En cuanto a la persona que responde, ésta también ejerce un derecho que no va más allá de la discusión misma. Por la lógica de su propio discurso, el que responde está atado a lo que ha dicho antes y al haber aceptado el diálogo queda atado a la interrogación del otro. Las preguntas y respuestas dependen de un juego ‒un juego que es a la vez agradable y difícil‒ donde cada uno de los compañeros se esfuerza por ejercer solo los derechos que el otro le da y por la forma aceptada del diálogo. El polemista, en cambio, procede escudado en unos privilegios que posee de antemano y que jamás acepta poner en duda. Por principio, el polemista tiene derechos que lo autorizan a hacer la guerra y hacen de su lucha una causa justa; la persona con la que se enfrenta no es un compañero en la búsqueda de la verdad sino un adversario, un enemigo que está equivocado, que es peligroso y cuya propia existencia constituye una amenaza. Para el polemista el juego no consiste, pues, en reconocer a esta persona como un sujeto que tiene derecho a hablar sino en eliminarlo como interlocutor, fuera de cualquier posible diálogo; y su objetivo final no será el de acercarse todo lo posible a una verdad difícil sino conseguir el triunfo de la causa justa que ha abanderado de forma manifiesta desde un principio. El polemista confía en una legitimidad de la que su adversario, por definición, queda privado.

Quizás, algún día, habrá que escribir una larga historia de la polémica como una figura parasitaria de la discusión y un obstáculo en la búsqueda de la verdad. Dicho de manera muy esquemática, me parece que hoy podemos reconocer la presencia de tres modelos de polémica: el modelo religioso, el modelo judicial y el modelo político. Como ocurre en la persecución de la herejía, la polémica se propone la tarea de determinar el punto intangible del dogma, el principio fundamental y necesario que el adversario ha rechazado, ignorado o transgredido; y denuncia esa negligencia como una falta moral; en la raíz del error encuentra pasión, deseo, interés, toda una serie de debilidades y apegos inadmisibles que delatan su culpabilidad. Como ocurre en la práctica judicial, la polémica no concede la posibilidad de una discusión entre iguales: examina un caso; no trata con un interlocutor, procesa a un sospechoso; recoge las pruebas de su culpabilidad, designa la infracción cometida y pronuncia el veredicto, la sentencia. En cualquier caso, lo que tenemos aquí no se encuentra en el orden de una investigación compartida; el polemista dice la verdad en la forma de su juicio y en virtud de la autoridad que se ha conferido a sí mismo. Pero el modelo político es el más poderoso hoy en día. La polémica define alianzas, recluta partisanos, reúne intereses y opiniones, representa un partido; convierte al otro en enemigo, en el abanderado de los intereses opuestos en contra de los cuales es preciso luchar hasta que ese enemigo sea derrotado y al final o bien se rinda o bien desaparezca. Por supuesto, la reactivación, dentro de la polémica, de estas prácticas políticas, judiciales o religiosas no es más que un teatro. Uno gesticula: anatemas, excomuniones, condenas, batallas, victorias y derrotas no son más que maneras de hablar, después de todo. Y aún así, en el orden del discurso, son también formas de actuar que tienen consecuencias. Cierto efecto esterilizador. ¿Alguien ha visto surgir una idea nueva de una polémica? ¿Y acaso podría ser de otro modo, dado que allí los interlocutores son incitados a no avanzar, a no tomar riesgo alguno en lo que dicen sino a reincidir continuamente en su declaración de derechos, en su legitimidad, que deben defender, y en la afirmación de su inocencia? Hay algo aún más serio en todo esto: en esta comedia, alguien hace una mímica de la guerra, de las batallas, de las aniquilaciones, de las rendiciones incondicionales, exhibiendo todo lo posible su instinto asesino. Pero es realmente peligroso hacer que alguien crea que puede tener acceso a la verdad por ese camino y por tanto validar, aunque sea de una forma meramente simbólica, las prácticas políticas reales que podrían encontrar en esto una justificación. Imaginemos por un instante que una varita mágica se agita y uno de los dos adversarios de una polémica adquiere la habilidad de ejercer todo el poder que quiera sobre el otro. No hace falta ni imaginarlo: solo hay que mirar a lo que ocurrió en el debate en la URSS sobre lingüística o genética hace poco. ¿Fueron simples desviaciones aberrantes respecto a lo que debe ser una discusión correcta? De ningún modo: fueron las consecuencias reales de una actitud polémica cuyos efectos generalmente permanecen suspendidos".

