miércoles, 31 de diciembre de 2014

El marinero perdido. Oliver Sacks



Jimmie se daba cuenta y no se la daba a la vez de esta pérdida interior trágica y profunda, pérdida de sí mismo. (Si un hombre ha perdido una pierna o un ojo, sabe que ha perdido una pierna o un ojo; pero si ha perdido el yo, si se ha perdido a sí mismo, no puede saberlo, porque no está allí ya para saberlo.) Así que yo no podía interrogarlo intelectualmente sobre estas cuestiones. Al principio lo había desconcertado el hecho de verse entre pacientes, siendo así que, según decía, él no se sentía mal. Pero ¿cómo se sentía? nos preguntábamos. Tenía una constitución robusta y estaba en buena forma física, poseía una especie de energía y de fuerza animal, pero mostraba también una inercia, una pasividad, y (todos lo subrayaban) una «despreocupación» extrañas; nos producía a todos una sensación abrumadora de que «faltaba algo», aunque aceptaba esto, si es que se daba cuenta de ello, también con una «despreocupación» extraña. Un día le pedí que me hablase no sobre su memoria o sobre su pasado, sino sobre los sentimientos más simples y más elementales:

—¿Cómo se siente?
—Cómo me siento —repitió y se rascó la cabeza—. No puedo decir que me sienta mal. Pero no puedo decir que me sienta bien. No puedo decir que me sienta de ninguna manera.
—¿Es usted desgraciado? —continué.
—No puedo decir que lo sea.
—¿Disfruta de la vida?
—No puedo decir que disfrute...

Vacilé, con miedo a estar yendo demasiado lejos, a estar desnudando a un hombre hasta dejar al descubierto alguna desesperación oculta, inadmisible, insoportable.

—No disfruta usted de la vida —repetí, un poco titubeante—. ¿Cómo se siente usted, entonces, respecto a la vida?
—No puedo decir que sienta nada.
—¿Pero se siente usted vivo?
—¿Que si me siento vivo? En realidad no. Hace muchísimo tiempo que no me siento vivo.
La expresión era de una resignación y una tristeza infinitas.

Posteriormente, después de advertir sus aptitudes para los rompecabezas y los juegos rápidos, el placer que le proporcionaban y su capacidad para «fijarlo», al menos mientras duraban, y para facilitar, durante un rato, una sensación de camaradería y de competición (no se había quejado de soledad, pero parecía tan solo; nunca expresaba tristeza, pero parecía tan triste) propuse que lo incluyesen en los programas recreativos de la Residencia. Esto funcionó mejor... mejor que el diario. Se involucraba intensa y brevemente en los juegos, pero pronto dejaron de significar un reto: resolvía todos los rompecabezas, y era capaz de resolverlos fácilmente; y era muchísimo mejor y más hábil que los demás en los juegos. En cuanto descubrió esto, volvió a mostrarse inquieto e irritable y empezó a vagar por los pasillos, nervioso, aburrido, con una sensación de ridículo: los rompecabezas y los juegos eran para niños, una diversión. Él quería, clara y apasionadamente, tener algo que hacer: quería hacer, ser, sentir... y no podía; quería sentido, quería una finalidad... en palabras de Freud: «Trabajo y amor».

¿Era capaz de hacer un trabajo «normal»? Según su hermano se había «desmoronado» cuando había dejado de trabajar en 1965. Había dos cosas que dominaba con sorprendente perfección: el alfabeto morse y la mecanografía al tacto. Nada podíamos hacer con el morse, salvo que le inventásemos una utilidad; pero un buen mecanógrafo nos venía bien, si era capaz de desplegar su antigua pericia: y esto sería trabajo de veras, no un simple juego. Jimmie recuperó enseguida su destreza con la máquina de escribir y llegó a hacerlo muy de prisa (despacio no podía) y halló en ello, en parte, el estímulo y la satisfacción de un trabajo. Pero aún seguía siendo una tarea superficial; era algo trivial, no llegaba a las profundidades. Y lo que mecanografiaba, lo mecanografiaba mecánicamente (no podía fijar el pensamiento), las breves frases se sucedían unas a otras en un orden que no tenía sentido. Uno tendía a hablarle, instintivamente, como si se tratase de una baja espiritual... «un alma perdida»: ¿era posible realmente que la enfermedad lo hubiese «desalmado»? «¿Ustedes creen que tiene alma?» les pregunté una vez a las monjas. Se escandalizaron con aquella pregunta, pero entendían muy bien por qué se las hacía. «Vaya a ver a Jimmie en la capilla», me dijeron, «y juzgue usted mismo». Lo hice y quedé conmovido, profundamente conmovido e impresionado, porque vi entonces una intensidad y una firmeza de atención y de concentración que no había visto nunca en él y de la que no lo había creído capaz. Lo observé un rato arrodillado, le vi comulgar y no pude dudar del carácter pleno y total de aquella comunión, la sincronización perfecta de su espíritu con el espíritu de la misa. Plena, intensa, quedamente, en la quietud de la atención y la concentración absolutas, entró y participó en la sagrada comunión. Estaba plenamente fijado, absorbido por un sentimiento. No había olvido, no había síndrome de Korsakov entonces, ni parecía posible o concebible que lo hubiese; porque no estaba ya a merced de un mecanismo defectuoso y falible (el de las secuencias sin sentido y los vestigios de memoria) sino que estaba absorto en un acto, un acto de todo su ser, que aportaba sentimiento y sentido en una unidad y una continuidad orgánicas, una continuidad y una unidad tan inconsútiles que no podían admitir la menor quiebra. Era evidente que Jimmie se encontraba a sí mismo, encontraba continuidad y realidad en el carácter absoluto del acto y de la atención espiritual. Las monjas tenían razón: allí hallaba su alma. Y la tenía Luria, cuyas palabras recordé entonces: «Un hombre no es sólo memoria. Tiene sentimiento, voluntad, sensibilidad, yo moral... Es ahí... donde puede usted conmoverlo y producir un cambio profundo». La memoria, la actividad mental, la mente sólo, no podía fijarlo; pero la acción y la atención moral podían fijarlo plenamente. Pero quizás «moral» sea un término demasiado limitado... porque en aquello se incluían también lo estético y lo dramático. Ver a Jimmie en la capilla me abrió los ojos a otros campos donde se convoca al alma y se la fija y apacigua en atención y comunión. La música y el arte provocaban la misma intensidad de atención y de absorción: comprobé que Jim no tenía ningún problema para «seguir» la música o piezas dramáticas sencillas, porque cada instante de música y arte contiene otros instantes, remite a ellos. Le gustaba la jardinería, y se había hecho cargo de algunas tareas en nuestro jardín. Al principio el jardín le parecía nuevo todos los días, pero por alguna razón acabó haciéndosele más familiar que el interior de la Residencia. Ya no se sentía perdido o desorientado en el jardín casi nunca; yo creo que lo estructuraba basándose en otros jardines amados y recordados de su juventud en Connecticut. Jimmie, tan perdido en el tiempo «espacial» extensional, estaba perfectamente organizado en el tiempo «intencional» bergsoniano; lo fugaz, insostenible como estructura formal, era perfectamente estable, se sostenía perfectamente, como arte o voluntad. Además había algo que persistía y que sobrevivía. Si bien lo «fijaba» brevemente una tarea o un rompecabezas, un juego o un cálculo, por el estímulo puramente mental, se desmoronaba en cuanto terminaba esa tarea, en el abismo de su nada, su amnesia. Pero si se trataba de una atención emotiva y espiritual (la contemplación de la naturaleza o el arte, oír música, asistir a misa en la capilla) la atención, su «talante», su sosiego, persistía un rato, así como una introspección y una paz que raras veces mostró por lo demás en su período de estancia en la Residencia, quizás ninguna.

