miércoles, 29 de marzo de 2017

Casa de la Cultura en San Pedro Sula: Más de dos décadas construyéndola.


 Gustavo Campos
abril de 2016

PRIMERA PARTE: A manera de introducción

El presente trabajo tenía por motivo responder la incógnita del por qué las consideradas ciudades más importantes de Honduras carecen de Casas de la Cultura (San Pedro Sula, Tegucigalpa, La Ceiba y Choluteca). Lo que suponía un breve trabajo de investigación se convirtió en un amplio recorrido histórico a través de varias ciudades y de los personajes claves en la actividad cultural y artística, sus emprendedores, directores de cultura, historiadores y las políticas de las administraciones municipales y gubernamentales. En el camino recabamos muchas páginas de información, por medio de entrevistas y lectura de archivos y documentos. Para responder rápidamente la razón por la cual Tegucigalpa carece de Casa de la Cultura, se debe a que es la capital del país y en ella se aglutinan una considerable cantidad de instituciones culturales y artísticas, además de Organismos Internacionales Cooperantes. Al preguntarle lo anterior al ex Secretario de Cultura y Artes, Rodolfo Pastor Fasquelle, sobria e inteligentemente ha respondido de manera escueta y tajante: «Eso es correcto, no desconcentras ni descentralizas el centro. Por ahí le dicen Casa de la Cultura al Teatro Manuel Bonilla». Ante tal respuesta, la que coincide con otros entrevistados, decidimos enfocarnos en los casos de San Pedro Sula, La Ceiba y Choluteca, dejando estas dos últimas ciudades como la continuación de la presente entrega. Hay muchos puntos en común entre las tres ciudades, como el desinterés y falta de visión de las alcaldías, rencillas internas entre diferentes grupos de distinto tinte político, caso de La Ceiba, o como lo ha llamado el historiador Miguel Mercado en Choluteca y en otras ciudades rige «La ley del Canecho», «la cual consiste en que ninguno permite que el otro haga algo». También agrega que existe «inoperancia de los Directores Regionales de Cultura (SPS y Choluteca), robo del patrimonio cultural (Choluteca)». San Pedro Sula y Choluteca cuentan con Directores de Cultura municipal, direcciones adscritas a la Dirección de Cultura y Artes, dependencia de la Secretaría de Estado. Vale agregar que toda municipalidad cuenta con regidores de cultura y turismo. Lenin Hernández, historiador, comenta que «todo el apoyo logístico que se recibió en Choluteca se lo repartieron los artistas».   
A doscientos tres kilómetros de San Pedro Sula queda La Ceiba, a doscientos cuarenta y cuatro kilómetros, Tegucigalpa, capital de la república, y a trescientos ochenta y tres kilómetros, Choluteca. Desentrañar la historia de cualquiera de las ciudades mencionadas nos da una clara idea de cómo funcionan los gobiernos municipales y el gobierno central en lo referente a Derechos Humanos, derechos culturales, y sus políticas de cultura y arte.   

Nacimiento y muerte de la SCAD

Recién nacía la Secretaría de Cultura Artes y Deportes en la ininterrumpida época de golpes de Estado. Se creó en la transición del general Oswaldo López Arellano, quien asumió la jefatura de Estado tras derrocar al Dr. Ramón Ernesto Cruz, electo constitucionalmente. En 1975 fue destituido sustituyéndolo el coronel Juan Alberto Melgar Castro. Era la escalofriante época de los desaparecidos y de las injerencias políticas estadounidenses en América Latina. Los países vecinos de Honduras venían siendo víctimas de un vendaval político y social por el resto de la década de los ochenta y principios de los noventa. Nicaragua, El Salvador y Guatemala enfrentaban guerras civiles que dejaron un elevadísimo saldo de muertos. Honduras estrenaba Constitución —y escuadrón de la muerte— y se pavoneaba entre una aparente tranquilidad y respiraba aires, aún tóxicos, de democracia. Policarpo Paz García, general de brigada, entregaba el poder en manos del recién electo presidente de la República, Roberto Suazo Córdova. Era 1982. Comienza un esperanzador, pero escabroso periodo de incertidumbres y persecuciones políticas. La nueva Constitución incluye en su primer artículo «el derecho al goce de la justicia, la libertad, de la cultura y el bienestar económico y social». Entrado el siglo XXI no se cumple ninguno de ellos, salvo para unos cuantos ciudadanos. Hasta el gobierno de Carlos Roberto Reina empieza a cumplirse el Capítulo VIII, artículo 151, 170, 173 (durante en la administración de Manuel Zelaya se continúa el cumplimiento de los artículos 174 y 175), con el Dr. Rodolfo Pastor Fasquelle dirigiendo la Secretaría de Cultura, Artes y Deportes: «encargada de lo concerniente a la formulación, coordinación, ejecución y evaluación de las políticas referentes a la investigación, rescate y difusión del acervo cultural de la nación, la educación artística y la identificación, conservación y protección del patrimonio histórico cultural de la nación». Antes, las políticas culturales eran improvisadas y no cumplían a cabalidad los artículos citados. Treinta y nueve años después, número que coincide con el número de latigazos dados a Jesús, la actual administración de Juan Orlando Hernández disuelve la Secretaría y la convierte en dos direcciones adscritas a la Secretaría de Estado. Vale mencionar que en la administración de Ricardo Maduro también ocurrió algo similar.

