viernes, 22 de octubre de 2010

El oficio de vivir. Cesar Pavese


15 de enero


Para que la gente tenga piedad de nosotros hace falta que nos presentemos bien (keep smiling), que no seamos demasiado sucios, que representemos una ventaja para quien se ocupa de nosotros. Pero lo que verdaderamente requeriría la piedad es el sacrificio -al humillado, al obseso, al impotente; al sucio y malhablado; al desesperado y al sediento, ¿quién querría dedicarles la vida? Digo la vida de manera absoluta, como haría una mujer que se casase con él, sin reservas. Muchos, por caridad, le quitarían el hambre, le darían conversación, le lavarían el pus, ¿pero quién uniría a la suya su vida?
¿Ha habido alguna vez un santo que haya salvado a una sola persona? Todos han salvado a muchas, han cumplido una misión, han buscado a los infelices, ¿pero alguno se ha quedado con un infeliz, encerrándose en semejante tumba? E incluso quien ha sacrificado su vida ofreciendo su sangre por otro, ¿habría sabido pasar todos sus días unido a este otro, sólo a éste?

17 de enero

Tu has pasado ocho meses de angustia, has sufrido en la carne el horror de la traición, has sufrido el horror de la soledad como exclusión, has sido dejado en el envilecimiento más atroz (el del hombre del que se dice: Es un infeliz. Le ha mandado al confinamiento y luego se ha hecho joder por otro) y sin embargo has desaparecido, has ido tirando como has podido, has perdonado y tendido otra vez la mano.

¿Qué dirías si un amigo tuyo se encontrase en este estado?

(págs. 89-91. Seix Barral)

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