Michel Foucault. Polémica, política y problematizaciones. Entrevista con Paul Rainbow.


Tomado de La Pulga

jueves, 1 de diciembre de 2011

La literatura como bluff. Por Julien Gracq


Puestos a decirlo todo, pocas veces se ha hablado tanto en Francia de la literatura del momento y, al mismo tiempo, nunca se ha creído tan poco en ella. Impera un hondo escepticismo tras la excitación aparatosa de los cafés literarios, de los que sospechamos a veces que, en el supuesto de que se estuvieran “orientando” de forma resuelta hacia algo, sería más que nada hacia la ingeniosa explotación del turismo internacional. [...]

Diríase que la producción literaria contemporánea presiente que tiene por delante, en algún lugar, una cita desagradable; por lo demás, se consuela por adelantado y le pone al tiempo incierto buena cara: está metida hasta el cuello en la actualidad, nos dice, la escriben para su tiempo. En cualquier caso, hay algo que, desde la Liberación, está más claro a cada año que pasa, y es que, pese a lo que afirman las escuelas y el tono cada vez más categórico de los juicios críticos, nadie, ni los escritores ni el público, sabe ya muy bien a qué carta quedarse. Una sensación de desvalimiento, de incertidumbre, de distancia entre ellos y el público va despuntando en muchos escritores, y algo así como la desagradable impresión de caminar por un tablón podrido (¿cuántos, de entre los más conocidos, considerarían hoy en día, sin que cierta angustia les oprimiera el corazón, la posibilidad de ese experimento que les proponía tiempo ha Paul Morand, la de convocar un buen día a sus fieles lectores a las ocho de la mañana en la plaza de la Concorde?). De una semana a otra, las brújulas de los críticos apuntan por turnos hacia todos los horizontes de la rosa de los vientos, vientos que dan ganas de calificar, como poco, de variables flojos. Estamos en una época que, pese la evidente plétora de talentos críticos (quizá sea ésta su marca más característica), parece más incapaz que cualquier otra para empezar a seleccionar por sí misma su propia aportación. No sabemos si hay una crisis de la literatura, pero salta a la vista que existe una crisis del criterio literario. [...]

