Gustavo Campos
abril de 2016
PRIMERA PARTE: A manera de introducción
El presente trabajo tenía por motivo responder la incógnita del
por qué las consideradas ciudades más importantes de Honduras carecen de Casas
de la Cultura (San Pedro Sula, Tegucigalpa, La Ceiba y Choluteca). Lo que
suponía un breve trabajo de investigación se convirtió en un amplio recorrido
histórico a través de varias ciudades y de los personajes claves en la
actividad cultural y artística, sus emprendedores, directores de cultura,
historiadores y las políticas de las administraciones municipales y gubernamentales.
En el camino recabamos muchas páginas de información, por medio de entrevistas
y lectura de archivos y documentos. Para responder rápidamente la razón por la
cual Tegucigalpa carece de Casa de la Cultura, se debe a que es la capital del
país y en ella se aglutinan una considerable cantidad de instituciones
culturales y artísticas, además de Organismos Internacionales Cooperantes. Al
preguntarle lo anterior al ex Secretario de Cultura y Artes, Rodolfo Pastor
Fasquelle, sobria e inteligentemente ha respondido de manera escueta y tajante:
«Eso es correcto, no desconcentras ni descentralizas el centro. Por ahí le
dicen Casa de la Cultura al Teatro Manuel Bonilla». Ante tal respuesta, la que
coincide con otros entrevistados, decidimos enfocarnos en los casos de San
Pedro Sula, La Ceiba y Choluteca, dejando estas dos últimas ciudades como la
continuación de la presente entrega. Hay muchos puntos en común entre las tres
ciudades, como el desinterés y falta de visión de las alcaldías, rencillas
internas entre diferentes grupos de distinto tinte político, caso de La Ceiba,
o como lo ha llamado el historiador Miguel Mercado en Choluteca y en otras
ciudades rige «La ley del Canecho», «la cual consiste en que ninguno permite
que el otro haga algo». También agrega que existe «inoperancia de los
Directores Regionales de Cultura (SPS y Choluteca), robo del patrimonio
cultural (Choluteca)». San Pedro Sula y Choluteca cuentan con Directores de
Cultura municipal, direcciones adscritas a la Dirección de Cultura y Artes,
dependencia de la Secretaría de Estado. Vale agregar que toda municipalidad
cuenta con regidores de cultura y turismo. Lenin Hernández, historiador,
comenta que «todo el apoyo logístico que se recibió en Choluteca se lo
repartieron los artistas».
A
doscientos tres kilómetros de San Pedro Sula queda La Ceiba, a doscientos
cuarenta y cuatro kilómetros, Tegucigalpa, capital de la república, y a
trescientos ochenta y tres kilómetros, Choluteca. Desentrañar la historia de
cualquiera de las ciudades mencionadas nos da una clara idea de cómo funcionan
los gobiernos municipales y el gobierno central en lo referente a Derechos
Humanos, derechos culturales, y sus políticas de cultura y arte.
Nacimiento y muerte de la SCAD
Recién nacía la Secretaría de Cultura Artes y Deportes en la
ininterrumpida época de golpes de Estado. Se creó en la transición del general
Oswaldo López Arellano, quien asumió la jefatura de Estado tras derrocar al Dr.
Ramón Ernesto Cruz, electo constitucionalmente. En 1975 fue destituido
sustituyéndolo el coronel Juan Alberto Melgar Castro. Era la escalofriante
época de los desaparecidos y de las injerencias políticas estadounidenses en
América Latina. Los países vecinos de Honduras venían siendo víctimas de un
vendaval político y social por el resto de la década de los ochenta y
principios de los noventa. Nicaragua, El Salvador y Guatemala enfrentaban
guerras civiles que dejaron un elevadísimo saldo de muertos. Honduras estrenaba
Constitución —y escuadrón de la muerte— y se pavoneaba entre una aparente
tranquilidad y respiraba aires, aún tóxicos, de democracia. Policarpo Paz
García, general de brigada, entregaba el poder en manos del recién electo
presidente de la República, Roberto Suazo Córdova. Era 1982. Comienza un
esperanzador, pero escabroso periodo de incertidumbres y persecuciones
políticas. La nueva Constitución incluye en su primer artículo «el derecho al
goce de la justicia, la libertad, de la cultura y el bienestar económico y
social». Entrado el siglo XXI no se cumple ninguno de ellos, salvo para unos
cuantos ciudadanos. Hasta el gobierno de Carlos Roberto Reina empieza a
cumplirse el Capítulo VIII, artículo 151, 170, 173 (durante en la
administración de Manuel Zelaya se continúa el cumplimiento de los artículos
174 y 175), con el Dr. Rodolfo Pastor Fasquelle dirigiendo la Secretaría de
Cultura, Artes y Deportes: «encargada de lo concerniente a la formulación,
coordinación, ejecución y evaluación de las políticas referentes a la
investigación, rescate y difusión del acervo cultural de la nación, la
educación artística y la identificación, conservación y protección del
patrimonio histórico cultural de la nación». Antes, las políticas culturales
eran improvisadas y no cumplían a cabalidad los artículos citados. Treinta y
nueve años después, número que coincide con el número de latigazos dados a
Jesús, la actual administración de Juan Orlando Hernández disuelve la
Secretaría y la convierte en dos direcciones adscritas a la Secretaría de
Estado. Vale mencionar que en la administración de Ricardo Maduro también
ocurrió algo similar.
