martes, 25 de abril de 2017

Honduras, la invisible. Gustavo Campos



Los hondureños nos caracterizamos por ser invisibles, y que no se diga más. Sin embargo, habría que agradecer a los causantes del golpe de Estado de 2009 que Honduras reapareciera en escena, cual Atlantis moderna y subdesarrollada –valga el oxímoron–.
En lo literario, un acto de gentileza del escritor Enrique Vila-Matas nos había tintado a nuestro blog, del cual éramos 4 los miembros, en la categoría de blogs interesantes. Él mismo, años atrás, hacía mención en Bartlebly y compañía que el misterioso escritor B. Traven era un grupo de escritores hondureños. Siguiendo el mismo rumbo un año antes, Javier Marías dice lo mismo; mientras Borges ubica su cuento “El Aleph” en la calle Honduras –el mismo Jorge Luis Borges hace mofa del libro de un poeta hondureño titulado “Color naval”, situación similar ocurre en el “Diccionario de escritores latinoamericanos de Aira”, pero esta vez acerca de la vida amorosa de Froylan Turcios; quien a su vez se carteaba con Sandino, como de igual modo el sabio Valle con algunos escritores de La Ilustración–; O. Henry escribe “Anchuria, José Ovejero lo retrata entre los “Escritores delincuentes” y Patrick Deville le dedica varias páginas a Honduras sobre la autenticidad de la estatua de Francisco Morazán, que se le adjudica a otro personaje. Pero Morazán ya ha sido fusilado siglos antes en nuestro país vecino Costa Rica –donde he escuchado a más de alguno llamarle ladrón– habiendo fungido años antes como presidente de la República Federal de Centro América, y también en El Salvador… Además, se ha estudiado la probabilidad de que Jack “El destripador” haya sido hondureño, puesto que en ese tiempo una barco hondureño estuvo en muelle londinense…
Honduras, la invisible, libró una lucha grande por hacerse de una imagen en el mundo. Roberto Bolaño hace descripciones de la “idiosincrasia” o fenotipo de la sociedad hondureña en varios de sus libros. Acierta, creemos, en varias, mas no en todas: específicamente en la corrupción y en la impunidad de los gobiernos y empresarios. De importante lectura para nuestros políticos de turno, que ahora temen la implementación de una CICIH que los juzguen.
Phillip Roth y Pamuk también hacen una breve mención de Honduras en sus novelas.
Hubo una época importante en la producción de las letras hondureñas: Eduardo Bähr gana el premio internacional Gabriela Mistral y Julio Escoto gana el premio centroamericano de novela EDUCA; Roberto Sosa gana el Adonais y Edilberto Cardona Bulnes el Premio Marfil de Elche. Años antes Juan Ramón Molina escribe la célebre “Salutación a los poetas brasileros” y viaja junto a Rubén Darío a Brasil.
Mientras, otros grandes escritores prefieren cambiar su nacionalidad por distintas razones, como Augusto Monterroso y Horacio Castellanos. En 2006 el jugador de futbol hondureño David Suazo es nombrado mejor jugador extranjero de la Serie A de Italia, junto a Kaká.
Pero es debido al golpe de Estado cuando Honduras tomó con éxito una notoriedad en el panorama de las noticias a nivel mundial. Los medios de comunicación –que en realidad son organizaciones publicitarias con evidentes intereses económicos– junto al Estado, evitan que la comunidad internacional sepa lo ocurrido exactamente. El presidente Manuel Zelaya Rosales es expulsado del país por los militares. Por orden del presidente del CongrezooNacional, se le falsifica la firma de renuncia a su cargo. Y aquel blog que le pareciera interesante a Vila-Matas da un giro momentáneo en sus publicaciones literarias y artística, enfocándose en la información de noticias de lo que ocurría en el país. Esto debido al cerco mediático impuesto por las autoridades de turno, en confidencia con empresarios de medios de comunicación y la cúpula militar.
Las visitas pasaron de 70 a las 800 diarias. De no haber sido por el golpe de Estado en Honduras, el país seguiría siendo aún más invisible, ahora con mayor colorcito por los tintes de la corrupción, violencia y pobreza. Los escritores hondureños seguirán siendo igualmente invisibles y tendrán apariciones esporádicas en el panorama de la literatura centroamericana.
Gracias al notorio esfuerzo de los políticos de turno en adscribirse a la impunidad, la corrupción y a una sociedad altamente empobrecida y desesperanzada; dos de sus ciudades, las más importantes, habían alcanzado posicionarse entre los primeros lugares dentro de la lista de las ciudades más violentas del mundo, denominando a una de ellas como “la capital de la muerte”, de donde escribo este artículo: San Pedro Sula.
Este ha sido un breve repaso de la Invisibilidad de Honduras, que no de transparencia.
Pero hace poco ha llegado a mis manos el libro “Narco América: De los Andes a Manhattan”, 55 mil kilómetros tras el rastro de la cocaína (Dromomanos), donde curiosamente siempre mencionan a Honduras como el país visitado más peligroso. Mayor visibilidad para un país destinado a ser un personaje más de Wells, la oportunidad para los narradores hondureños de robarle unas historias más al país; para alcanzar el grado de visibilidad mínimo percibido por el ojo mundial o el ojo curioso.

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