Sucede con las convicciones literarias –no menos irracionales, bien pensado– lo mismo que con las convicciones de la fe, de la que bien saben los confesores que se marchita si se queda enclaustrada en lo recóndito del corazón. A partir del momento en que un nombre alcanza determinado grado de celebridad, a partir del momento en que la voz pública empieza a meternos por los oídos con determinada frecuencia ese nombre, las cosas empiezan a estar menos claras. Para empezar, el hecho de que me propongan, al azar de la conversación, diez veces al día un apellido o una obra “importante” de nuestros días, que en el fondo me importan un bledo, y que en todas esas ocasiones me vea obligado a una reacción más o menos fingida (porque, claro, hay que ser educado), basta con ese hecho para imponerme, a fin de cuentas y mal que me pese, cuando menos la acuciante sensación de que ese apellido o esa obra existen: algo comestible deben de tener si diez veces al día no me dejan más remedio que portarme como si me apetecieran. Desde cierto punto de vista, no deja de ser, para un escritor, síntoma de gran éxito el lograr, a fuerza de reiterar un estímulo, por muy débil que sea, que se dé en el público ese reflejo condicionado. Lo queramos o no, esa suerte de nimbo que rodea a una obra tan celebrada nos obliga a proyectar tras el vacío que abarca una especie de presencia más o menos mágica, algo incognoscible, pero prestigioso, de la misma forma que una mujer a la que admitimos no encontrarle “nada de particular”, pero que sabemos que ha inspirado grandes pasiones, nos coloca, a lo que nos parece, en un estado no de superioridad crítica, sino, más bien, de indignidad transitoria; notamos por instinto que aquel a quien le gusta algo lo ve con mayor acierto y, también de forma instintiva, damos crédito a la sinceridad de una admiración que nos resulta ajena. La incomprensión estética es humilde por esencia, y reverente; tiene mucho menos de engreimiento que de sensación oculta de una carencia, como lo demuestran los ataques, zafios en exceso, que se lanzan, al principio, contra los movimientos artísticos. Y es así como ese desfase entre la impresión que notamos y la opinión que suena por doquier redunda en nosotros lo queramos o no, en beneficio y mayor prestigio de una obra que sigue siendo algo externo a nosotros: el carácter obsesivo que tan deprisa suele adquirir tiene que ver sobre todo con los esfuerzos desordenados que hacen para ponerse en regla con ella los refractarios, que se sienten, a su pesar, como si no tuvieran razón. Por muy deliberadamente que intentemos lavarnos la vista ante lo que leemos y no tener en cuenta más que nuestros gustos auténticos, les pagamos un tributo a los nombres conocidos y a las posiciones adquiridas, del que nunca nos libramos por completo; o, cuando menos, para encarar nada más lo que nos incumbe sería menester que apartásemos con esfuerzo esos nombres tantas veces oídos que se nos vienen solos a la memoria y que no es posible rechazar sin que surja, a la postre, una sensación irracional de estar cometiendo una injusticia hacia esa candidatura perpetua. Al final, acabamos por ceder; existen, en literatura, plazas envidiables que se reparten lo mismo que esas carteras ministeriales que van a dar a manos de candidatos que no tienen más méritos para ello que el hecho de “estar siempre ahí”. Existe una carta forzada que resulta lucrativa, y una nada sonora que tiene mucho poder en el mundo de las letras, incluso sobre las mentes más claras: no hay nadie que consiga impedir del todo que se opere en la suya, aunque no sea más que en una proporción modesta, el paso hegeliano de la cantidad a la cualidad en provecho de un nombre que repiten miles de voces. La mirada que se posa en el rostro de un personaje famoso lo ve, incluso a su pesar, como cubierto del sutil barniz que toma del calor de miles de ojos que se abrasaron en él. Tengamos el valor de admitir que lo que hace que una obra “cuente”, como suele decirse, para nosotros es a veces –es también– la cantidad de votos que suma y que auguramos con excesiva docilidad basándonos en la intensidad de una campaña electoral que nunca cesa [...]


El poeta chileno Nicanor Parra, premio Cervantes

Nicanor Parra


De 97 años y creador de la corriente llamada 'antipoesía', es el autor más veterano en ganar el galardón más importante de las letras hispanas, dotado con 125.000 euros


JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS - Madrid - 01/12/2011

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El poeta chileno Nicanor Parra, de 97 años, ha ganado el Premio Cervantes 2011. Es el escritor más veterano en recibir esta distinción. La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, ha anunciado en la sede del ministerio el fallo del galardón más importante de las letras hispanas, dotado con 125.000 euros. Parra (San Fabián de Alico, Chile, 1914), creador de la corriente llamada antipoesía, es hermano de la célebre cantautora Violeta Parra, fallecida en 1967. Académico chileno, matemático y físico, había sonado para el Cervantes varias veces en los últimos años. Precisamente, el próximo número de Babelia, que se publica este sábado, lleva en su portada un perfil de Parra escrito por Leila Guerriero. En él afirma el autor: "Siempre he pescado cosas que andaban en el aire".

La noticia en otros webs

Desde 1948, en una antología, ya acuñó los términos a los que ha permanecido fiel en su obra

El jurado destaca la gran independencia creativa de un "gran maestro sin escuela"

Parra es el superviviente del grupo más señero de poetas chilenos contemporáneos, junto a Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro y el también premio Cervantes, Gonzalo Rojas (fallecido el pasado abril). Después de publicar en 1937 Cancionero sin nombre, muy influido por elpopularismo de Federico García Lorca, llegó en 1954 el libro que marca su obra y parte de la poesía latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX, Poemas y antipoemas. Posteriormente,Versos de salón (1962), incluyó un poema en el que afirmaba: Durante medio siglo / la poesía fue / el paraíso del tonto solemne. / Hasta que vine yo / y me instalé con mi montaña rusa. / Suban, si les parece. / Claro que yo no respondo si bajan / echando sangre por boca y narices.

Desde 1948, en una poética (una introducción teórica) para una antología, ya acuñó los términos a los que ha permanecido fiel en su obra: "Busco una poesía a base de hechos y no de combinaciones o figuras literarias. Estoy en contra de la forma afectada del lenguaje tradicional poético".