Políticas culturales y Casas de la Cultura
Según
el Doctor en Historia Rodolfo Pastor Fasquelle: «Para que las políticas de
largo alcance tengan éxito
se necesita un equipo profesional de técnicos. El Programa de Casas de la Cultura y la conformación de
los Consejos Regionales de Cultura respondían a una política de
desconcentración y descentralización y democratización de los fondos públicos
para cultura. En la mayoría de los países del mundo, a excepción de Honduras y
otros países subdesarrollados no cambia el equipo técnico, cambian los
ministros, los viceministros. Y esta política era fundamentada en análisis
serios con criterio, con referentes internacionales. El Programa de las Casas
de la Cultura es un programa que inventan hace veinte años los técnicos de las
Naciones Unidas en UNESCO, para poder realizar el trabajo de descentralización. No era
nada novedosa. Se implementó
en el periodo de Carlos Roberto Reina y se establecieron desde aquel entonces».
Obstáculos contra los proyectos de ley de cultura y arte
Jorge Martínez, quien fungió como oficial de cultura y coordinador
del proyecto en los departamentos de Cortés, Yoro y Santa Bárbara, del Programa
Conjunto Creatividad e Identidad Cultural para el Desarrollo Local, cuenta que
«en ese periodo hubo una propuesta de ley refrendada por el movimiento cultural
hondureño, pero el Congreso Nacional engavetó el Anteproyecto de Ley para el
Desarrollo de la Cultura y las Artes». Rodolfo Pastor Fasquelle confió a este
medio que Roberto Micheletti Baín, ex presidente del Congreso Nacional, designó
una comisión de cultura, presidida por Myrna Castro, para estudiar la ley
enviada por la SCAD. «Micheletti fue claro que no dejaría pasar o aprobaría
ninguna ley que fuera mérito mío. El anteproyecto de Ley iba darle un asidero
legal para el funcionamiento de los Consejos Regionales, desconcentración y
descentralización, que, aunque hubiera cambio de gobierno, la estructura sería
la misma. La Comisión para estudiarlo nunca lo dictaminó, porque no la
entendían. El hecho que no pasara el anteproyecto de ley también se debió a un
problema político, y esa fue mi culpa, no me congracié lo suficiente con los
diputados, especialmente con el diputado Micheletti, que se rumora, que
inadvertidamente comentó a otra persona amiga mía que no promulgaría esa ley
como un mérito mío. Y eso reflejaba las interioridades políticas de esa
problemática. Tendría que haber sido mucho más diplomático y político para
tratar el tema, que debí haber sido más complaciente.».
Casas de la Cultura
La política de las Casas de la Cultura no es novedosa, «La Casa de
la Cultura es una institución donde existe la participación democrática de la
comunidad a través de las distintas expresiones artísticas y culturales, es
aquí donde se promueve el desarrollo integral de la localidad permitiendo
establecer y fortalecer la identidad de la ciudadanía por medio del respeto y
valorización de la cultura propia siendo el gobierno local y la sociedad civil
los encargados de velar por la sostenibilidad de la misma.» (Cuadernos de
trabajo para las Casas de la Cultura. Proyecto UNESCO-MUA; 2011)
Sus objetivos:
a.
Conservar y exhibir el patrimonio cultural local y nacional.
b.
Promover el desarrollo cultural local.
c.
Apoyar el equipamiento del espacio destinado a la promoción
artística.
d.
Promover el intercambio cultural entre los miembros de la red.
e.
Satisfacer las necesidades en materia de formación y educación
artística local.
f.
Promover las distintas expresiones artísticas a nivel local por
medio de exposiciones, conciertos, teatro, cine, etc.
(Cuadernos de trabajo para las Casas de la
Cultura. Proyecto UNESCO-MUA; 2011)
Según
el escritor Julio Escoto «el concepto de Casa de la Cultura para mucha gente
sigue siendo social, para exhibir exposiciones, conferencias, mostrar la “alta
cultura”. El concepto original de la Casa de la Cultura es una casa de la
comunidad, el pueblo se reúne, se conoce, y como dice el principio: “pueblo que
se conoce, pueblo que no se mata”, es decir conozco a mi vecino y aun de tener
conflicto con él es más difícil recurrir a la violencia porque somos amigos y
conocidos. Su objetivo es desarrollar la convivencia, para que en la comunidad
se conozcan a fondo, se aproximen y con ello limen sus asperezas, y crear lazos
y nexos de solidaridad, eso es en el fondo, lo único es que la hemos hecho un
poco elitista, los artistas, los “intelectuales” son quienes buscan ese centro,
pero en realidad ese centro debería ser puntos de contacto cultural y popular.»
Casa de la Cultura de San Pedro Sula: Más de dos décadas construyéndola
Según el escritor y fotógrafo Armando García la construcción de la
Casa de la Cultura de San Pedro Sula viene realizándose desde tiempos de Lidia
Handal: «San Pedro Sula ha sido y es el polo económico y la segunda ciudad más
importante del país. Sin embargo, carece de archivo, de galería de arte, salón
de la memorabilia, biblioteca, fonoteca, pero sí discoteca». Y, en efecto, San
Pedro Sula es la segunda ciudad más grande de Honduras y la capital
administrativa del departamento de Cortés. Ella genera arriba del 40% del
Producto Interno Bruto (PIB) del 62% que genera la Zona Metropolitana del Valle
de Sula (ZMVS).
