martes, 15 de abril de 2014

La regla infalible de Umberto Eco para determinar si una obra es o no es pornográfica.




Kate Moss por Mario Testino


He aquí un extracto de una de las conferencias que impartió Umberto Eco 
en la Universidad de Harvard en los años 92 y 93 y 
que luego se convirtió en el libro "Seis paseos por los bosques narrativos":





"A veces la coincidencia de los tres tiempos (de la fábula,  del discurso y de la lectura) se persigue para finalidades muy poco artísticas. No siempre la dilación es índice de nobleza. Una vez me planteé el problema de cómo establecer científicamente si una película es pornográfica o no. Un moralista contestaría que una película es pornográfica si contiene representaciones explícitas y minuciosas de actos sexuales. Pero en muchos procesos por pornografía se ha demostrado que ciertas obras de arte contienen tales representaciones por escrúpulos realistas, para pintar la vida tal cual es, por razones éticas (en cuanto que se representa la lujuria para condenarla) y que, en cualquier  caso, el valor estético de la obra redime su naturaleza obscena. Como es difícil establecer si una obra tiene de verdad preocupaciones realistas, si tiene sinceras intenciones éticas, o si alcanza resultados estéticamente satisfactorios, yo he decidido (después de haber examinado muchas  películas hard ­core) que existe una regla infalible. 

Hay que controlar si en una película (que contiene también representaciones de actos sexuales) cuando un personaje sube a un coche o en un ascensor, el tiempo del discurso coincide con el de la historia. Flaubert puede emplear una línea para decir que Frédéric estuvo mucho  tiempo de viaje, y en las películas normales se ve una persona que se sube a un avión para verlo llegar en seguida en el plano sucesivo. En cambio, en una película porno si alguien se sube al coche para ir diez manzanas  más allá, el coche viaja diez manzanas. En tiempo real. Si alguien abre la nevera y se sirve una cerveza para bebérsela más tarde en el sofá después de haber encendido la televisión, la acción lleva tanto tiempo como el que les llevaría a ustedes hacer lo mismo en sus casas.

La razón es bastante sencilla. Una película porno está concebida para complacer al espectador con la visión de actos sexuales, pero no podría ofrecer hora y media de actos sexuales ininterrumpidos, porque es fatigoso para los actores, y al final llegaría a ser tedioso para los espectadores. Hay que distribuir,  pues, los actos sexuales en el transcurso de una historia. Pero nadie tiene intención de gastar imaginación y dinero para concebir una historia digna de atención, y tampoco al espectador  le interesa la historia porque espera sólo los actos sexuales. La historia queda reducida, pues, a una  serie mínima de acontecimientos cotidianos, como ir a un lugar, ponerse un abrigo, beber un whisky, hablar de cosas insignificantes, y es económicamente más conveniente filmar durante cinco minutos  a un señor que conduce un automóvil que implicarlo en un tiroteo a lo Mickey Spillane (que, además, distraería  al espectador). Por lo tanto, todo lo que no es un acto sexual debe llevar tan­ to tiempo corno lo lleva en la realidad. Mientras que los actos sexuales tendrán que llevar más tiempo del que normalmente requieren en la realidad. He aquí la regla: cuando en una película dos personajes emplean, para ir de A a B, el mismo tiempo que emplearían en la realidad, tenemos la certidumbre de encontrarnos ante una película pornográfica. Naturalmente, son necesarios los actos sexuales, si no, una película como Im Lauf der Zeit de Wim Wenders, donde se ve prácticamente durante cuatro horas a dos personas viajando en un camión,  sería pornográfica, y no lo es."





Umberto Eco, Seis Paseos por Los bosques narrativos, 1996.

 pp. 71-72