martes, 23 de febrero de 2016

Las contradicciones de misóginos y homófobicos literatos de la costa norte o las cosas por su nombre.








Las contradicciones de misóginos y homófobicos literatos de la costa norte o las cosas por su nombre.

Las contradicciones de misóginos y homófobicos literatos de la costa norte o las cosas por su nombre.

El mal juicio de un literato misógino y homofóbico empedernido me ha incitado a responder brevemente sus “opiniones” contradictorias. Este profesor de literatura de la UNAH-vS se caracteriza por el afán de notoriedad a raíz de las polémicas. Claro, según él tiene enemigos y toda la sociedad se ve afectada y herida por sus insanas opiniones, prejucios medievales y juicios sin argumentaciones sólidas. Recuerdo que el grupo de examigos de aquel colectivo llamado mimalapabra coincidíamos en que su personalidad era débil (por esa razón su arraigado mal humor), por lo tanto adoptó la de su gran amigo, también profesor misógino y homofóbico.

Había decidido jamás contestarle sus entradas en los blogs y redes sociales o sus insultos contra mí o contra mis amigos y amigas. Pero hoy donaré a la humanidad (jaja) tres páginas al respecto.

Recuerdo que el profesor G. R. (escribo sus iniciales porque él y otros usan la alusión y el anonimato, los conozco tan pero tan bien, pues sostuve una amistad de aproximadamente una década) me confiaba que su mejor amigo M. G. quería vivir su vida a través de la suya. Todas sus acciones parecen indicarnos que sí lo logró. Por lo menos, parcialmente. En términos porcentuales un 80% de su personalidad se calcó en él, hasta mi conocimiento. Como si hubiera pasado una historia similar a la de Harry Potter y Lord Voldemort, mi amigo heredó la maldad de su amigo. No sé a qué se habrá debido. Si mi amigo poseía una personalidad débil y su amigo una personalidad fuerte o si de verdad hilaron fino sus características. Solo en la edad y en la fisonomía de ambos podemos rastrear diferencias. Los gestos desdeñosos, los vocablos, la recurrencia léxica, el tono irónico y despectivo parecen haber hecho metástasis en dos personas diferentes. Uno, fácilmente influenciable, el otro, hábilmente manipulador.
Lo intrigante es que jamás volví a ver a uno de ellos.

Inicialmente la forma que usaban para “descalificarme” o burlarse de mí era llamarme “Saritiano” (Sara Rolla es parte de la Real Academia Hondureña de la Lengua, crítica y ensayista argentina que reside en Honduras y que posee un espíritu como el de Audrey Hepburn, hermoso, caritativo y dadivoso, además de lúcida y no malintencionada, ah! y “buena onda”). Para esos años -2003 a 2005- tanto G. R. como M. G. Sostenían que en la carrera de Letras habían dos diferentes y opuestos modelos “mariano” o “saritiano”. Sobre esto no me extenderé, que los silencios a lo Campra hagan el trabajo.

En la actualidad me llaman “apacible embajador de la buena voluntad.” (Véase el blog de G.R.). Agrega: “Tampoco hay que pretender ganarse el favor de cierto grupo de damas sensibles saludando “a todos y a todas” y llamando “queridos y queridas” a los presentes en algún lugar al que llegamos”. No sé él, pero yo no tengo un “querido” “colectivo” (recuérdese la anécdota de Borges sobre su buena intención de darle la mano al “pueblo”, que es un abstracto), sino amigas y amigos, y a quienes quiero les digo de esa forma, la amistad que profeso es individualizada.

Este Claudio misógino y arrogante -releer a Guadalupe Nettel- no recuerda que cuando vivió en España me recomendó una y otra vez que me alejara de M. G., a quien consideraba un ser humano perjudicial, que había que llevárselo bien porque en caso contrario tu “vida literaria” se vería truncada, y, por supuesto, no entiendo por qué a su regreso volvieron a juntarse. Que alguien me explique. G.R. es un sujeto despersonalizado.