Políticas culturales y Casas de la Cultura

Según el Doctor en Historia Rodolfo Pastor Fasquelle: «Para que las políticas de largo alcance tengan éxito se necesita un equipo profesional de técnicos. El Programa de Casas de la Cultura y la conformación de los Consejos Regionales de Cultura respondían a una política de desconcentración y descentralización y democratización de los fondos públicos para cultura. En la mayoría de los países del mundo, a excepción de Honduras y otros países subdesarrollados no cambia el equipo técnico, cambian los ministros, los viceministros. Y esta política era fundamentada en análisis serios con criterio, con referentes internacionales. El Programa de las Casas de la Cultura es un programa que inventan hace veinte años los técnicos de las Naciones Unidas en UNESCO, para poder realizar el trabajo de descentralización. No era nada novedosa. Se implementó en el periodo de Carlos Roberto Reina y se establecieron desde aquel entonces». 

Obstáculos contra los proyectos de ley de cultura y arte

Jorge Martínez, quien fungió como oficial de cultura y coordinador del proyecto en los departamentos de Cortés, Yoro y Santa Bárbara, del Programa Conjunto Creatividad e Identidad Cultural para el Desarrollo Local, cuenta que «en ese periodo hubo una propuesta de ley refrendada por el movimiento cultural hondureño, pero el Congreso Nacional engavetó el Anteproyecto de Ley para el Desarrollo de la Cultura y las Artes». Rodolfo Pastor Fasquelle confió a este medio que Roberto Micheletti Baín, ex presidente del Congreso Nacional, designó una comisión de cultura, presidida por Myrna Castro, para estudiar la ley enviada por la SCAD. «Micheletti fue claro que no dejaría pasar o aprobaría ninguna ley que fuera mérito mío. El anteproyecto de Ley iba darle un asidero legal para el funcionamiento de los Consejos Regionales, desconcentración y descentralización, que, aunque hubiera cambio de gobierno, la estructura sería la misma. La Comisión para estudiarlo nunca lo dictaminó, porque no la entendían. El hecho que no pasara el anteproyecto de ley también se debió a un problema político, y esa fue mi culpa, no me congracié lo suficiente con los diputados, especialmente con el diputado Micheletti, que se rumora, que inadvertidamente comentó a otra persona amiga mía que no promulgaría esa ley como un mérito mío. Y eso reflejaba las interioridades políticas de esa problemática. Tendría que haber sido mucho más diplomático y político para tratar el tema, que debí haber sido más complaciente.».
 
Casas de la Cultura

La política de las Casas de la Cultura no es novedosa, «La Casa de la Cultura es una institución donde existe la participación democrática de la comunidad a través de las distintas expresiones artísticas y culturales, es aquí donde se promueve el desarrollo integral de la localidad permitiendo establecer y fortalecer la identidad de la ciudadanía por medio del respeto y valorización de la cultura propia siendo el gobierno local y la sociedad civil los encargados de velar por la sostenibilidad de la misma.» (Cuadernos de trabajo para las Casas de la Cultura. Proyecto UNESCO-MUA; 2011)

Sus objetivos:
a.     Conservar y exhibir el patrimonio cultural local y nacional.
b.    Promover el desarrollo cultural local.
c.     Apoyar el equipamiento del espacio destinado a la promoción artística.
d.    Promover el intercambio cultural entre los miembros de la red.
e.    Satisfacer las necesidades en materia de formación y educación artística local.
f.      Promover las distintas expresiones artísticas a nivel local por medio de exposiciones, conciertos, teatro, cine, etc.
 (Cuadernos de trabajo para las Casas de la Cultura. Proyecto UNESCO-MUA; 2011)

Según el escritor Julio Escoto «el concepto de Casa de la Cultura para mucha gente sigue siendo social, para exhibir exposiciones, conferencias, mostrar la “alta cultura”. El concepto original de la Casa de la Cultura es una casa de la comunidad, el pueblo se reúne, se conoce, y como dice el principio: “pueblo que se conoce, pueblo que no se mata”, es decir conozco a mi vecino y aun de tener conflicto con él es más difícil recurrir a la violencia porque somos amigos y conocidos. Su objetivo es desarrollar la convivencia, para que en la comunidad se conozcan a fondo, se aproximen y con ello limen sus asperezas, y crear lazos y nexos de solidaridad, eso es en el fondo, lo único es que la hemos hecho un poco elitista, los artistas, los “intelectuales” son quienes buscan ese centro, pero en realidad ese centro debería ser puntos de contacto cultural y popular.»

Casa de la Cultura de San Pedro Sula: Más de dos décadas construyéndola

Según el escritor y fotógrafo Armando García la construcción de la Casa de la Cultura de San Pedro Sula viene realizándose desde tiempos de Lidia Handal: «San Pedro Sula ha sido y es el polo económico y la segunda ciudad más importante del país. Sin embargo, carece de archivo, de galería de arte, salón de la memorabilia, biblioteca, fonoteca, pero sí discoteca». Y, en efecto, San Pedro Sula es la segunda ciudad más grande de Honduras y la capital administrativa del departamento de Cortés. Ella genera arriba del 40% del Producto Interno Bruto (PIB) del 62% que genera la Zona Metropolitana del Valle de Sula (ZMVS).