Armando García recuerda cronológicamente los movimientos y
personas implicadas en la creación de una biblioteca municipal y la creación de
la Casa de la Cultura de SPS.
«El polo vertebrador de la cultura era Tegucigalpa. Quien quería
participar de ella, debía viajar a la capital. En los años 60 ocurre una
independencia cultural y quien la inicia es “La voz convocada”, en La Ceiba,
liderada por Nelson Merren, junto a otros poetas emblemáticos de esa
generación. De 1980 a 1990, en San Pedro Sula, se da otro movimiento
intelectual, artístico y cultural desprendido de la capital. Helen Umaña funda
Tragaluz y Cronopios, y junto a antropólogos, escritores, poetas, sociólogos e
historiadores se forma un bloque intelectual que activa la vida cultural de la
zona.»
«Helen Umaña, Sara Rolla, Marta Susana Prieto, Juan Ramón Saravia,
Julio Escoto (quien vuelve de Costa Rica), José Antonio Funes, Julio César
Pineda, Edilberto Lara, entre otros, serán parte del grupo. Luego vendrán los
arlequines y posteriormente la generación de ustedes.»
Según Teresita Campos de Pastor, directora del Museo de
Antropología e Historia, ella recibió una invitación allá por el año 1991 para
participar en la elaboración del anteproyecto de la creación de una biblioteca
municipal y de un centro de formación artística.
Por otra parte, Julio Escoto agrega que él junto a su esposa Flor Alvergue llegaron a tener una colección de 900 libros de literatura
infantil, que ya es mucho para comenzar una biblioteca, la que pensaban donar:
«En la administración de Tito Guillén, junto a Helen y otros intelectuales, le
presentamos al alcalde Tito Guillen el proyecto de la Casa de la Cultura, pero
que iba comenzar como una Biblioteca Infantil, porque mi esposa y yo habíamos
pasado coleccionando durante ochos años libros de literatura infantil, y ya
teníamos como 900 libros, así que Tito Guillén aprobó inmediatamente, y luego
de algunas discusiones y cambios, Tito dijo que él quería algo más y se hizo el
Centro Cultural Infantil (CCI), que era, digamos, una Casa de la Cultura, pero
para niños. Fue de los primeros logros.»
Maqueta del área de biblioteca para niños
Un grupo de intelectuales y artistas se acercó a Héctor Tito
Guillén, entre ellos Marco Rietti, Helen Umaña, Marta Susana Prieto, Mariela
Guzmán, Julio Escoto, Sandra Bográn, Graciela Galeano y Armando García, para
pedirle el quiosco ubicado en el centro del parque central para montar una biblioteca.
El presupuesto requerido era de 70 mil lempiras. Tito Guillén, único alcalde
sampedrano que atendió a todo el conglomerado de artistas e intelectuales, les
dijo que mejor pensaran en grande, y les cedió el Auditorio Municipal con un
apoyo «denodado» de cuatro a cinco millones de lempiras, que luego se
convertiría en el Centro Cultural Infantil (CCI).
Más adelante, al grupo se unieron Teresa Coello y Mario Gallardo.
Esta vez llevaban en mano el proyecto para la habilitación de la Casa de la
Cultura elaborado por el Ing. Roberto Elvir, quien remodeló el parque central.
El edificio que serviría para su instalación sería el antiguo Instituto José
Trinidad Reyes. Era la administración de Luis García Bustamante y según el Ing.
Elvir y Armando García el alcalde veía con desprecio a los intelectuales de la
zona y rehusó reunirse con ellos. Por ese entonces, en el antiguo JTR,
funcionaba el Instituto Tecnológico en Administración de Empresas (INTAE). Un
edificio descuidado, destruido, que había que restaurar por ser un bien
patrimonial. El Ing. Roberto Elvir, como voluntario, se encargó de hacer el
levantamiento de planos, ad honorem. «En él funcionaría una sala para Bellas
Artes, una escuela de danza, biblioteca y archivo municipal». Los salones
serían de usos múltiples, fotografía, pintura, galería permanente de artes
visuales y la biblioteca. «El alcalde no tuvo la cortesía de recibir el diseño
del anteproyecto (plano, memoria y presupuesto) y nos trató con desprecio,
conservó los trabajos y dijo que no participarían en nada», agrega Roberto
Elvir. Luego comenzó una pugna por el edificio entre el gobierno municipal y el
gobierno central. La municipalidad se adjudicaba el inmueble, mientras la
Secretaría de Cultura, Artes y Deportes aseguraba que le pertenecía. «Ya a
finales de los ochentas, la ministra de Educación, Elisa Valle, extendió una
certificación de parte del Ministerio sobre el JTR», asegura Elvir. Años
después, cuando comenzó a gobernar Carlos Roberto Reina, y fungía como
Secretario de Cultura y Artes Rodolfo Pastor Fasquelle, dieron apoyo monetario
para la restauración del edificio. Por otro lado, el INTAE protestaba temeroso
de perder su edificio (temas políticos y económicos de fondo), pero luego se
convino la construcción de su propio edificio.