Una vez me metieron en un serio aprieto. Acostumbŕabamos a quedarnos en casa de M. G. después de las noches de ebriedad. Una noche se quedó en la misma habitación que yo una compañera de facultad, buena amiga, y la mejor amiga de la esposa de M. G. Al día siguiente ella me dijo que yo era un poco hombre, hablador, etc. Etc. Y le dije que ella me conocía y que no inventé nada porque no había nada qué decir. Me dejó de hablar. Ambos, G.R. y M. G. se rieron a carcajadas. Meses después, en una cena navideña, le confié a R. T., esposa de M.G., que yo no había dicho nada, y los “embajadores de la mala voluntad” se ríeron y confesaron: “es cierto, Gustav es incapaz de hablar mal... y no dijo nada”. Ella le contó a nuestra amiga y luego se disculpó. Hay mucha tela que cortar por acá.

G. R. me confió tantas y tantas historias y teorías sobre M. G., de por qué le prestaba novelas cuyos autores y personajes eran homosexuales, y sígase imaginando. Me contó una versión de la enemistad entre el novelista hondureño que escribió Nunca entres por Miami: R. Q. Etc.

Ah, y él, G. R., no recuerda la ocasión de una discusión con R. T. (ex mimalapabra y ex dueño de Klein Bohemia) que lo dejó sumido en el más vergonzoso silencio: tenía que ver con algo sobre “tours”. No entiendo entonces por qué lo homofóbico. Yo tengo una prima y un hermano que son gays y muchos amigas y amigos que también lo son.

Se preguntarán la razón por la cuál he decidido contar el 1% de 12 años de amistad, por dos razones: por más que procuré tolerarles todas las ofensas a mí -que de paso también le cayeron a mis amigos-, esperando que repensaran las cosas y cambiaran de actitud, más bien creyeron que les daba “licencia” de continuar; la segunda porque, como dijo G.R, una de mis cualidades no es la cordura: confieso públicamente haberme hundido hasta en la mierda y repetir la historia de mi padre, quien se suicidó con veneno, en cambio yo quedé vivo en una agonía que no se la deseo a nadie. 17 días horribles. 15 en el Leonardo Martínez en la Unidad de Desintoxicación entre octubre y noviembre del 2015. Creo que la muerte de mi madre a causa del cáncer me terminó de disparar. Lo intenté con un cuchillo, y no obtuve resultados, estaba desafilado, y luego bebí veneno. Mi estómago se deshizo... Abuelos paternos y maternos muertos, padres muertos, violencia intrafamiliar, yo oponiéndome a mi padre, sangre, golpizas, intentos de suicidio, de parte de ambos, uno que lo logró, y mi madre porque ya no encontraba salida ante los abusos de mi padre. Así que no, no soy normal ni quiero serlo. No soy cuerdo (si se refieren a mis trastornos maniaco-depresivos) y jamás lo seré. Soy un ser muy reflexivo y analítico, lúcido opinan otros. Y la luz que hay en mí busco compartirla. Construir y no destruir seres humanos. Quizás por eso la destrucción literaria y estética es una de mis obsesiones, el plano literario es diferente a la realidad. Jamás dije “papi” y “mami” como G.R. Era, desde niño, tímido y tartamudo. Y ahora comprendo la razón. Cuando descubrí que mi padre maltrataba a mi madre, me opuse, y de allí interminables aventuras fuera de casa, sangre, envases estrellados, etc. Sí. Por eso defiendo a la mujer y al hombre contra el abuso. Por esa razón no tolero a la gente que les da por humillar a los demás. Soy hosco. También tengo una personalidad muy complicada y difícil. Por esa misma razón no me caso y tengo hijos: temo convertirme en mi padre. Y ahora que lo escribo y cuento, medio mundo sabe, lo hago de la manera más equilibrada, gracias a los antidepresivos que me mantienen “macizo” y ansiolíticos, que me mantienen en un estado de “felicidad prestada”. Cuento, y tengo mucho que contar porque en el último año estuve tres veces al borde de la muerte, y ahora creo cuando tres sujetos desconocidos se me acercaron yleyeron mi mano y me dijeron lo siguiente: “estás llamado a convocar multitudes” “las personas te oirán”, “tendrás dinero y fama, pero por amor perderás todo, siempre estás dispuesto a perder todo por amor”; el segundo “seres del más allá te cuidan”; el tercero “escribe, escribe sobre todo, sobre las personas, cómo ríen, lloran y se comportan, yo te dictaré la primera línea”, mismo sujeto que nos leyó la mano a todos y acertó, y cuando volvió a la mesa tomó mi mano y la leyó y lloró y me dijo: “por vos venía, cuánto sufrimiento ha habido en tu vida... ora conmigo...” y lloré y lo acompañé a orar y creí en él como si me hubiera descubierto el alma...