Armando García recuerda cronológicamente los movimientos y personas implicadas en la creación de una biblioteca municipal y la creación de la Casa de la Cultura de SPS.

«El polo vertebrador de la cultura era Tegucigalpa. Quien quería participar de ella, debía viajar a la capital. En los años 60 ocurre una independencia cultural y quien la inicia es “La voz convocada”, en La Ceiba, liderada por Nelson Merren, junto a otros poetas emblemáticos de esa generación. De 1980 a 1990, en San Pedro Sula, se da otro movimiento intelectual, artístico y cultural desprendido de la capital. Helen Umaña funda Tragaluz y Cronopios, y junto a antropólogos, escritores, poetas, sociólogos e historiadores se forma un bloque intelectual que activa la vida cultural de la zona.»

«Helen Umaña, Sara Rolla, Marta Susana Prieto, Juan Ramón Saravia, Julio Escoto (quien vuelve de Costa Rica), José Antonio Funes, Julio César Pineda, Edilberto Lara, entre otros, serán parte del grupo. Luego vendrán los arlequines y posteriormente la generación de ustedes.»

Según Teresita Campos de Pastor, directora del Museo de Antropología e Historia, ella recibió una invitación allá por el año 1991 para participar en la elaboración del anteproyecto de la creación de una biblioteca municipal y de un centro de formación artística.

Por otra parte, Julio Escoto agrega que él junto a su esposa Flor Alvergue llegaron a tener una colección de 900 libros de literatura infantil, que ya es mucho para comenzar una biblioteca, la que pensaban donar: «En la administración de Tito Guillén, junto a Helen y otros intelectuales, le presentamos al alcalde Tito Guillen el proyecto de la Casa de la Cultura, pero que iba comenzar como una Biblioteca Infantil, porque mi esposa y yo habíamos pasado coleccionando durante ochos años libros de literatura infantil, y ya teníamos como 900 libros, así que Tito Guillén aprobó inmediatamente, y luego de algunas discusiones y cambios, Tito dijo que él quería algo más y se hizo el Centro Cultural Infantil (CCI), que era, digamos, una Casa de la Cultura, pero para niños. Fue de los primeros logros.»

Maqueta del área de biblioteca para niños

Un grupo de intelectuales y artistas se acercó a Héctor Tito Guillén, entre ellos Marco Rietti, Helen Umaña, Marta Susana Prieto, Mariela Guzmán, Julio Escoto, Sandra Bográn, Graciela Galeano y Armando García, para pedirle el quiosco ubicado en el centro del parque central para montar una biblioteca. El presupuesto requerido era de 70 mil lempiras. Tito Guillén, único alcalde sampedrano que atendió a todo el conglomerado de artistas e intelectuales, les dijo que mejor pensaran en grande, y les cedió el Auditorio Municipal con un apoyo «denodado» de cuatro a cinco millones de lempiras, que luego se convertiría en el Centro Cultural Infantil (CCI).

Más adelante, al grupo se unieron Teresa Coello y Mario Gallardo. Esta vez llevaban en mano el proyecto para la habilitación de la Casa de la Cultura elaborado por el Ing. Roberto Elvir, quien remodeló el parque central. El edificio que serviría para su instalación sería el antiguo Instituto José Trinidad Reyes. Era la administración de Luis García Bustamante y según el Ing. Elvir y Armando García el alcalde veía con desprecio a los intelectuales de la zona y rehusó reunirse con ellos. Por ese entonces, en el antiguo JTR, funcionaba el Instituto Tecnológico en Administración de Empresas (INTAE). Un edificio descuidado, destruido, que había que restaurar por ser un bien patrimonial. El Ing. Roberto Elvir, como voluntario, se encargó de hacer el levantamiento de planos, ad honorem. «En él funcionaría una sala para Bellas Artes, una escuela de danza, biblioteca y archivo municipal». Los salones serían de usos múltiples, fotografía, pintura, galería permanente de artes visuales y la biblioteca. «El alcalde no tuvo la cortesía de recibir el diseño del anteproyecto (plano, memoria y presupuesto) y nos trató con desprecio, conservó los trabajos y dijo que no participarían en nada», agrega Roberto Elvir. Luego comenzó una pugna por el edificio entre el gobierno municipal y el gobierno central. La municipalidad se adjudicaba el inmueble, mientras la Secretaría de Cultura, Artes y Deportes aseguraba que le pertenecía. «Ya a finales de los ochentas, la ministra de Educación, Elisa Valle, extendió una certificación de parte del Ministerio sobre el JTR», asegura Elvir. Años después, cuando comenzó a gobernar Carlos Roberto Reina, y fungía como Secretario de Cultura y Artes Rodolfo Pastor Fasquelle, dieron apoyo monetario para la restauración del edificio. Por otro lado, el INTAE protestaba temeroso de perder su edificio (temas políticos y económicos de fondo), pero luego se convino la construcción de su propio edificio.