En 1977 vio la luz Sermones y prédicas del Cristo de Elqui, sobre un visionario místico que predicaba por las minas del norte de Chile. Antes del Cervantes, ya tenía los premios más importantes de la lengua española, el Juan Rulfo, en 1991, y diez años después el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

La obra de Parra ha tenido en España algo parecido a la buena suerte editorial tratándose de un poeta y latinoamericano. Galaxia Gutenberg / Círculo de lectoresha publicado este mismo año el segundo, monumental y digamos definitivo tomo de sus Obras completas & algo +(el primero apareció en 2006). Allí reúne la totalidad de la obra del nuevo premio Cervantes supervisada por él mismo, establecida por el hispanista Niall Bins -el gran experto en su obra- y cuidada por el crítico Ignacio Echevarría. Existen, además, buenas antologías comoParranda larga (Alfaguara), a cargo de Elvio E. Gandolfo, una amplia selección de sus libros, poemas visuales (artefactos los llama él) incluidos. Publicado el año pasado, ese título vino a sumarse a ediciones ya históricas comoChistes para desorientar a la policía/poesía (Visor) oPoemas y antipoemas (Cátedra), a cargo del catedrático de la Universidad de Chicago René de Costa, estudioso de la vanguardia hispánica y comisario además de la muestra que en 1992 expuso en Valencia la obra visual de Parra al lado de la de Joan Brossa.

Influencia en Bolaño

Parra ha ejercido enorme influencia, entre otros, en el fallecido novelista Roberto Bolaño, quien le consideraba a la altura de Jorge Luis Borges y César Vallejo. "Escribe como si al día siguiente fuera a ser electrocutado", dijo de él. Bolaño afirmó también que, "el que sea valiente, que siga a Parra". El chileno representa la adaptación a la lengua española de lo que el crítico Julio Ortega llamó "eldialoguismo civil de la moderna poesía inglesa", más cercana al lenguaje hablado y de la conversación que la elevación lírica y a veces épica de su compatriota Neruda.

Parra sucede en la nómina de galardonados con el Cervantes a la catalana Ana María Matute. Desde 1976 han recibido el considerado como Nobel de las letras castellanas 36 escritores españoles e hispanoamericanos. El premio, creado en 1975 por el Ministerio de Cultura, reconoce la figura de un autor que, con el conjunto de su obra, haya contribuido a enriquecer el legado literario hispánico. Y aunque no figura en la bases del premio, habitualmente se cumple una acuerdo tácito que reparte alternativamente el galardón entre Hispanoamérica y España. Así se ha cumplido una vez más la tradición.

Presidió el jurado una mujer

Por primera vez, una mujer ha sido presidenta del jurado, la científica Margarita Salas. El poeta José María Micó, miembro del jurado, ha dicho que se ha valorado en Parra su larga trayectoria, que sea un poeta activo, de gran independencia creativa y al que ha calificado de "gran maestro sin escuela". En el momento de hacer público el galardón el jurado no había hablado aún con él.

Tras conocerse el premio, el fundador y director de la editorial Anagrama, Jorge Herralde, desde Guadalajara, donde se celebra la feria internacional del libro más importante del mundo hispano (la FIL), ha dicho sobre Parra: "es uno de los mejores premios Cervantes que se han dado y debería haberlo ganado antes. Le descubrí hace mucho en Oxford, leyendo sus Poemas y antipoemas, ha recordado Herralde, informa Winston Manrique.

"Nicanor sigue la senda de la gran familia Parra, cuya creatividad, talento y genio nos llenan de orgullo a todos los chilenos", ha escrito en su cuenta de la red social Twitter el presidente de Chile, Sebastián Piñera. Según el mandatario, el galardón es "un justo reconocimiento a su enorme genio y talento poético".

El escritor chileno Ariel Dorfman, mediante correo electrónico, también ha saludado el galardón: "Qué maravilla y qué delicia. Parra ha transformado, desacralizándolo, nuestro idioma. Me muero de ganas de oír el anti-discurso que va a pronunciar cuando le entreguen el premio. Cervantes y Parra unidos, jamás serán vencidos...".

Fuente: El país