Hace ya nueve años que conozco a Jimmie y neurológicamente no ha cambiado en absoluto. Aún tiene un síndrome de Korsakov gravísimo, devastador, es incapaz de recordar cosas aisladas más de unos segundos y tiene una profunda amnesia que se remonta hasta 1945. Pero humana y espiritualmente es a veces un hombre completamente distinto, no se siente ya agitado, inquieto, aburrido, perdido, se muestra profundamente atento a la belleza y al alma del mundo, sensible a todas las categorías kierkegaardianas... y estéticas, a lo moral, lo religioso, lo dramático. La primera vez que le vi me pregunté si no estaría condenado a una especie de espuma «humeana», una agitación carente de sentido sobre la superficie de la vida, y si habría algún medio de trascender la incoherencia de su enfermedad humeana. La ciencia empírica me decía que no... pero la ciencia empírica, el empirismo, no tiene en cuenta al alma, no tiene en cuenta lo que constituye y determina el yo personal. Quizás haya aquí una enseñanza filosófica además de una enseñanza clínica: que en el síndrome de Korsakov o en la demencia o en otras catástrofes similares, por muy grandes que sean la lesión orgánica y la disolución «humeana», persiste la posibilidad sin merma de reintegración por el arte, por la comunión, por la posibilidad de estimular el espíritu humano: Y éste puede mantenerse en lo que parece, en principio, un estado de devastación neurológica sin esperanza.


Oliver Sacks, El hombre que confundió a su mujer con un sombrero


lunes, 22 de diciembre de 2014

Me sobra el corazón. Miguel Hernández

Me sobra el corazón

Hoy estoy sin saber, yo no sé cómo,
Hoy estoy para penas solamente,
Hoy no tengo amistad,
Hoy sólo tengo ansias
De arrancarme de cuajo el corazón
Y ponerlo debajo de un zapato.

Hoy reverdece aquella espina seca,
Hoy es día de llantos de mi reino,
Hoy descarga en mi pecho el desaliento
Plomo desalentado.

No puedo con mi estrella.
Y busco la muerte por las manos
Mirando con cariño las navajas,
Y recuerdo aquel hacha compañera,
Y pienso en los más altos campanarios
Para un salto mortal serenamente.

Si no fuera, ¿por qué?... no sé por qué,
Mi corazón escribiría una postrera carta,
Una carta que llevo allí metida,
Haría un tintero de mi corazón,
Una fuente de sílabas, de adioses y regalos,
Y ahí te quedas, al mundo le diría...

(fragmento)


martes, 9 de diciembre de 2014

Aclaración tripartita: la antología Un espejo roto fue un proceso de dos años de investigación.







Aclaración tripartita

En esta ocasión seré no breve pero sí preciso acerca de una frase mencionada en el artículo que escribió Giovanni Rodríguez sobre narrativa hondureña actual en el boletín # 25 de la Editorial Universitaria. Primero hay que aclarar que la mayoría de narradores que el autor menciona pertenecen a otras generaciones, a autores del siglo XX y que muchos de ellos ya fueron registrados por Sergio Ramírez en Puertos abiertos (F.C.E., 2011): Julio Escoto (1944), Jorge Medina García (1948); Horacio Castellanos Moya (1957); León Leiva Gallardo (1962); Mario Gallardo (1962); Roberto Quesada (1962); Juan de Dios Pineda (1962-1964); Dennis Arita (1969). Parece que cuando de contemporáneos se trata, se procura ser muy precavido, o, incluso, algo temeroso de emitir juicios. Y Giovanni Rodríguez lo revela en su escrito. Sin embargo sí cita a un joven, José Raúl López, y omite otros narradores, porque como ocurre en el mundo editorial, el autor citado fue publicado por mimalapalabra editores. Si algo habría que leer entre líneas es el exceso de cautela que manifiesta Giovanni, sin embargo, esa característica ha de ser adquirida, puesto que él es siempre quien dice las cosas sin tapujos como bien aprendió. 