Teresa de Pastor cree que «siempre ha habido desinterés de parte de las autoridades por fomentar la cultura y, que, a su vez, era una forma de mantener un estatus quo bajo considerando “la cultura como un lujo”». Sobre la ausencia de una Biblioteca Municipal agrega que ha habido «falta de visión y se ha considerado más importante la tecnología o bibliotecas virtuales, que la biblioteca se ha vuelto obsoleta». El Museo de Antropología e Historia cuenta con una especializada en antropología. Y comenta un interesantísimo proyecto que dirigía Claudia Madrid, esposa de Yany Rosenthal, que consistió en donar dos libreros llenos de literatura infantil a las escuelas.

Al consultarle al Dr. Rodolfo Pastor sobre desde qué fechas viene gestándose la idea de la realización de la Casa de la Cultura en San Pedro Sula, responde que «En 1996 la SCAD le confirmó al Municipio la propiedad municipal del viejo JTR, luego de ubicar en el Archivo, los documentos pertinentes, gestó la idea y le otorgó a la ciudad de San Pedro Sula una importante cantidad del dinero, más de ochenta y cinco mil lempiras para empezar a edificar ahí una Casa de la Cultura. Y después en 2007, inauguramos una obra de construcción con Marlon Lara y el alcalde Sunceri… porque nada se había hecho mientras tanto.»

En el periodo de Padilla Sunceri el caricaturista y actual diputado liberal Darío Banegas comenzó a devengar el sueldo de sesenta mil lempiras como director de la Casa de la Cultura, la cual aún estaba en la etapa de remodelación, como precisa el Dr. Pastor Fasquelle. Al respecto, el Ing. Roberto Elvir hizo entrega de una de las tres copias del anteproyecto de Casa de la Cultura a Darío Banegas, a quien nunca volvió a ver ni devolvió el documento. Los anteproyectos existentes son dos, el elaborado por el Ing. Elvir, que le sirvió a Darío Banegas y fue presentado como «preparado por Gerencia de Obras Públicas y FHIS Municipal. Las etapas consignadas son la creación de «Academía de Bellas Artes, Biblioteca Municipal, Archivo Histórico, Auditorio Municipal» (que no cita en su presentación de Powerpoint) y el actual que posee el Club Rotario. Hay un tercero elaborado como proyecto de tesis por alumnos de la USAP. Según consta en documentos «desde abril de 1990, en la administración del Ing. Tito Guillén, se había estipulado que el predio del JTR sería utilizado para la Casa de la Cultura».

El poeta y ex director de la Dirección de Cultura Popular, José González, comenta que parte de la política de Pastor Fasquelle era «descentralizar la cultura fuera de la capital para llegar a los pueblos, donde hay más respuesta y mayor necesidad». Tal dato corrobora que el Dr. Pastor Fasquelle tenía una idea clara de la política cultural a la que debía darle seguimiento. Al consultarle sobre los aciertos y desaciertos de las políticas culturales para que San Pedro Sula, La Ceiba y Choluteca posean sus Casas de la Cultura responde que «la política cultural tampoco se improvisa. Las Casas de la Cultura son un programa de desconcentración y descentralización. Originalmente fueron una idea de UNESCO. En todas partes ha sido difícil consolidarlas. Su acierto consiste en entender que se necesita desconcentrar y descentralizar. El problema con esa clase de política es que se necesitan estructuras regionales de apoyo. Estructuras capaces de organizar el trabajo y de administrar transparente y eficientemente los recursos ya mejor aún de gestionarlos. Nosotros tuvimos e intentamos crear esas estructuras regionales, como los Consejos Regionales, pero no alcanzamos a consolidar su institucionalidad y desde Myrna Castro, les quitaron los fondos. Habría que haber consignado en el Presupuesto Nacional fondos intransferibles para cada Consejo, para eso se hubiera ocupado un compromiso de los diputados locales, presionados por ciudadanías locales que no existen. Los programas de Casas de Cultura tuvieron problemas en casi todos los países, con excepciones (Cuba) y pienso que Brasil dio un paso al frente con su programa sustituto llamado Puntos de Cultura…»

Por su parte, José González, opina que como «las sociedades son muy grandes, entonces las perspectivas se escapan. Es decir, ya no es la misma Feria Juniana de 1950 que las de ahora. Ya no entusiasma a nadie hacer una Casa de la Cultura. Además, son muy caras. Remodelar el JTR llevaría los cien millones. Es muy caro. Crear un espacio para la cultura en San Pedro Sula debe ser un mega proyecto, que exige un mega presupuesto. Entonces esa magnitud daña las pretensiones de los muchachos. Y las instituciones dicen, pues vamos invertir cien millones en cultura, pero hay aldeas que se están muriendo de hambre. La magnitud de los proyectos sobrepasa las pretensiones de las mismas autoridades y gestores. Casas de la Cultura por distritos, dos a tres millones de lempiras cada una, que abarquen cincuenta mil habitantes es más fácil manejarlo.»