Teresa de Pastor cree que «siempre ha habido desinterés de parte
de las autoridades por fomentar la cultura y, que, a su vez, era una forma de
mantener un estatus quo bajo considerando “la cultura como un lujo”». Sobre la
ausencia de una Biblioteca Municipal agrega que ha habido «falta de visión y se
ha considerado más importante la tecnología o bibliotecas virtuales, que la
biblioteca se ha vuelto obsoleta». El Museo de Antropología e Historia cuenta
con una especializada en antropología. Y comenta un interesantísimo proyecto
que dirigía Claudia Madrid, esposa de Yany Rosenthal, que consistió en donar
dos libreros llenos de literatura infantil a las escuelas.
Al consultarle al Dr. Rodolfo Pastor sobre desde qué fechas viene
gestándose la idea de la realización de la Casa de la Cultura en San Pedro
Sula, responde que «En 1996 la SCAD le confirmó al Municipio la propiedad
municipal del viejo JTR, luego de ubicar en el Archivo, los documentos
pertinentes, gestó la idea y le otorgó a la ciudad de San Pedro Sula una
importante cantidad del dinero, más de ochenta y cinco mil lempiras para
empezar a edificar ahí una Casa de la Cultura. Y después en 2007, inauguramos
una obra de construcción con Marlon Lara y el alcalde Sunceri… porque nada se
había hecho mientras tanto.»
En el periodo de Padilla Sunceri el caricaturista y actual
diputado liberal Darío Banegas comenzó a devengar el sueldo de sesenta mil
lempiras como director de la Casa de la Cultura, la cual aún estaba en la etapa
de remodelación, como precisa el Dr. Pastor Fasquelle. Al respecto, el Ing.
Roberto Elvir hizo entrega de una de las tres copias del anteproyecto de Casa
de la Cultura a Darío Banegas, a quien nunca volvió a ver ni devolvió el
documento. Los anteproyectos existentes son dos, el elaborado por el Ing.
Elvir, que le sirvió a Darío Banegas y fue presentado como «preparado por
Gerencia de Obras Públicas y FHIS Municipal. Las etapas consignadas son la
creación de «Academía de Bellas Artes, Biblioteca Municipal, Archivo Histórico,
Auditorio Municipal» (que no cita en su presentación de Powerpoint) y el actual
que posee el Club Rotario. Hay un tercero elaborado como proyecto de tesis por
alumnos de la USAP. Según consta en documentos «desde abril de 1990, en la
administración del Ing. Tito Guillén, se había estipulado que el predio del JTR
sería utilizado para la Casa de la Cultura».
El poeta y ex director de la Dirección de Cultura Popular, José
González, comenta que parte de la política de Pastor Fasquelle era
«descentralizar la cultura fuera de la capital para llegar a los pueblos, donde
hay más respuesta y mayor necesidad». Tal dato corrobora que el Dr. Pastor
Fasquelle tenía una idea clara de la política cultural a la que debía darle
seguimiento. Al consultarle sobre los aciertos y desaciertos de las políticas
culturales para que San Pedro Sula, La Ceiba y Choluteca posean sus Casas de la
Cultura responde que «la política cultural tampoco se improvisa. Las Casas de
la Cultura son un programa de desconcentración y descentralización. Originalmente
fueron una idea de UNESCO. En todas partes ha sido difícil consolidarlas. Su
acierto consiste en entender que se necesita desconcentrar y descentralizar. El
problema con esa clase de política es que se necesitan estructuras regionales
de apoyo. Estructuras capaces de organizar el trabajo y de administrar
transparente y eficientemente los recursos ya mejor aún de gestionarlos.
Nosotros tuvimos e intentamos crear esas estructuras regionales, como los
Consejos Regionales, pero no alcanzamos a consolidar su institucionalidad y
desde Myrna Castro, les quitaron los fondos. Habría que haber consignado en el
Presupuesto Nacional fondos intransferibles para cada Consejo, para eso se
hubiera ocupado un compromiso de los diputados locales, presionados por ciudadanías
locales que no existen. Los programas de Casas de Cultura tuvieron problemas en
casi todos los países, con excepciones (Cuba) y pienso que Brasil dio un paso
al frente con su programa sustituto llamado Puntos de Cultura…»
Por su parte, José González, opina que como «las sociedades son
muy grandes, entonces las perspectivas se escapan. Es decir, ya no es la misma
Feria Juniana de 1950 que las de ahora. Ya no entusiasma a nadie hacer una Casa
de la Cultura. Además, son muy caras. Remodelar el JTR llevaría los cien
millones. Es muy caro. Crear un espacio para la cultura en San Pedro Sula debe
ser un mega proyecto, que exige un mega presupuesto. Entonces esa magnitud daña
las pretensiones de los muchachos. Y las instituciones dicen, pues vamos
invertir cien millones en cultura, pero hay aldeas que se están muriendo de
hambre. La magnitud de los proyectos sobrepasa las pretensiones de las mismas
autoridades y gestores. Casas de la Cultura por distritos, dos a tres millones
de lempiras cada una, que abarquen cincuenta mil habitantes es más fácil
manejarlo.»
Maqueta Biblioteca
Rodolfo Pastor opina que la razón por la que San Pedro Sula tenga
más de veinte años habilitando ese espacio de convivencia cultural se debe
«primero que todo a la incultura. A la falta de compromiso de los funcionarios
en distintos niveles, con la cultura. A la cual no dan valor. Y a una serie de
estupideces más. Por ejemplo, el hecho de que los funcionarios se dan más
importancia a sí mismos que a su tarea. Y cada uno quiere ser el protagonista y
esconder, ocultar o despreciar los aportes de otros para esa meta. Y lo mismo
es cierto de los hombres y mujeres del mundito de la cultura, cada uno de los
cuales quiere ser el héroe de la película. Diferentes municipalidades han
puesto el proyecto en manos de distintos burócratas y de distintos grupos de
agentes culturales… cuando debió siempre estar en manos de un Consejo Regional
de Cultura bien organizado, institucionalizado.»