La frase a colación es la siguiente: “Otra antología de cuento centroamericano con el título Un espejo roto publicó Sergio Ramírez recientemente y en el caso de Honduras la selección es, cuando menos, una ‘recogida’ improvisada.” Para responderlo lo dividiré en tres apartados “Inicio del proyecto”, “Los correos” y “Los involucrados”.


Inicio del proyecto

"En noviembre de 2012, durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, un grupo de intelectuales e instituciones se reunieron para dar inicio a lo que en febrero del año siguiente sería Centroamérica cuenta, el primer encuentro centroamericano de narradores, convocado por el escritor Sergio Ramírez y Carátula, revista cultural centroamericana, gracias al generoso apoyo del Goethe Institut Mexiko y de las embajadas de Francia y Alemania en Nicaragua, un encuentro que comparte los principios de Carátula, de proyectar apertura hacia las múltiples manifestaciones de la cultura centroamericana, latinoamericana y universal, y de impulsar el reconocimiento de las diferentes literaturas centroamericanas hacia fuera y dentro de las propias fronteras centroamericanas que, a menudo, hacen que autores y libros queden con “país por cárcel”, es decir, completamente aislados.

Este primer encuentro en 2013, hecho en el contexto de la Feria Internacional del Libro Centroamericano organizada por la Cámara Nicaragüense del Libro y de su presidenta, Salvadora Navas, fue también un nuevo punto de encuentro de personas e instituciones, como el Goethe Institut, y de editores centroamericanos, franceses y alemanes, entusiasmados todos por apoyar una cartera de posibles proyectos para potenciar la literatura y el arte de la región centroamericana. De más se sabe que, a pesar de la incuestionable calidad de narradores y poetas centroamericanos, pocos logran trascender las fronteras locales de sus países, ya no digamos de la región centroamericana.

Así nació Un espejo roto. Antología del nuevo cuento de Centroamérica y República Dominicana (Centroamérica: Grupo de Editoriales Independientes de Centroamérica, GEICA, 2014) cuya primera presentación oficial tomó lugar el pasado lunes 25 de agosto en la Feria Internacional del Libro de Costa Rica, una recopilación de casi 300 páginas en la que 27 autores nacidos a partir de 1970 (con tres excepciones), dan una muestra de qué y cómo se están escribiendo en la región.
Pese al cuestionamiento de algunos, las antologías literarias son un vehículo efectivo para dar a conocer a los lectores muestras representativas ya sea de un país, una región, una temática o cualquier otro criterio antológico con que se trabaje.

Un espejo rotoes el resultado de más de un año de intenso trabajo, en la que Sergio Ramírez y un grupo de asesores perfiló una muestra de narrativa centroamericana no sólo para el lector centroamericano, pero también para el lector alemán y europeo. Doy fe de esto, más que en la calidad de autor incluido, como parte del equipo que apoyó la investigación y lectura de más de medio centenar de autores. Así, surge una antología con dos ediciones, que salen al mercado prácticamente al mismo tiempo. Un espejo roto…, publicado a través de GEICA, otro proyecto de unión centroamericana de la que creo vale la destacar: seis editoriales centroamericanas que se unen en esta publicación en español; y Zwischen Süd und Nord. Neue Erzähler aus Mittelamerika [Entre sur y norte. Nuevos narradores de Centroamérica], publicada en Zúrich, por Unionsverlag, que será presentada en octubre de este año en Frankfort y Berlín."

                                                                                                                       Fuente: Unir el espejo roto

Los correos
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Dic 2012
Gustavo:
En primer lugar, que participés en esta antología con un cuento, aquel que considerés que es tu texto mejor logrado y más representativo, y que muestre tus preocupaciones temáticas y estéticas. Los detalles técnicos serían:
·                 Extensión máxima de 20 cuartillas (Arial 12 pts, interlineado doble).
·                 Temática libre.
·           Indicar el crédito de publicación del cuento (Publicación, editorial, año). En principio apostamos por cuentos ya publicados, pero si tenés preferencia por algún inédito, bienvenido.
·                 Acompañar una biografía lo más detallada posible, que contenga al menos los siguientes elementos: ciudad y año de nacimiento, formación académica, títulos publicados, premios y reconocimientos, talleres, grupos literarios o iniciativas culturales a la que ha pertenecido el autor, así como página web o blog en caso de contar con ellos. No omitir ninguna información que considerés relevante. No hay extensión máxima para esta síntesis bio-bibliográfica. Posteriormente, como editor, uniformaremos las síntesis de todos los autores.
En segundo lugar, que me brindés recomendaciones de autores tu país y/o de la región que vos conozcás (eso es, principalmente, que hayás leído) y que según tu criterio brinden solidez a este proyecto, mostrándonos qué se está escribiendo en cada país y cuáles son las diferentes experimentaciones y búsquedas de los nuevos cuentistas. Los parámetros son sencillos y son los siguientes:
1.              Nacidos en y a partir de 1970.
2.              Con al menos un libro de cuentos publicado o, en su defecto, con una cantidad de cuentos editados en publicaciones periódicas que justifique su inclusión.
3.              Reconocimiento al menos local en el género.
Si se te ocurren nombres de autores (bien sea libros de cuentos o sólo algún cuento que considerés “antológico”) te agradecería me lo compartieras junto a algún correo electrónico al que se le pueda escribir. Pueden ser el número de autores que tengás en mente, siempre que considerés que se ajustan a los parámetros anteriores y que cumplen con el rigor y calidad debidos. Igualmente, si conocés de alguna antología ya publicada con las características que estamos procurando te lo agradecería.