Maqueta Biblioteca

Rodolfo Pastor opina que la razón por la que San Pedro Sula tenga más de veinte años habilitando ese espacio de convivencia cultural se debe «primero que todo a la incultura. A la falta de compromiso de los funcionarios en distintos niveles, con la cultura. A la cual no dan valor. Y a una serie de estupideces más. Por ejemplo, el hecho de que los funcionarios se dan más importancia a sí mismos que a su tarea. Y cada uno quiere ser el protagonista y esconder, ocultar o despreciar los aportes de otros para esa meta. Y lo mismo es cierto de los hombres y mujeres del mundito de la cultura, cada uno de los cuales quiere ser el héroe de la película. Diferentes municipalidades han puesto el proyecto en manos de distintos burócratas y de distintos grupos de agentes culturales… cuando debió siempre estar en manos de un Consejo Regional de Cultura bien organizado, institucionalizado.»

«Con Kilgore, se le dio un impulso, y tampoco hizo nada. Ahorita estoy viendo que estuvo Banegas como director sin hacer nada. No ha habido suficiente interés. Ahora es muy difícil retomar eso.» Agrega José González. Y en el oficio del Instituto Hondureño de Antropología e Historia mediante el punto No. 22, Acta No. 117 (23/04/2012) se aprueba el proyecto “Plaza de la Cultura, San Pedro Sula”. El proyecto pasa de ser Casa de la Cultura a Plaza de la Cultura. El convenio de colaboración entre la Corporación Municipal y el Club Rotario de San Pedro Sula se produjo en la administración de Juan Carlos Zúniga: “en vista que el inmueble ya estaba destinado de acuerdo al Punto Número 23 del Acta No. 05 de fecha 23 de abril de 1990, siendo alcalde el Ing. Héctor Guillermo Guillén… y en vista que el artículo 14 de la ley de Municipalidad es preservar, fomentar, desarrollar y difundir las tradiciones cívicas culturales del Municipio, en sus distintas manifestaciones se asigna este edificio, donde se forjaron tantas generaciones de estudiantes, a una causa en beneficio de la cultura de San Pedro Sula”. En la administración actual del alcalde Armando Calidonio quiso destinarse el inmueble para una Mega Posta Policial y luego para trasladar las oficinas administrativas de la Municipalidad. Lo cual creó una indignación y molestia por parte de la población y de la comunidad artística que comenzó a elaborar actividades para apropiarse del inmueble y no sirviera para otros fines que lo ya convenido. El Colectivo “Enjambre Cultural” comenzó a elaborar programas de actividades en la Plaza con el apoyo del Club Rotario que tuvo por propaganda “Seamos cultura”. Sin embargo, en el Convenio firmado entre el Club Rotario y el ex alcalde Zúniga, en el inciso 9 de la cláusula, se precisa que «se deberá conceder una pequeña parte en el edificio en mención a la Policía Nacional Preventiva para que instale una posta policial. Las dimensiones y ubicación serán establecidas por ingeniería Municipal y la Comisión de Seguridad.» Firman Juan Carlos Zúniga, alcalde municipal, y Jorge Antonio Bográn, presidente y representante legal del Club Rotario. Quien puso fin al litigio hace unas semanas fue Marlon Escoto, Secretario de Educación, al presentar los documentos que demuestran que el edificio y el predio pertenecen al gobierno e hizo entrega de las escrituras y firmó un nuevo convenio con los Rotarios. El alcalde Armando Calidonio también comenzó a hacer actividades en el predio frontal de la Plaza y cortaron árboles innecesariamente y las técnicas de restauración de la fachada no fueron las adecuadas. En febrero realizó la “Fiesta del amor y la amistad”, aún no estaba enterado que le quitarían el inmueble.

San Pedro Sula cuenta con una población aproximada de un millón cien mil habitantes y la Zona Metropolitana del Valle de Sula dos millones quinientos mil habitantes. Según los datos de la DIEM «ochocientos catorce mil habitantes son nativos (residentes) de la ciudad y el resto es población flotante que se ha establecido en la ciudad por determinados periodos de tiempo para buscar trabajo, estudiar o hacer algún tipo de negocio.»

Esto nos obligó a plantearnos otra hipótesis. Si San Pedro Sula ha crecido poblacionalmente un 112% en su superficie a partir del año 1992, reduciendo un 22% el área rural para el 2010, de haberse hecho la Casa de la Cultura en aquella época habría tenido mayor impacto en la población y habría evitado en alguna medida la cultura de violencia, instalándose el miedo antes que la cultura, como cultura. Si a esto sumamos que en una ciudad grande, metrópoli, se inviertan ciento veinte millones de lempiras en la remodelación y construcción de la Plaza de la Cultura, siendo este el equivalente del presupuesto nacional destinado para Cultura y Artes (según Rodolfo Pastor Fasquelle en su primera administración tenían por presupuesto cien millones y en el último, de 2006 a 2009, doscientos ochenta millones, la mitad para deportes) al del mega proyecto, indiscutiblemente necesario, como afirma el Dr. En Historia de Artes y Director de la Alianza Francesa en San Pedro Sula, Gustavo Larach: «Necesario es. Lo único que va a transformar la comunidad sampedrana en una ciudad cohesiva, con sentido, que pueda integrar, no digo que sea fácil, procesos constantes de producción cultural que involucren a la gente será la Plaza de la Cultura, pero también tiene que haber un proceso didáctico, socialización y enseñanza del proyecto. Eso debe programarse.» Rodolfo Pastor Fasquelle opina que podía haberse hecho con menos recursos, ser más realista con lo que se tiene.