«Con Kilgore, se le dio un impulso, y tampoco hizo nada. Ahorita
estoy viendo que estuvo Banegas como director sin hacer nada. No ha habido
suficiente interés. Ahora es muy difícil retomar eso.» Agrega José González. Y
en el oficio del Instituto Hondureño de Antropología e Historia mediante el
punto No. 22, Acta No. 117 (23/04/2012) se aprueba el proyecto “Plaza de la
Cultura, San Pedro Sula”. El proyecto pasa de ser Casa de la Cultura a Plaza de
la Cultura. El convenio de colaboración entre la Corporación Municipal y el
Club Rotario de San Pedro Sula se produjo en la administración de Juan Carlos
Zúniga: “en vista que el inmueble ya estaba destinado de acuerdo al Punto
Número 23 del Acta No. 05 de fecha 23 de abril de 1990, siendo alcalde el Ing.
Héctor Guillermo Guillén… y en vista que el artículo 14 de la ley de
Municipalidad es preservar, fomentar, desarrollar y difundir las tradiciones
cívicas culturales del Municipio, en sus distintas manifestaciones se asigna
este edificio, donde se forjaron tantas generaciones de estudiantes, a una
causa en beneficio de la cultura de San Pedro Sula”. En la administración
actual del alcalde Armando Calidonio quiso destinarse el inmueble para una Mega
Posta Policial y luego para trasladar las oficinas administrativas de la
Municipalidad. Lo cual creó una indignación y molestia por parte de la
población y de la comunidad artística que comenzó a elaborar actividades para
apropiarse del inmueble y no sirviera para otros fines que lo ya convenido. El
Colectivo “Enjambre Cultural” comenzó a elaborar programas de actividades en la
Plaza con el apoyo del Club Rotario que tuvo por propaganda “Seamos cultura”.
Sin embargo, en el Convenio firmado entre el Club Rotario y el ex alcalde
Zúniga, en el inciso 9 de la cláusula, se precisa que «se deberá conceder una
pequeña parte en el edificio en mención a la Policía Nacional Preventiva para
que instale una posta policial. Las dimensiones y ubicación serán establecidas
por ingeniería Municipal y la Comisión de Seguridad.» Firman Juan Carlos
Zúniga, alcalde municipal, y Jorge Antonio Bográn, presidente y representante
legal del Club Rotario. Quien puso fin al litigio hace unas semanas fue Marlon
Escoto, Secretario de Educación, al presentar los documentos que demuestran que
el edificio y el predio pertenecen al gobierno e hizo entrega de las escrituras
y firmó un nuevo convenio con los Rotarios. El alcalde Armando Calidonio
también comenzó a hacer actividades en el predio frontal de la Plaza y cortaron
árboles innecesariamente y las técnicas de restauración de la fachada no fueron
las adecuadas. En febrero realizó la “Fiesta del amor y la amistad”, aún no
estaba enterado que le quitarían el inmueble.
San Pedro Sula cuenta con una población aproximada de un millón
cien mil habitantes y la Zona Metropolitana del Valle de Sula dos millones
quinientos mil habitantes. Según los datos de la DIEM «ochocientos catorce mil
habitantes son nativos (residentes) de la ciudad y el resto es población
flotante que se ha establecido en la ciudad por determinados periodos de tiempo
para buscar trabajo, estudiar o hacer algún tipo de negocio.»
Esto nos obligó a plantearnos otra hipótesis. Si San Pedro Sula ha
crecido poblacionalmente un 112% en su superficie a partir del año 1992,
reduciendo un 22% el área rural para el 2010, de haberse hecho la Casa de la
Cultura en aquella época habría tenido mayor impacto en la población y habría
evitado en alguna medida la cultura de violencia, instalándose el miedo antes
que la cultura, como cultura. Si a esto sumamos que en una ciudad grande,
metrópoli, se inviertan ciento veinte millones de lempiras en la remodelación y
construcción de la Plaza de la Cultura, siendo este el equivalente del
presupuesto nacional destinado para Cultura y Artes (según Rodolfo Pastor
Fasquelle en su primera administración tenían por presupuesto cien millones y
en el último, de 2006 a 2009, doscientos ochenta millones, la mitad para
deportes) al del mega proyecto, indiscutiblemente necesario, como afirma el Dr.
En Historia de Artes y Director de la Alianza Francesa en San Pedro Sula,
Gustavo Larach: «Necesario es. Lo único que va a transformar la comunidad
sampedrana en una ciudad cohesiva, con sentido, que pueda integrar, no digo que
sea fácil, procesos constantes de producción cultural que involucren a la gente
será la Plaza de la Cultura, pero también tiene que haber un proceso didáctico,
socialización y enseñanza del proyecto. Eso debe programarse.» Rodolfo Pastor
Fasquelle opina que podía haberse hecho con menos recursos, ser más realista
con lo que se tiene.