Cualquier duda o sugerencia que tengás es más que bienvenida.

Abrazos desde Managua,
Ulises
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dic. 2012

Úlises:
Disculpá que me haya tardado o ausentado, he estado desempleado y esto me ha tenido sin Internet y hasta hoy logro entrar a uno. 
Te envío los trabajos.
Respecto a narradores de acá, hay uno que es muy bueno, se llama Dennis Arita, pero nació en 1969. 
Los que he leído y puedo recomendar son a Giovanni Rodríguez, el editor de mimalapalabra, ha publicado una novela y libros de poesía pero también ha publicado cuentos en revistas impresas o digitales.

He oído que en Tegucigalpa hay un escritor que según me dice escribe muy bien, lo conozco en persona pero no he leído nada suyo, parece que una vez ganó un certamen de cuento corto en Carátula, su nombre es Alex Ledesma. 

Por el momento sólo ellos se me ocurren. 

Si encuentro o recuerdo otro escritor, te aviso. 

Saludos. 

Gustavo.
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 DIC 2012
Gracias, Gustavo, acuso recibo. Te mantengo al tanto del proyecto más adelante.

Sobre las sugerencias, si nació antes de 1970 queda fuera, y creo que tenés mal el dato, que yo sepa el único concurso de Carátula lo ganó Maurice Echeverría, de Guatemala. Tampoco me suena ese nombre, ni lo puedo ubicar en nuestro archivo. Voy a ver qué puedo leer de Giovanni.

Saludos,
Ulises
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Dic. 12

Ulises, Hay dos personas más, que quizás apliquen: 

Jessica Sánchez (1974) recién publicó un libro de relatos titulado Infinito cercano. En la actualidad, después de María Eugenia Ramos, es la única narradora relevante en el país, que se adscribe a los requisitos de la antología. La mayoría de la población hondureña es poeta.

Darío Cálix (1988) publicó un diario ficcional sobre las pesadillas de su álter ego narrativo, que funciona también como un especie de novela, titulado Poff. Hasta el momento el relato más relevante que le he leído es uno que salió en la revista Tercer mundo, de trama becketiana. 

Sobre Ledesma, pues seguro me dieron mal el dato. Le he preguntado por él a María Eugenia y me comenta que considera que el libro de Jessica demuestra mayor destreza en su narrativa que lo poco que ha leído de Alex Ledesma, pero de todos modos no aplica porque él no tiene publicaciones.  

Respecto a Maurice, creo que él junto a Halfon son los más representativos de su país nacidos después del 70, bueno, no conozco a más escritores jóvenes de por allá. La antología servirá para ponerme al día y encontrar a esos otros que coinciden en tiempo y espacio. 

Un dato: hace poco sacaron una antología del cuento hondureño del siglo XXI, una edición un tanto apresurada, mal editada, aún no lo he leído pero podrías averiguar, quizás hay algo interesante por allí. El antólogo es Israel Serrano. 

Por el momento sólo eso sé de la narrativa de los nacidos después del 70. 

Cuidate, seguimos en contacto. 

Gustavo. 


Los involucrados


“La selección a cargo de Sergio Ramírez partió de guías básicas:

1. Autores de Centroamérica y República Dominicana, independiente del país en que actualmente residan.
2. Tres autores por país (que al final fueron cuatro, a excepción de El Salvador), que tengan indiscutible calidad literaria, nacidos a partir de 1970 o, en casos excepcionales, a partir de 1964, es decir, si bien la intención es reunir a autores de 40 años o menos, en algunos casos hubo excepciones meritorias: Mauricio Orellana Suárez (1965) de El Salvador; Jessica Clark Cohen (1969) de Costa Rica; y Juan Dicent (1969) de República Dominicana.
3. Si bien la temática era libre, se hizo la selección final en base a textos que retrataran la realidad cotidiana y los grandes temas en Centroamérica: la migración, la situación de seguridad ciudadana, la pobreza, la violencia, las contradicciones entre tradición y modernidad, el aislamiento, el narcotráfico, las relaciones entre los distintos países de la región y sus gentes e historias recientes, etcétera.

Finalmente, se apostó por rostros nuevos, que pudiendo ser conocidos en sus respectivos países, no hayan tenido difusión en Centroamérica y menos en Europa. Partiendo de estas guías, se preparó un primer borrador con más de 50 autores y al menos dos cuentos de cada autor, de la que finalmente se hizo una selección final de 27 autores. Una vez que se tuvo este segundo borrador, se preparó un tercer manuscrito con cuatro cuentos, los dos ya leídos y dos adicionales que se les pidió directamente a cada autor, bajo la solicitud de “aquellos dos cuentos que mejor reflejen sus búsquedas y experimentos literarios”. Entre estos cuatro cuentos se escogió el cuento final.

Finalmente, el manuscrito final tomó en consideración sugerencias del editor de Unionsverlag y de Lutz Kliche, asesor editorial y gran amigo del Goethe Institut, de Centroamérica cuenta y de GEICA, sobre cómo mejorar la antología de cara al lector alemán, habiendo hecho en algunos casos nuevas lecturas y nuevas selecciones de cuentos. Después de meses en este proceso de lectura y selección, el resultado final fue trabajado por GEICA para la edición en español, y por Unionsverlag para su traducción y publicación en alemán. Un verdadero banquete literario, que además incluye una breve reflexión de cada autor sobre qué significa escribir desde Centroamérica o Dominicanana, o ser un escritor de estos países. Este proceso editorial comenzó exactamente a finales de agosto del año pasado.