Sí, si G.R. Y M.G. (quienes influenciaron a mis ex amigos (“La hermandad de la uva”), y que también sucumbieron ante el temor de no hacer lo que aquellos le decían: como insultar a mis amigas feministas en la presentación de Katastrophé, y que ambos me lo confesaban, nadie quiere echarse en contra a M.G. Yo, que ya morí, y que probablemente siga muerto, me da igual. Conozco también muchísimas historias suyas de todo tipo, así que él que tiene familia tiene más que perder que este pobre estepario).
Como he expresado antes: mi familia son los libros, pero también las amistades auténticas.

Para cerrar algo interesante: G. R. nos decía a mí y a nuestros amigos que yo estaba inventando un nuevo género en narrativa (por Los inacabados), que era un auténtico “poeta poeta”, pero que nunca me lo diría.

D. C. y J. J. B. (el dúo de la Uva) me contaron que una vez G. R. le dijo: “Gustavo es mal escritor”, y ellos respondieron “no”; pero bueno es “esto”, “tampoco”, respondieron; bueno, sí escribe bien pero no hay que decírselo. Y es la misma manera de obrar de M.G. El mejor novelista de Honduras era Roberto Quesada, cuando eran amigos, y luego de la enemistad era mal escritor y sus libros los “castigaba” colocándolos en el suelo y no en el librero. Claro, M. G. tiene una ventaja: es profesor de Letras y quien no opina como él los presiona, insulta, y a los alumnos les toca emigrar a Letras de Tegucigalpa. Y quienes sí se enamoran de esa pose de escritor maldito (que contrasta con su pregonado academicismo, vale agregar que tampoco ha hecho mucha crítica, no como Helen Umaña, Hernán Antonio Bermúdez, Roberto Castillo, Sara Rolla, entre otros muchos) ejerce su jerarquia de poder y enseña lo afín a él (Recuerdo que me decía que yo era mejor escritor que G. R., pero no se trata de ser mejor; que quería prologar mi libro “Bajo el árbol de Madeleine”, luego de ver que J. M. prólogo “Desde el hospicio”, que cuando presentó “Los inacabados” habló tan elegioso del libro, caso contrario de cómo se refirió a “Ficción hereje para lectores castos”, y que terminó orillando a G.R. a aceptar que era algo “ligth” su novela, Etc. Hace mucho tiempo aprendí a no confiar en los criterios de ambos afectados por sus estados de ánimos.

El poeta del grado cero, J. M., y otros amigos, tienen una teoría, que como Jorge Carrión le escribió a G. R. pidiéndole mi correo electrónico, para ese entonces yo estaba en contra de “autopublicitarse”, este eliminó a dos de los editores de mimalapalabra: C. R. y a mí. Según J. M. se debe a celos. G. R. djo que porque publicábamos mucho sobre el Golpe de Estado, y como G.R. vivía en España, jamás vivió y sufrió el conflicto. Al final el “Proyecto 1975”, de Carrión y Marilena, no salió a causa de la crisis. Decidí entonces abrir mi propio blog. Y confiar más en mis búsquedas. Y en criterios extranjeros.

A veces digo con arrogancia, que si de verdad tengo talento, lo usaré de manera opuesta a la de G. R.
La polémica vende. Esto él se lo criticaba a Indiano. Y ahora es su modus operandi. A mi amigo Fabricio le criticaba que hubiera elaborado una antología personal de su poesía, con pocos libros; pero bueno, G. R. hizo lo mismo con “Melancolía inútil”.

Ahora, que es de los narradores talentosos de la generación, nadie lo niega.
Yo, por mi parte, comeré otro dulce (así le decíamos a los medicamentos cuando estuve hospitalizado), y releeré ese libro de Patricia Highsmith que tanto me encantó y que volvió a mis manos). (Hay una conexión entre ella y Vila-Matas que me fascina).

(Sobre el tema de la misoginia y su fobia al homosexualismo, fácil, entren a las páginas de La Hermandad de la Uva, mimalapalabra y el blog personal de G.R.).