Si históricamente el Valle de Sula, San Pedro Sula, ha sido un
espacio de intercambio, centro de confluencias y lugar de paso, como asegura
Russell Sheptak y antropólogos e historiadores, y con él coinciden Rodolfo
Pastor, Jorge Amaya y Darío Euraque, sobre la oleada de inmigración que se
trasladó desde Olancho y Santa Bárbara y otros departamentos, así como de
árabes, judíos y chinos, entre otros, desde el extranjero, cómo integrar a una
población diversa y hacer suyo un espacio que «sienten» que no les pertenece,
porque nunca se les enseñó que eran dueños de una cultura, que el arte les
pertenecía y por medio de él podían expresarse. Si una Casa de la Cultura, como
apunta Julio Escoto, «es un tipo de casa de convivencia e intercambio cultural
donde se conoce al vecino, y no se mata al vecino, sino que se convive», ¿de qué manera
respondería tal edificación en cohesionar áreas urbanas y suburbanas, y los
sectores periféricos y esas llamadas «ciudades ocultas» que son los cordones de
pobreza ubicados en los bordos de los ríos? Se volvería un edificio vacío y elitista. ¿Destinado a qué población? En
respuesta, la arquitecta Alejandra Vaquero ha dicho que «parte del proceso es
crear convenios con el sector educativo para integrar a toda la sociedad. Vamos
por etapas, pero alternamente a la construcción de la Plaza de la Cultura
también estamos en el proceso de crear planes operativos y estrategias que
integren a toda la comunidad, sin exclusiones ni favoritismos. Incluiremos
todos los sectores de la ciudad. Parte de las actividades de la biblioteca es
conectar con las escuelas públicas para llegar a esa interacción y
participación. Y definitivamente hay mucho que organizar y planificar. Es una
tarea grande, para un gran equipo. Por los momentos, mi tarea es ayudar con la
socialización del proyecto a través de la producción cultural, reactivar la
recaudación de fondos y retomar la restauración del espacio. El plan es ir
integrando poco a poco lo demás. Sin dinero no se logra mucho, por eso es
importante la cooperación pública, privada e internacional.»
Alejandra Vaquero, voluntaria desde 2011 hasta la fecha, ha sido
fundamental en cumplir ese sueño de la comuna sampedrana, junto al Club Rotario
de San Pedro Sula que se ha caracterizado por su eficiencia. También Alejandra
Vaquero asegura que el proyecto no es el mismo proyecto presentado
anteriormente: «hubo que hacer nuevamente el levantamiento de planos, junto a
otros compañeros arquitectos, Julieta Collart y Benjamin Krauss, y con la ayuda
de la especialista en bibliotecas Francine Pinchet, consultora canadiense,
elaboramos el anteproyecto para la Plaza de la Cultura y el diseño
arquitectónico y desarrollo de planos de la Biblioteca». Para conocer el
proyecto pueden entrar al Facebook Plaza de la Cultura San Pedro Sula.
Salón de conferencias
Aquel proceso que comenzó hace más de veinte años impulsado por Helen
Umaña, Julio Escoto, Marta Susana Prieto, Graciela Galeano, Sandra Bográn,
Marco Rietti, Armando García, Juan Ramón Saravia, entre otros, ahora gracias a
otro grupo llamado Colectivo «Enjambre Cultural», generación actual y heredera
de la anterior, en el que participan Alejandra Vaquero, Javier Eliuk Sánchez,
Andrea Alvergue, Baruc Selim, Fernando Lopéz Gaido, Gustavo Larach, Gustavo
Campos, junto al Club Rotario de San Pedro Sula e instituciones donantes,
empresarios y organismos internacionales, parece que por fin terminará la Plaza
de la Cultura. Trabajo de muchos, y de varias generaciones. Es evidente el
compromiso de la fuerza artística e intelectual de la ciudad. Y aunque ha sido
lento y muchas veces saboteado el proyecto, por fin puede verse reflejado el
comienzo de la primera etapa con una inversión no mayor de los nueve millones
de lempiras. El Congreso Nacional de la República también prometió otorgar diez
millones de lempiras, de los cuales, según los rotarios, no se han entregado
más de dos millones hasta la fecha.
También han protestado y colaborado activamente Flor Alvergue
(CCDANZA), Damario Reyes (Proyecto Teatral Futuro), entre otros centros de
formación artística. Los pintores Antonio Vinciguerra, Marco Rietti, entre
otros.
Julio Escoto opina que «el actual proyecto ha sido el que ha
tenido un poco más de empuje porque ya hay dinero establecido, la Municipalidad
no está aportando nada, este gobierno no tiene ningún interés en la cultura,
cerró el Ministerio, la Municipalidad de San Pedro Sula debe subsidios a todas
las instituciones culturales que crearon otras municipalidades anteriores, sin
embargo el proyecto Casa de la Cultura (ahora Plaza de la Cultura) allí va
arrancando con participación ciudadana, con los rotarios y de gente que tiene
ese sueño por ese proyecto.»
Hay un punto importante a considerar en la elaboración de la Plaza
de la Cultura de San Pedro Sula, a diferencia de las casas del resto del país,
que han sido puestas o exigidas por la comunidad, en San Pedro Sula ha sido la
comunidad artística e intelectual la que se ha esforzado en ver concluido el
proyecto. Debido a esa cuestión muchos de los entrevistados coinciden que sería
funcional la elaboración de pequeñas casas culturales divididas en sectores o
distritos para una mayor influencia en comunidades lejanas, aisladas y
marginadas.