Creemos que al fomentar y proyectar a estos autores centroamericanos en nuestra región y en los países de habla alemana, estamos también aportando a la integración cultural centroamericana y a la proyección cultural de Centroamérica.”
(Léase completo en el Goethe Institut)

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Conclusión: lo que Rodríguez llama tan apresuradamente una “recogida improvisada” es el resultado del proceso de dos años de trabajo de varios escritores, intelectuales, informantes, editores de toda Centroamérica y del editor de Unionsverlag, también de Lutz Kliche, pero sobre todo de Sergio Ramírez y Ulises Juárez Polanco. No niego que me hubiera gustado ver a Dennis Arita y Giovanni Rodríguez entre los narradores, ya que hasta después me di cuenta de las excepciones de edad de algunos de los incluidos, pero todos nacidos después de 1975, o sea que ninguno de los antes mencionados por Giovanni nacidos entre el 44 y el 64 aplicaban. Y a juicio personal, Kalton y Jessica merecen estar en Un espejo roto. Hay que respetar el criterio del antólogo, de gran reputación, pero si a mí me tocara escoger 4 escritores jóvenes sin duda incluiría a Dennis Arita, Giovanni Rodríguez, Kalton Bruhl y Jessica Sánchez (por supuesto, debe existir libro publicado como primera premisa que dé seriedad al trabajo).

lunes, 17 de noviembre de 2014

XI Festival Internacional de Poesía de Granada 2015



Veo que hay varios poetas amigos (dominicanos, salvadoreños y mexicanos) que andarán en el Festival. Además de la presencia de Luis Eduardo Aute y el premio Pulitzer Claudia Emerson, entre otros reconocidos poetas. 

Por Honduras asistirán: 
Rolando Kattan
Néstor Ulloa
Rubén Izaguirre
Gustavo Campos



"Al menos 115 poetas de 57 países han confirmado su participación a la XI edición del Festival Internacional de Poesía, que estará dedicado al poeta, narrador, dramaturgo, pintor, coleccionista y promotor cultural nicaragüense Enrique Fernández Morales (1918-1982), informaron hoy los organizadores. Al festival, que tendrá lugar del 15 al 21 de febrero de 2015 en la ciudad colonial de Granada, acudirá la poetisa estadounidense Claudia Emerson, Premio Pulitzer de Poesía 2006, dijo en rueda de prensa el presidente de ese evento, Francisco de Asís Fernández. También asistirá el vate peruano Eduardo Chirinos, premio Casa de América de España; los mexicanos Óscar Oliva, Premio Nacional de Poesía de México, y Marco Antonio Campos, Premio Nezahuacalcoyotl.

Asimismo, el guatemalteco Enrique Noriega, Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias”; la croata Dorta Jagic, Gran Premio de Poesía de los Balcanes; la china Jidi Majita, Medalla Conmemorativa Sholokhov y el artista filipino Luis Eduardo Aute, entre otros."


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viernes, 17 de octubre de 2014

Thomas Bernhard, Three days. Documental.



Dos escuelas útiles, naturalmente: estar solo, aislado, no ser parte de nada...y por otro lado la desconfianza constante porque uno está solo, aislado y uno no es parte de nada. Esto desde la infancia.
 (...)
Uno lee libros: resistencia. Uno no desea libros para nada, uno no quiere tampoco pensamientos, uno no quiere ni lenguaje ni palabras, no quiere frases, uno no quiere historia.
Uno no quiere nada de nada. A pesar de ello uno se duerme, y uno se despierta. Si uno se duerme, uno se despierta, después de despertar, uno se levanta. Uno debe levantarse, contra todas las resistencias.
 Uno debe salir del cuarto. Aparece el papel, aparecen las frases, en realidad siempre las mismas frases, uno no sabe de dónde. Monotonía, no? De ella nacen nuevas resistencias cuando uno se da cuenta de todo esto.
Uno no quiere en realidad nada más que dormir, no saber nada más. De pronto, nuevamente el deseo. ¿Por qué la oscuridad?Por qué de nuevo siempre la misma oscuridad total en mis libros?
 

T. Bernhard

jueves, 9 de octubre de 2014

El estilo digresivo y la parodia como intertextualidad en Ficción Hereje


Se venía el año 2009 y con él la edición de Ficción hereje para lectores castos de Giovanni Rodríguez. El equipo mimalapalabra estaba preparado: desde Canadá Felipe Bello elabora la portada y se la remite a Giovanni, quien a su vez nos la reenvía; mientras yo me dedico a la diagramación del interior de la novela, Carlos se dedica a la promoción del libro y junto a Ricardo Tomé nos aventuramos en la elaboración de breves videítos divertidos sobre los ambientes claves donde se desarrolla la novela. Junto al ferrocarril le hacemos una entrevista a Carlos Rodríguez y él niega rotundamente haber sido miembro de una banda hereje. Ricardo Tomé da saltitos en una especie de secreta danza cerca del Museo de Antropología. Los preparativos culminan, la expectación crece, y hacemos una primera presentación on-line en el bar de Ricardo, el viejo Klein Bohemia, con un Giovanni trasnochado -en ese entonces vivía en España y los horarios eran casi opuestos-. Días después se vendría la presentación oficial un par de días antes del Golpe de Estado. Los primeros títulos de mimalapalabra editores: Corral de locos -poesía- de Muvin Andino y Ficción hereje... -novela- de Giovanni Rodríguez. Una edición muy cuidada, a cargo de Litografía Iberoamericana, del finado Poeta Óscar Acosta. No está de más mencionar quien estuvo a cargo del diseño de exterior fue Bayron Benitez. Claro, yo me adjudico la genial idea de haber elaborado el logo de la editorial y cómo debían ir las colecciones y es Benitez quien luego lo retoma y estiliza en los libros siguientes, como podrán observarlo en cualquier otro libro de la colección. Hernán Antonio Bermúdez prologa el libro y hace una muy buena reflexión sobre el libro, sus historias, el equilibrio entre los personajes, y hace ya una mención del grupo, generacionalmente hablando. 
El presente es un ensayo-artículo que viene a sumarse a los otros ya esgrimidos. Algo tarde, pero con paso firme, procurando desarmar la novela y encontrar los mecanismos a los cuales recurre el autor para el entramado de su primera novela. También corresponde a una serie de ensayos ("estudio") que he venido haciendo de los libros publicados por nuestra generación, que incluyen también a la predecesora, Gallardo y Arita, en otras palabras, los autores que publicaron y pertenecen a esa primera idea concretada en Entre el parnaso y la maisón. Otros autores que entran son: Jessica Sánchez, Mario Gallardo, Dennis Arita -el más difícil de todos, por lo menos para mí-, Jorge Martínez y Darío Cálix, y, por supuesto, yo, Gustavo Campos. Esta intención de estudio de autores de la costa norte deriva de una conferencia que impartí en el Centro de Arte y Cultura de la UNAH y que tenía por título "En búsqueda del gran discurso, la otra Honduras" y que aún existe y prologa un proyecto de antología de la otra vértebra de la literatura hondureña, o por lo menos la que debíamos haber buscado o asumido, suponiendo que ningún escritor hondureño es heredero de otro escritor hondureño y que aquí todos nacimos huérfanos, alimentándonos de autores con los cuales tenemos afinidades, siempre yendo a la fuente original, al pozo original, a extraer esa primera huella, si es que hubo una primera huella, como lo hicieron los narradores hondureños que nos precedieron y es con los que coincidimos con los que compartimos esa noción propia y reinventada y reelaborada de literatura. Luego publicaré los demás, mientras, he aquí mi aporte sobre 
 Ficción Hereje para lectores castos: 
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El estilo digresivo y la parodia como intertextualidad en Ficción Hereje