Si históricamente el Valle de Sula, San Pedro Sula, ha sido un espacio de intercambio, centro de confluencias y lugar de paso, como asegura Russell Sheptak y antropólogos e historiadores, y con él coinciden Rodolfo Pastor, Jorge Amaya y Darío Euraque, sobre la oleada de inmigración que se trasladó desde Olancho y Santa Bárbara y otros departamentos, así como de árabes, judíos y chinos, entre otros, desde el extranjero, cómo integrar a una población diversa y hacer suyo un espacio que «sienten» que no les pertenece, porque nunca se les enseñó que eran dueños de una cultura, que el arte les pertenecía y por medio de él podían expresarse. Si una Casa de la Cultura, como apunta Julio Escoto, «es un tipo de casa de convivencia e intercambio cultural donde se conoce al vecino, y no se mata al vecino, sino que se convive», ¿de qué manera respondería tal edificación en cohesionar áreas urbanas y suburbanas, y los sectores periféricos y esas llamadas «ciudades ocultas» que son los cordones de pobreza ubicados en los bordos de los ríos? Se volvería un edificio vacío y elitista. ¿Destinado a qué población? En respuesta, la arquitecta Alejandra Vaquero ha dicho que «parte del proceso es crear convenios con el sector educativo para integrar a toda la sociedad. Vamos por etapas, pero alternamente a la construcción de la Plaza de la Cultura también estamos en el proceso de crear planes operativos y estrategias que integren a toda la comunidad, sin exclusiones ni favoritismos. Incluiremos todos los sectores de la ciudad. Parte de las actividades de la biblioteca es conectar con las escuelas públicas para llegar a esa interacción y participación. Y definitivamente hay mucho que organizar y planificar. Es una tarea grande, para un gran equipo. Por los momentos, mi tarea es ayudar con la socialización del proyecto a través de la producción cultural, reactivar la recaudación de fondos y retomar la restauración del espacio. El plan es ir integrando poco a poco lo demás. Sin dinero no se logra mucho, por eso es importante la cooperación pública, privada e internacional.»

Alejandra Vaquero, voluntaria desde 2011 hasta la fecha, ha sido fundamental en cumplir ese sueño de la comuna sampedrana, junto al Club Rotario de San Pedro Sula que se ha caracterizado por su eficiencia. También Alejandra Vaquero asegura que el proyecto no es el mismo proyecto presentado anteriormente: «hubo que hacer nuevamente el levantamiento de planos, junto a otros compañeros arquitectos, Julieta Collart y Benjamin Krauss, y con la ayuda de la especialista en bibliotecas Francine Pinchet, consultora canadiense, elaboramos el anteproyecto para la Plaza de la Cultura y el diseño arquitectónico y desarrollo de planos de la Biblioteca». Para conocer el proyecto pueden entrar al Facebook Plaza de la Cultura San Pedro Sula. 
Salón de conferencias



Aquel proceso que comenzó hace más de veinte años impulsado por Helen Umaña, Julio Escoto, Marta Susana Prieto, Graciela Galeano, Sandra Bográn, Marco Rietti, Armando García, Juan Ramón Saravia, entre otros, ahora gracias a otro grupo llamado Colectivo «Enjambre Cultural», generación actual y heredera de la anterior, en el que participan Alejandra Vaquero, Javier Eliuk Sánchez, Andrea Alvergue, Baruc Selim, Fernando Lopéz Gaido, Gustavo Larach, Gustavo Campos, junto al Club Rotario de San Pedro Sula e instituciones donantes, empresarios y organismos internacionales, parece que por fin terminará la Plaza de la Cultura. Trabajo de muchos, y de varias generaciones. Es evidente el compromiso de la fuerza artística e intelectual de la ciudad. Y aunque ha sido lento y muchas veces saboteado el proyecto, por fin puede verse reflejado el comienzo de la primera etapa con una inversión no mayor de los nueve millones de lempiras. El Congreso Nacional de la República también prometió otorgar diez millones de lempiras, de los cuales, según los rotarios, no se han entregado más de dos millones hasta la fecha.

También han protestado y colaborado activamente Flor Alvergue (CCDANZA), Damario Reyes (Proyecto Teatral Futuro), entre otros centros de formación artística. Los pintores Antonio Vinciguerra, Marco Rietti, entre otros.

Julio Escoto opina que «el actual proyecto ha sido el que ha tenido un poco más de empuje porque ya hay dinero establecido, la Municipalidad no está aportando nada, este gobierno no tiene ningún interés en la cultura, cerró el Ministerio, la Municipalidad de San Pedro Sula debe subsidios a todas las instituciones culturales que crearon otras municipalidades anteriores, sin embargo el proyecto Casa de la Cultura (ahora Plaza de la Cultura) allí va arrancando con participación ciudadana, con los rotarios y de gente que tiene ese sueño por ese proyecto.»


Hay un punto importante a considerar en la elaboración de la Plaza de la Cultura de San Pedro Sula, a diferencia de las casas del resto del país, que han sido puestas o exigidas por la comunidad, en San Pedro Sula ha sido la comunidad artística e intelectual la que se ha esforzado en ver concluido el proyecto. Debido a esa cuestión muchos de los entrevistados coinciden que sería funcional la elaboración de pequeñas casas culturales divididas en sectores o distritos para una mayor influencia en comunidades lejanas, aisladas y marginadas.