Gustavo Larach opina que la Plaza de la Cultura funcionará porque
es «una estructura histórica que está conectada con la historia de San Pedro
Sula». Con la historia, pero no con sus pobladores. Según estudios muchos de
los pobladores provienen de departamentos como Lempira, Santa Bárbara, Copán,
entre otros, buscando mejorar su calidad de vida y por oportunidades de
trabajo. Él mismo agrega que «el presupuesto del que hablan los rotarios es de
unos ciento veinte millones de lempiras, montón de dinero, y en San Pedro Sula
y en Honduras el empresariado y a todo nivel, ha hecho falta en la gente
inculcarles la valoración adecuada de lo que pueden aportar a la sociedad en la
producción cultural y artística, porque es producción y asimismo puede generar
empleos. El problema es la falta de visión en las autoridades municipales, en
el empresariado y en la población. Es difícil decir. Resulta ambicioso. Y los
rotarios están en contacto con instituciones cooperantes para concluir el
proyecto. El edificio es del Ministerio de Educación. Ya se confirmó. Y ese
problema del litigio es lo que tenía detenida la construcción. Esto crea la
confianza y garantiza la continuidad del proyecto y desarrollo.» Mario Hernán
Mejía coincide con el Dr. Larach al referirse que «las tradicionales industrias
culturales (cine, televisión, informática, libros, música, diseños) requieren
de altas inversiones para su producción, de tal suerte que en los países
desarrollados han producido ganancias espectaculares convirtiéndose en parte
sustancial de la economía global como lo demuestran las estadísticas que todos
conocemos. En nuestros pequeños países centroamericanos y otros de similares
condiciones en América Latina, el Caribe o África, la realidad es distinta: los
talentos artísticos y el patrimonio cultural nacional no son plenamente
valorados y explotados racionalmente por el turismo rural o cultural; Su
contribución a la creación de puestos de trabajo locales y los ingresos del
comercio internacional es limitada.»
Problemas que se avecinan
Algunos problemas que se avecinan en una degastada y corrupta
ciudad que fue en épocas pasadas una de las de mayor crecimiento y desarrollo a
nivel latinoamericano, será el problema de movilización y transporte para
asistir a la Plaza, deterioro de calles, infraestructura colapsada y
reordenamiento vial, congestionamiento, altos índices de inseguridad y
violencia, etc.
Maqueta vista aérea de la Plaza de la Cultura
Alianzas entre Comités de Centros Culturales y Mesas de Turismo
El Dr. Larach también menciona que están en proceso de organizar
un comité de centros culturales de San Pedro Sula, que aglutine e involucre a
las diferentes instituciones culturales y artísticas. En dicho comité podría
planificarse la socialización y enseñanza en los diferentes sectores en que se
divide la ciudad. Y un proyecto importantísimo y muy interesante es uno creado
por la Mesa de Turismo del Valle de Sula que consiste en una ruta museográfica
turística. «De los veinte municipios que conforman la zona, únicamente doce
respondieron a la propuesta de proyecto, que consiste en crear museos en cada
municipio del Valle de Sula, en caso de carecer de ellos. Trajimos una
especialista canadiense que nos acompañó a recorrer los municipios interesados
para elaborar el estudio, hacer recomendaciones. Los directores municipales de
Turismo y alcaldes que nos atendieron nos mostraron los espacios que tienen
destinados para la habilitación o construcción de los museos», nos confió Dora
Suazo. A lo que agregó que «el éxito dependerá del compromiso de los alcaldes
actuales y de los próximos para darle continuidad a los proyectos convenidos».
Algunas de las respuestas obtenidas fueron «no estamos interesados porque no
tenemos dinero ni presupuesto». Entre los municipios interesados están Puerto
Cortés, Omoa, Pimienta, Potrerillos, Las Vegas, Santa Bárbara, Villanueva, La
Lima, Tela, Quimistán, y en Santa Cruz el parque arqueológico Los Naranjos.
Tanto los integrantes de la Mesa de Turismo como el Comité de Centros Culturales
que se formará, deberán crear alianzas y mantener una comunicación fluida,
crear convenios, etc. «También falta hacer la gestión con el gobierno. Estamos
en una primera etapa», agregó Dora Suazo.
El desconocimiento entre la relación de cultura, arte, turismo y
economía parece ser una de las debilidades de los gobernantes y de sus
políticas.
Donde inicia la Cultura, termina la violencia
«Donde inicia la cultura, termina la violencia», es la consigna
del proyecto de la Plaza de la Cultura de San Pedro Sula. Lo cual se sobre
entiende que ésta contribuirá a bajar el alto índice delincuencial,
extorsiones, asaltos, asesinatos por medio del sicariato.
Y esta Plaza, como obra de prevención, punto de paz y convivencia,
y como un medio de oportunidades, educación, contribuirá a la economía de la
ciudad y a su saludable desarrollo humano y sostenible.
San Pedro Sula devorándose a sí misma
San
Pedro Sula quedó presa del vértigo de la modernización, del acelerado
crecimiento económico. No resistió la agresión y el estrés de la vida urbana.