El estilo narrativo de Vila-Matas está presente en Ficción hereje para lectores castos, pero con un evidente sedimento cervantino o baudeleriano –éste último únicamente en su prólogo, aunque el tema de la herejía y la maldad podría emparentarlo bien, narrativamente, con Las flores del mal, tómese en cuenta la producción poética del autor y las correspondencias, deliberadamente preferidas, con los simbolistas parnasianos–, pero también el discurso que se advierte de entrada puede hallar parentesco perifrástico con el inicio de Anatomía de la melancolía de Robert Burton, contemporáneo de Cervantes y Shakespeare; pero si está presente Vila-Matas está presente Sterne, y si está presente Sterne por obviedad estará presente Cervantes –como ya lo hemos mencionado, valga la redundancia– y por ende su estilo cervantino y picaresco, es por esa razón que Sara Rolla lo ha expuesto en su breve ensayo “Lectura casta de una ficción hereje”, al referirse que el libro está escrito “en clave cervantina” y que en él “lo carnavalesco” junto a la “picaresca” se entretejen en el “ingenioso juego autoral” del que hace gala con “sutilezas intertextuales” el autor/editor que abre su brecha en la narrativa contemporánea hondureña, como un extraño y desenfadado hereje Pierre Menard del tercer mundo.
Pero ahora bien, ese espíritu cervantino y estilo digresivo burtoniano/sterniano dio como resultado que Giovanni Rodríguez emprendiera un viaje sterniano –obligatoriedad Shandy– que lo ha llevado en una búsqueda –continuación– del estilo digresivo en el discurso, desde FHPLC, su primer libro, y en el cual nos enfocaremos para este ensayo, hasta su novela aún inédita Tercera persona o La vida como una novela, la cual leí hace un par de años y que también supongo habrá cambiado en la actualidad, pero de la que han quedado como constancia unas páginas en Entre el parnaso y la maison (2011), específicamente del capítulo titulado “Diario de Montpellier”, cuya trama es la de un joven escritor que cuenta su aventura sexual con una francesa que lo hospeda, mientras él procura escribir una novela cuyo personaje es un lector modelo que asume el doble rol de autor-narrador, que aún no ha nacido, y que desde su desdoblamiento cuenta su historia desde la voz de su abuelo, en un entramado utópico y laberíntico que tiene por fin fusionar ambas historias aparentemente en distintos espacios de tiempo, apropiándose, mediante constantes digresiones y reflexiones, de la voz del joven que vive en un “presente” real, pero a la vez hipotético puesto que el narrador cambia constantemente de enfoque, yéndose por una de las vías de los “mundos posibles” ya remitidos por caridad por Umberto Eco y que pudo tener como influencia inmediata en Rodríguez la trama de la novela La guerra mortal de los sentidos de Roberto Castillo, donde un personaje llamado Illán Monteverde, de nacionalidad española y bisnieto del “Buscador del último hablante lenca”, busca reconstruir las aventuras del bisabuelo mediante un género literario que ha quedado en desuso en el año 2099, como ser el género de la novela.
Pero volviendo a Ficción hereje, obra que opera dentro de una tradición, y que a su vez gracias al choque de voces –autor, narrador, editor, personajes, para mencionar algunos– participa de una suerte de mecanismos paródicos, pues es patente la ironía que tiene por fin cuestionar o mofarse de una convención literaria precedente. Es por esa razón que el autor recurre a recursos retóricos o viejas fórmulas –“aprovechamiento de recursos consagrados por la novela tradicional, como los paratextos empleados en el encabezamiento de los capítulos”, como lo ha indicado Sara Rolla, para captar la atención del lector y mantenerlo en el espíritu de la novela, que es el juego de un personaje o actor enmascarado. Bien pudo haber precedido la novela la siguiente frase de Burton: “No indagues en lo que está oculto; si te gusta el contenido ‘y te resulta de utilidad, suponte que el autor es el hombre de la Luna o quien quieras’, no me gustaría que se me conociera.” Y sin haberla citado o precedido está allí, dentro del texto, como una huella anterior, sterniana, ahora también vila-matiana, si mejor nos aclimatamos a este tiempo, pero Ficción hereje –para referirme a la novela nombraré nomás sus dos primeras palabras por comodidad mía o simple pereza debido al tan largo título– comienza así:
“No nos corresponde, amable lector, a vos y a mí juzgar por cierto lo que en las sucesivas páginas quedará referido acerca de la historia común de los cuatro personajes que en ella intervienen.”
Más adelante, agrega el supuesto editor, que ha investigado y no ha podido recabar información sobre los nombres y la autenticidad de la historia, lo siguiente:
“Nadie recuerda a cuatro muchachos que por esta periferia del mundo alguna vez hayan incurrido en actividades propias o al menos vinculadas al concepto de la herejía. Por esta razón he desestimado la posibilidad de que los textos refieran un conocimiento histórico y he decidido publicarlos como “obra de ficción”, que es lo que son al fin y al cabo.”