Gustavo Larach opina que la Plaza de la Cultura funcionará porque es «una estructura histórica que está conectada con la historia de San Pedro Sula». Con la historia, pero no con sus pobladores. Según estudios muchos de los pobladores provienen de departamentos como Lempira, Santa Bárbara, Copán, entre otros, buscando mejorar su calidad de vida y por oportunidades de trabajo. Él mismo agrega que «el presupuesto del que hablan los rotarios es de unos ciento veinte millones de lempiras, montón de dinero, y en San Pedro Sula y en Honduras el empresariado y a todo nivel, ha hecho falta en la gente inculcarles la valoración adecuada de lo que pueden aportar a la sociedad en la producción cultural y artística, porque es producción y asimismo puede generar empleos. El problema es la falta de visión en las autoridades municipales, en el empresariado y en la población. Es difícil decir. Resulta ambicioso. Y los rotarios están en contacto con instituciones cooperantes para concluir el proyecto. El edificio es del Ministerio de Educación. Ya se confirmó. Y ese problema del litigio es lo que tenía detenida la construcción. Esto crea la confianza y garantiza la continuidad del proyecto y desarrollo.» Mario Hernán Mejía coincide con el Dr. Larach al referirse que «las tradicionales industrias culturales (cine, televisión, informática, libros, música, diseños) requieren de altas inversiones para su producción, de tal suerte que en los países desarrollados han producido ganancias espectaculares convirtiéndose en parte sustancial de la economía global como lo demuestran las estadísticas que todos conocemos. En nuestros pequeños países centroamericanos y otros de similares condiciones en América Latina, el Caribe o África, la realidad es distinta: los talentos artísticos y el patrimonio cultural nacional no son plenamente valorados y explotados racionalmente por el turismo rural o cultural; Su contribución a la creación de puestos de trabajo locales y los ingresos del comercio internacional es limitada.»

Problemas que se avecinan

Algunos problemas que se avecinan en una degastada y corrupta ciudad que fue en épocas pasadas una de las de mayor crecimiento y desarrollo a nivel latinoamericano, será el problema de movilización y transporte para asistir a la Plaza, deterioro de calles, infraestructura colapsada y reordenamiento vial, congestionamiento, altos índices de inseguridad y violencia, etc.

Maqueta vista aérea de la Plaza de la Cultura
Alianzas entre Comités de Centros Culturales y Mesas de Turismo

El Dr. Larach también menciona que están en proceso de organizar un comité de centros culturales de San Pedro Sula, que aglutine e involucre a las diferentes instituciones culturales y artísticas. En dicho comité podría planificarse la socialización y enseñanza en los diferentes sectores en que se divide la ciudad. Y un proyecto importantísimo y muy interesante es uno creado por la Mesa de Turismo del Valle de Sula que consiste en una ruta museográfica turística. «De los veinte municipios que conforman la zona, únicamente doce respondieron a la propuesta de proyecto, que consiste en crear museos en cada municipio del Valle de Sula, en caso de carecer de ellos. Trajimos una especialista canadiense que nos acompañó a recorrer los municipios interesados para elaborar el estudio, hacer recomendaciones. Los directores municipales de Turismo y alcaldes que nos atendieron nos mostraron los espacios que tienen destinados para la habilitación o construcción de los museos», nos confió Dora Suazo. A lo que agregó que «el éxito dependerá del compromiso de los alcaldes actuales y de los próximos para darle continuidad a los proyectos convenidos». Algunas de las respuestas obtenidas fueron «no estamos interesados porque no tenemos dinero ni presupuesto». Entre los municipios interesados están Puerto Cortés, Omoa, Pimienta, Potrerillos, Las Vegas, Santa Bárbara, Villanueva, La Lima, Tela, Quimistán, y en Santa Cruz el parque arqueológico Los Naranjos. Tanto los integrantes de la Mesa de Turismo como el Comité de Centros Culturales que se formará, deberán crear alianzas y mantener una comunicación fluida, crear convenios, etc. «También falta hacer la gestión con el gobierno. Estamos en una primera etapa», agregó Dora Suazo.

El desconocimiento entre la relación de cultura, arte, turismo y economía parece ser una de las debilidades de los gobernantes y de sus políticas.
    
Donde inicia la Cultura, termina la violencia

«Donde inicia la cultura, termina la violencia», es la consigna del proyecto de la Plaza de la Cultura de San Pedro Sula. Lo cual se sobre entiende que ésta contribuirá a bajar el alto índice delincuencial, extorsiones, asaltos, asesinatos por medio del sicariato.

Y esta Plaza, como obra de prevención, punto de paz y convivencia, y como un medio de oportunidades, educación, contribuirá a la economía de la ciudad y a su saludable desarrollo humano y sostenible. 