Se subordinó la calidad de vida a los sacrificios que debían hacerse para vivir
y subsistir. El que antes fue el centro de San Pedro Sula luce desierto, como
si hubiera sido abandonado por guerras ocultas. Su agonía es evidente. El temor
recorre sus calles. ¿Adónde habrá que moverse y huir de esa ciudad devorada por
una incesante expansión no prevista que ha mostrado elocuente su desorden y
violencia? San Pedro Sula vive entre barrios emergentes, barrios ocultos,
asentamientos precarios, de residenciales privadas que no son más que cárceles.
Como salidos de una película de una ciudad en decadencia, dividida y
administrada en distritos, así se presenta la «próspera» San Pedro Sula, que
posee «el estrés de la gran ciudad, pero no la personalidad ni la vibración de
la metrópoli». Insight crime y otras organizaciones aún la siguen considerando
como la ciudad más peligrosa del mundo. Otros la llaman «La capital de la
muerte», epíteto poéticamente más hermoso y adecuado. En el mismo artículo
publicado en 2003 por Mario Hernán Mejía cita la relación de los «indicadores
que nos muestren los vínculos entre los valores o antivalores culturales y la
violencia… Indicadores que reflejen la presencia de la juventud en su acción
formativa, dado que Honduras experimenta un cambio demográfico que, según
proyecciones en los próximos diez años, el 85% de la población tendrá menos de
veinte y cinco (25) años.»
La
Plaza de la Cultura de San Pedro Sula con una política incluyente y de
pluralismo cultural y participación ciudadana, como lo establece la Declaración
Universal sobre la Diversidad Cultural adoptada por la UNESCO en 2001, sin duda
alguna incidirá en un cambio de los altos índices de violencia de la ciudad,
así como asegura Julio Escoto: «La sociedad de San Pedro Sula evidencia que
nunca logró acercarse a ella misma, cuando se entra a una ciudad y ve calles
cerradas, militares con fusiles, rejas en las casas, es porque no hay
convivencia ni acercamiento, etc… falta incentivar la cercanía popular, donde
haya comunidad y comunicación, y esto si no elimina por lo menos disminuye las
posibilidades de violencia».
¿Por qué San Pedro Sula carece de Plaza de la Cultura?
«Porque
el centro solo puede propiciar la acción local. No se puede descentralizar
desde el centro. Tiene que haber puntos de apoyo local. También en La Ceiba se
encontró y se le otorgó título legal del edificio al Consejo de Cultura. Pero
subsiguientes gobiernos se lo han querido arrebatar y desconocer los documentos.
Y aun se la han querido vender a empresarios dizque del turismo», agrega
Rodolfo Pastor Fasquelle.
Según Julio Escoto se debe a que «el concepto de cultura es un
asunto de moda para las administraciones municipales, pero no para lograr algo
en sí para la ciudad.»
Derechos culturales y desarrollo humano
Los
derechos culturales son una categoría de los Derechos Humanos. Los teóricos han
identificado la cultura como el gran factor de desarrollo humano. Tales teorías
han servido de base para cambiar la percepción de nuestros gobiernos respecto a
la importancia de la cultura y las artes en la economía y bienestar social.
Economía, cultura y turismo
«No
hay actividad turística que se desarrolle sin el contexto cultural. En
cualquier clase de turismo que se realiza siempre hay un tipo de contacto con
la cultura receptora, contacto que se incrementará a medida que el patrimonio,
las costumbres y las actividades de las comunidades rurales y urbanas se asumen
como recurso para el despliegue de actividades turísticas.
La
cultura otorga entonces, un valor agregado al producto turístico y lo convierte
en una industria cultural en la cual libros, revistas, espectáculos de luz y
sonido y vídeos reinventan los paisajes culturales.
Lo
anterior, hace que la cultura, los bienes muebles e inmuebles, usos y
costumbres, gastronomía, ritos y la vida
cotidiana, se perfilen como activos que pueden contribuir al desarrollo
socioeconómico de comunidades, empresas o individuos; esto aporta elementos
para la distinción que se hace de la cultura como un medio (recurso para
mejorar las condiciones de vida): pero también como un fin en sí mismo, en el
sentido que los actos humanos nos identifican, nos otorgan sentido tanto
individual como colectivo.
Turismo
y cultura son interdependientes, lo cual reclama una ubicación equilibrada en
la cual el turismo no sea percibido como la panacea a los problemas del
subdesarrollo y tampoco como amenaza destructora que pone en peligro el
patrimonio y la identidad de los pueblos.»
La Organización
Mundial de Turismo (OIM) define el turismo sostenible como «un modelo de
desarrollo económico concebido para mejorar la calidad de vida de la comunidad
receptora, para facilitar al visitante una experiencia de alta calidad y
mantener la calidad del medio ambiente, del que tanto la comunidad anfitriona
como los visitantes dependen»
Según
la UNESCO: «Turismo Cultural es un concepto innovador, eminentemente ético, con
el que se busca favorecer la paz, la comprensión entre los pueblos y el respeto
por el patrimonio cultural y natural y las especificidades identitarias de las
comunidades anfitrionas en el marco de los intercambios que se dan al viajar.»
Cabezas, José Luis,
extracto de ponencia El Programa de Patrimonio Cultural de la Cooperación Española,
Tegucigalpa, Honduras; 1 de mayo de 2002.
Población beneficiada
Se
espera que la Plaza de la Cultura de San Pedro Sula beneficie a más de
trescientos mil sampedranos (usuarios potenciales), quienes requieran espacios
de convivencia, uso de la biblioteca y otros espacios de recreación y de
educación artística. Y se estima que estará terminada en cuatro años.