De esta manera logra captar la atención del lector y mantener su interés sobre los aludidos en la novela. De inicio una fina ironía nos embarca en un “inmenso juego”. Milan Kundera, en El arte de la novela, dedica unas páginas al Tristán Shandy como “buen ejemplo de cómo el espíritu de la novela no ha sido todavía explotado”, y agrega que para Sterne la novela no es un mero ejercicio literario lúdico, sino una seria reflexión sobre la creatividad y la vida y sobre la interacción entre ambas actividades. Asimismo, pensemos entonces no en los personajes y su veracidad, como han apuntado algunos, de Ficción hereje, tampoco en si los personajes aludidos son reales o no o si al autor se le escapó de las manos imprimirles más vida, y sacrificó, en pos de la estructura equilibrada del texto, de su organicidad arquitectónica, casi simétrica, mayor alcance en la caracterización de los personajes, quedándole acartonados, como oí en algunas conversaciones y en la misma presentación de su libro en el 2011. También, si se quiere, puede achacársele a que es una novela primeriza. Otro achaque a la novela, o debilidad mencionada, es que el término “herejía” no juega un papel preponderante en la trama novelesca, y, por el contrario, se queda como algo que debió haberse explotado con mayor pericia y profundidad. Después de leída la novela uno puede interpretar que hay una suplantación hereje por la ortodoxia y que cuando sus cuatro personajes coquetean con la irreverencia y desacralización de los postulados eclesiásticos y religiosos no es más que un acto de “malicia” juvenil, de chanza, de “jodarria”, entre amigos que tienen un interés común: la literatura y vivir su floreciente sexualidad. Bien podríamos adjudicarle al autor de la novela una frase de Chesterton como para acabar con todo lo referente a su falta de “conceptualización profunda” de la herejía: “Traté de encontrar para mi uso, una herejía propia, y cuando la perfeccionaba con los últimos toques, descubrí que no era herejía, sino simple ortodoxia”. Y con ello acaba la historia y comenzamos otra. Que otros busquen o escarben en ese tema y se amparen, libro en mano, en tratados prohibidos por la inquisición o en las novelas de Umberto Eco. Yo, por el momento, reflexiono y me aviento a formularme algunas preguntas y a contestármelas cuando pueda, cuando no, solo daré mención de descubrimientos, yerros y aciertos, meritorios o demeritorios, en la novela de Rodríguez, los cuales había apuntado esquemáticamente, en incisos numerados, como ideas que me permitirían partir a algo más, seguramente a algún estudio más serio, pero que por el momento, y debido al escaso tiempo que poseo para esgrimirla, las compartiré para que sean otros quienes desarrollen el tema o sea yo mismo quien las retome en algún futuro no muy lejano, y después de tanto preámbulo, las comparto:
·  Educación sentimental en donde las mujeres son quienes inducen al acto sexual al hombre, conllevándolo al “pecado”. (Imagen de femme fatales). Se me viene una imagen patriarcal o muy bíblica, uno de los ejes de la novela.
·  ¿De qué manera este escarceo biográfico de los personajes contribuye o adquiere relevancia en “la herejía”? ¿Constituye el intento fallido de un secuestro a un pastor una herejía? Ninguna. Hay una evidente disociación entre el discurso narrativo “aparente” y la trama. La única justificación probable se da en el capítulo doce donde el bagaje literario acredita a los personajes su intencionalidad “hereje”. Parodia ligera donde el sustrato teórico o temático no avala la intencionalidad sugerida desde el título y anunciada con constancia en cada capítulo.
·  Lo rescatable: lo que Rodríguez logra es una prosa ligera y “prístina” (valga el uso modernista del término), clara, con buen ritmo, aparentemente madejada de un solo tirón, contrario a Los inacabados, en donde todavía se notan algunas costuras sintácticas y semánticas debido a su fragmentación.
·  Es un relato lineal. Solo al final, en el flashback, aparece el personaje “enmascarado” que vuelve regresivamente en el tiempo pero con intención de contar, reparar, y reelaborar, desde el presente, aquello que había quedado en el aire y que diera verosimilitud o veracidad a la verdadera historia contada, y fabulada por el editor. El pasado es igual al presente. Y como recurso de distanciamiento, se vale del vocablo “mierda” para dar a entender, en tiempo pasado, la acción cometida y la nauseabunda persecución temida de parte de los hacedores de justicia.
·  Tenía la analepsis una función explicativa.
·  Curiosamente, la maldad de los personajes –antihéroes– de secuestrar a un hombre de fe se ve fracasada, esto puede leerse de dos maneras: para los devotos, la gracia de Dios sobre el pastor y el designio divino que corrigió la intención de secuestro contra los malhechores, en resumidas cuenta la ecuación podría expresarse de la siguiente manera: el castigo de Dios contra los no creyentes, de esta manera los antihéroes pierden su protagonismo y se ven debilitados y torpes. Implacable protección de Dios para con sus devotos. Y este desenlace central, negativo, contrapuesto al título del libro, hace que la balanza se incline en el lado de la fe y no del lado de la verdadera intención del narrador; y no como el título sugiere. Es el triunfo de Dios contra los impuros y las cuitas y el bochorno de bromistas jóvenes. Pero esto es bien recibido o bien entendido si notamos que una vena de humor recorre todo el libro. Las desventuras o la suerte adversa de “los herejes”.
·  También hay personajes “hijo-pródigo” en la novela. Importante si contraponemos herejía a creencia, y creencia religiosa a propias creencias.