San Pedro Sula devorándose a sí misma

San Pedro Sula quedó presa del vértigo de la modernización, del acelerado crecimiento económico. No resistió la agresión y el estrés de la vida urbana. Se subordinó la calidad de vida a los sacrificios que debían hacerse para vivir y subsistir. El que antes fue el centro de San Pedro Sula luce desierto, como si hubiera sido abandonado por guerras ocultas. Su agonía es evidente. El temor recorre sus calles. ¿Adónde habrá que moverse y huir de esa ciudad devorada por una incesante expansión no prevista que ha mostrado elocuente su desorden y violencia? San Pedro Sula vive entre barrios emergentes, barrios ocultos, asentamientos precarios, de residenciales privadas que no son más que cárceles. Como salidos de una película de una ciudad en decadencia, dividida y administrada en distritos, así se presenta la «próspera» San Pedro Sula, que posee «el estrés de la gran ciudad, pero no la personalidad ni la vibración de la metrópoli». Insight crime y otras organizaciones aún la siguen considerando como la ciudad más peligrosa del mundo. Otros la llaman «La capital de la muerte», epíteto poéticamente más hermoso y adecuado. En el mismo artículo publicado en 2003 por Mario Hernán Mejía cita la relación de los «indicadores que nos muestren los vínculos entre los valores o antivalores culturales y la violencia… Indicadores que reflejen la presencia de la juventud en su acción formativa, dado que Honduras experimenta un cambio demográfico que, según proyecciones en los próximos diez años, el 85% de la población tendrá menos de veinte y cinco (25) años.»

La Plaza de la Cultura de San Pedro Sula con una política incluyente y de pluralismo cultural y participación ciudadana, como lo establece la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural adoptada por la UNESCO en 2001, sin duda alguna incidirá en un cambio de los altos índices de violencia de la ciudad, así como asegura Julio Escoto: «La sociedad de San Pedro Sula evidencia que nunca logró acercarse a ella misma, cuando se entra a una ciudad y ve calles cerradas, militares con fusiles, rejas en las casas, es porque no hay convivencia ni acercamiento, etc… falta incentivar la cercanía popular, donde haya comunidad y comunicación, y esto si no elimina por lo menos disminuye las posibilidades de violencia». 


¿Por qué San Pedro Sula carece de Plaza de la Cultura?

«Porque el centro solo puede propiciar la acción local. No se puede descentralizar desde el centro. Tiene que haber puntos de apoyo local. También en La Ceiba se encontró y se le otorgó título legal del edificio al Consejo de Cultura. Pero subsiguientes gobiernos se lo han querido arrebatar y desconocer los documentos. Y aun se la han querido vender a empresarios dizque del turismo», agrega Rodolfo Pastor Fasquelle.

Según Julio Escoto se debe a que «el concepto de cultura es un asunto de moda para las administraciones municipales, pero no para lograr algo en sí para la ciudad.»

Derechos culturales y desarrollo humano

Los derechos culturales son una categoría de los Derechos Humanos. Los teóricos han identificado la cultura como el gran factor de desarrollo humano. Tales teorías han servido de base para cambiar la percepción de nuestros gobiernos respecto a la importancia de la cultura y las artes en la economía y bienestar social.



Economía, cultura y turismo

«No hay actividad turística que se desarrolle sin el contexto cultural. En cualquier clase de turismo que se realiza siempre hay un tipo de contacto con la cultura receptora, contacto que se incrementará a medida que el patrimonio, las costumbres y las actividades de las comunidades rurales y urbanas se asumen como recurso para el despliegue de actividades turísticas.

La cultura otorga entonces, un valor agregado al producto turístico y lo convierte en una industria cultural en la cual libros, revistas, espectáculos de luz y sonido y vídeos reinventan los paisajes culturales.

Lo anterior, hace que la cultura, los bienes muebles e inmuebles, usos y costumbres, gastronomía, ritos y la vida cotidiana, se perfilen como activos que pueden contribuir al desarrollo socioeconómico de comunidades, empresas o individuos; esto aporta elementos para la distinción que se hace de la cultura como un medio (recurso para mejorar las condiciones de vida): pero también como un fin en sí mismo, en el sentido que los actos humanos nos identifican, nos otorgan sentido tanto individual como colectivo.

Turismo y cultura son interdependientes, lo cual reclama una ubicación equilibrada en la cual el turismo no sea percibido como la panacea a los problemas del subdesarrollo y tampoco como amenaza destructora que pone en peligro el patrimonio y la identidad de los pueblos.»

La Organización Mundial de Turismo (OIM) define el turismo sostenible como «un modelo de desarrollo económico concebido para mejorar la calidad de vida de la comunidad receptora, para facilitar al visitante una experiencia de alta calidad y mantener la calidad del medio ambiente, del que tanto la comunidad anfitriona como los visitantes dependen»

Según la UNESCO: «Turismo Cultural es un concepto innovador, eminentemente ético, con el que se busca favorecer la paz, la comprensión entre los pueblos y el respeto por el patrimonio cultural y natural y las especificidades identitarias de las comunidades anfitrionas en el marco de los intercambios que se dan al viajar.»

Cabezas, José Luis, extracto de ponencia El Programa de Patrimonio Cultural de la Cooperación Española, Tegucigalpa, Honduras; 1 de mayo de 2002.

Población beneficiada

Se espera que la Plaza de la Cultura de San Pedro Sula beneficie a más de trescientos mil sampedranos (usuarios potenciales), quienes requieran espacios de convivencia, uso de la biblioteca y otros espacios de recreación y de educación artística. Y se estima que estará terminada en cuatro años.