jueves, 22 de mayo de 2014

Entre Katastrophé y Los inacabados. Reseña del 2012.



Mario Gallardo, Gustavo Campos, Jorge Martínez


Hace un tiempo había publicado que de todas las presentaciones de libros que he hecho la que más me gustaba había sido la de Los inacabados. Cuando miraba las fotos del evento y a los amigos divirtiéndose, riéndose entrañablemente entre vino y bocas, advertía una magia que brotaba y que era parte de esa fraternidad que por entonces se mantenía fuerte y que había comenzado allá por el 2002. La fecha de junio de 2010 había sido el recuerdo más preciado que conservaba junto a la de Las virtudes de Onán, a principios de 2007. Por aquél entonces éramos los mismos cofrades contentos de ir consolidando ese otro hallazgo literario que supone la amistad y cada libro nuestro publicado era una declaración de amistad a los demás compañeros de grupo o de generación. Ya íbamos creando un mundo de ficción y los planteamientos entre cervezas y confidencias iban adquiriendo la forma de bloques (no populares) y colocándose como en la estructura de un muro: cada libro era otro ladrillo en la pared sampedrana, que iba convirtiéndose en protagonista de una revaluación estética de la literatura, tomando en cuenta sólo los aportes y no tanto los errores. 


En el 2006 Los inacabados se había agenciado el 1er Premio Europeo Hibueras y también había sido publicado por la Editorial Cultura ese mismo año bajo la Colección Premios.

En la noche de la premiación conocí a Roberto Castillo, presidente del jurado calificador, quien me dijo haberle gustado mucho mi libro (fue hasta ese momento que percibí su simpatía y su elegancia de espíritu que no había advertido jamás al ver las fotos en las solapas de sus libros, que lo mostraban como un ser oscuro e inalcanzable para espíritus jóvenes que sólo pensamos en vivir una cotidianidad regida por el placer nocturno de los bares y las calles). José Antonio Funes, poeta e investigador literario que admiro mucho, me expresó muy alegre su emoción al saber que había sido yo el autor y me dijo haberle “atraído mucho la riqueza lingüística y cultural de esa novela, su atrevimiento formal que la diferenciaban del resto de literatura hondureña corriente”. Al Dr. Héctor Miguel Leyva, también miembro del jurado y uno de los estudiosos de mayor importancia en Honduras en temas literarios y culturales, por fin pude conocerlo en el 2012, en la lectura de poesía realizada en la UNAH como parte del II Festival Internacional de Poesía “El turno del disidente”. Por esa época conocí a Hernán Antonio Bermúdez, quien es quizás el crítico literario hondureño que más admire –el otro es Roberto Castillo-, por su lucidez interpretativa y por esa ventaja que tiene de tomarse en serio su tarea de “lector ideal”, rebelde cazador de "inaccrochables", alejado de toda pasividad, quien además se refirió a Los inacabados de la siguiente manera: “...Se trata de una degustación literaria cuyo único antecedente en las letras hondureñas está en Una función con móbiles y tentetiesos de Marcos Carías. Esa es la única novela, igualmente despojada de un "plan" o esquema novelero convencional, que puede equipararse a Los inacabados en términos de ambición literaria, de ejercicio de estilo, de "voluntad de lenguaje". Además, se está en presencia de una obra literaria desafiante, desenfadada, y cuyo desparpajo erótico hará "borrón & cuenta nueva" en nuestra usualmente recatada literatura (litera pura).”

De ese 2010, tiempo de Los inacabados, que me trajo también la amistad de María Eugenia Ramos, que viajó desde Tegucigalpa a San Pedro para asistir a la presentación de mi libro, hasta este 2012, específicamente para la presentación de Katastrophé, algunas amistades comenzaron a agrietarse y vino una época de distanciamientos y rupturas, que me hizo comprender que la amistad entre artistas sólo puede sobrevivir por ciertos periodos y que el mundo de la literatura era un mundo de rencillas y prejuicios, y cuanto más miraba esas fotos del 2010, no podía hacer más que evocar ese momento mágico de amistad -¡que el futuro o la madurez sea quien nos reencuentre!; pero en ese transcurso de pérdidas hice nuevos amigos, amigos que me acompañaron ese viernes 4 de mayo de 2012 en la presentación de mi nuevo libro y que demostraron otro tipo de magia, una más pura, libre ya por fin de ese mundo del que ahora pretendo desligarme, para vivir aquí, desde este 2012, en donde me digo que la mejor presentación de libros que he tenido es la de Katastrophé, la inmejorable, la más brillante, la más mágica, la divertida, la que estuvo dentro de mi visión del arte, la confluencia de todas las disciplinas artísticas en un mismo evento, con la participación del colectivo teatral de “Los pandas con Alzheimer”, integrado por mis amigos Yuri Pineda, Romina Memoli y César, que se pasaron de buenos e hicieron un derroche de humor y talento como preámbulo a la presentación.

JJ. Bueso, Gustavo Campos, Carlos Rodríguez y Jessica Sánchez


Me acompañaron en mesa Jessica Sánchez, Carlos Rodríguez y JJ Bueso. Jessica hizo una muy interesante ponencia sobre el libro, sobre “la estructura tripartita de cómo está concebido y cómo lo interpretó, cómo se desarrolla la siquis de los personajes, la representación de los miedos y el énfasis en cómo en el libro se reconcilian realidad, fantasía y virtualidad”, entre otros temas que ahora no preciso, ampliando sus puntos de vista antes expuestos en el prólogo del libro, sin duda la mejor participación, seguida de la de Carlos, quien debutó como presentador y estuvo muy acertado sobre “el componente humorístico del libro, las frases aforísticas bajo la premisa de las máximas, el punto de fuga foucaultiano en ‘Teoría musical de Roland, no de Spitzer’”, entre otros argumentos esgrimidos, y por último JJ que habló poco del libro e hizo un despliegue temático ajeno a la presentación, quizás debido a su juventud, pero que en los pocos momentos en los que sí se refirió a él dejó entrever que le había gustado y que en la carrera de los 4 jinetes del apocalipsis la publicación de Katastrophé lo posicionaba a la delantera, esta declaración, por supuesto, fue su gran ironía o broma de la noche.

No cierro nota sin antes agradecer a los amigos que me ayudaron en todo: María Eugenia Ramos, diagramadora, David Soto, ilustrador, a Jairo Rodríguez y Miguel, su primo, en imprenta, a Dennis Arita, como corrector; a la Fundación Steinberg, por haberme cedido los derechos de autor de la ilustración de Steinberg en el interior del libro; a Jessica Sánchez, como prologuista y ensayista, a JJ Bueso, como reseñista de contratapa, a mis amigos Yuri, Romina y César, por ese espectáculo divertido; a Lía Castro y Daphne Sikaffy, por el apoyo en la organización del evento en la Alianza Francesa, a mi familia querida, Nicola, Seidy y mi sobrina Marian Madeleine que estuvieron presentes, a Karen Mejía, que siempre aparece en los momentos cuando se debe ser indispensable, a Óscar Urtecho, amigo y uno de los mejores lectores que conozco, a Carlos Rodríguez, el leal, en controles, delegado de Prensa, jaja, a Jorge Martínez, amigo y poeta, y a todos los amigos que me acompañaron, a mis queridos y queridas, a todos, “¡gracias totales!”

SPS, Junio 2012

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