·  Tomar en cuenta analepsis, prolepsis, flashback y flashforward y el estilo digresivo del discurso a la hora de estudiar FHPLC. Algunos conceptos o ideas ya han sido reflexionadas. 
·  Preocupaciones: desdoblamiento y manejo e inversión del tiempo en la novela. (Falta aclararlo y releer novela).
·  Masturbación y mata de guineos: signos que identifican la identidad hondureña, por semántica: bananeras… caribe. Asociada siempre al sexo.
·  Cada paratexto de cada capítulo pertenece al editor, suponemos que a Rodríguez, quien ha organizado el material, según el prólogo, por eso se refiere al narrador, es él quien ha escogido esa distribución del texto en forma de novela caballeresca o picaresca.
·  Voz que nos comunica remisiones temporales, la del editor de mimalapalabra.
·  En el capítulo 6 se habla del cronista anónimo, quien observaba a los cuatro jóvenes herejes.
·  ¿Qué trata de decirnos? ¿Qué implicación existe entre lo sexual y lo religioso? ¿Condiciona el erotismo?
·  Guiños a amigos de parte del autor, por lo cual se le ha acusado de restarle vida a las personas reales en quienes fueron inspiradas. A este inciso aplicarle la frase de Burton.
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Segundo apunte.
Una perspectiva nueva de lectura y por ende de interpretación, teniendo en cuenta lo que Mieke Bal interpreta: “una interpretación no es nunca más que una propuesta”:
Desde una perspectiva nueva, podríamos situarnos en el olvido de la metatextualidad de la novela y circunscribirnos a las reglas que el narrador propone. En este sentido, el juego es el siguiente: la responsabilidad le es propia al editor ficticio (desdoblamiento del autor) al que le hacen entrega de la historia aún no novelada y que él modificará a su antojo, como propone en los capítulos y en el prólogo. Ahora bien, esto supondría el desconocimiento de los personajes y de su biografía, por ende, podríamos suponer que las biografías sobre el despertar sexual de cada personaje es inventada por el narrador y por esta razón es que encontramos esa dislocación entre la relevancia que podrían tener sus “experiencias” sexuales en el desarrollo de la novela, cuyo título e intención están orientados a la desmitificación de los embaucadores espirituales. Manejando esta tesis el autor queda indultado de lo que el editor no logra a consolidar en la trama. Porque el editor de lo que más habla en un comienzo es de “herejía” y no de educación sentimental en el prólogo, asegurando que distorsionará a su antojo la historia remitida (que imaginamos breve y adscrita con especificidad a la tentativa de secuestro del líder religioso). Entonces es el narrador quien no dio el ancho y se absuelve de responsabilidad narrativa al autor. ¿Quién es el responsable? Si de culpas se tratara…, pero la literatura no se trata de penalizaciones (¿y de orden estético?). Pero veamos, si el autor se desdobla, y el autor, primera capa de ficción, no logra entender la totalidad de la novela como se presenta, que a su vez es la de un editor que recaba información y mediante oficio o licencia de escritor se permite ficcionar sobre el documento que se le ha remitido, y que ha trastocado a conveniencia de su siquis (por qué el empecinamiento de desvelar los goces primigenios de los 4 personajes), el autor asume doble responsabilidad, la cual le hace al final escribir una retrospectiva de lo anteriormente novelizado en un post scriptum. 
Si el novelista habría comenzado la novela en el último capítulo El Flash back (post scriptum), la novela habría tenido otra dinámica y probablemente la observación de los personajes acartonados no habría tenido fundamento, pues se habrían movido al ritmo de la última parte, y se habrían “carnalizado” (al respecto H. A. Bermúdez considera este último capítulo como el de un “tono más maduro”).
Por otra parte, ¿Por qué no pensar que la irreverencia de la novela contra la iglesia y los creyentes no es sino una alegoría contra la tradición novelesca y literaria del país? ¿Y que su acto de socavar sus preceptos y secuestrar al pastor de la iglesia no es sino una metáfora de su verdadera intención, frenada y canalizada hacia otro tema de interés nacional, contra el establishment literario y los autores ya “canonizados”? Y propongo esta idea porque todos los personajes de la novela están ligados a la literatura –mediante búsquedas y lecturas– y no tanto al malestar que pudiera ocasionarles las creencias religiosas: es, más bien, una novela contra la ignorancia y el sometimiento de añejos cánones y costumbres pueblerinas de un país centroamericano en pleno siglo XXI. 
Para concluir, Eco podría darnos otra pista: “El autor no es sino una estrategia textual capaz de establecer correlaciones semánticas, y que pide ser imitado.” Y H. A. Bermúdez bien podría cerrar esta propuesta de lectura que tomaba como tema el estilo digresivo en Ficción hereje para lectores castos y que gracias a ella se me viene la imagen del autor como un Pierre Menard hereje en plena “educación sentimental”, con la siguiente conclusión precisa: “Así como en ese ejercicio intertextual de desdoblamiento autoral, Ficción hereje… se mantiene, en todo momento, ligera, graciosa, con un humor socarrón. Incluso los pasajes más dramáticos o reflexivos están matizados por bromas o sarcasmos brutales y directos.” (Hernán Antonio Bermúdez, “Herejía y otras hierbas”).  

Gustavo Campos, 2013.